💀Capítulo VIII | Ilusión Rota💀

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Todo lo que viví en aquel corredor creo que solo fue un invento de mi trastornada mente ya que, al percibir la tenue luz de lámparas en el techo, desperté en una sala de cine con las butacas escalonadas y el acceso al vestíbulo principal frente a ...

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Todo lo que viví en aquel corredor creo que solo fue un invento de mi trastornada mente ya que, al percibir la tenue luz de lámparas en el techo, desperté en una sala de cine con las butacas escalonadas y el acceso al vestíbulo principal frente a mí, y la pantalla detrás de mí. Estaba intacta, ni un indicio del ataque de las víctimas había en mí.

Quizás fue una ilusión... hasta que noté un par de cicatrices oscuras que se extendían a lo largo de mi brazo derecho. Parecía que dichas cicatrices lo estaban devorando y poco a poco se iba pudriendo.

— ¿Qué es esto? —las cicatrices empezaron a doler, pero ni mi inmute ante dicho dolor.

Es la marca de la muerte —me respondió la voz del fantasma—. Mi marca ahora esta sobre ti como símbolo de que me perteneces. Ningún hombre más que yo puedo poseerte. No te preocupes, no perderás el brazo. Solo las marcas dolerán porque, al final, el amor duele.

— ¿Utilizaste el miedo como distracción para hacerme esto?

Eres muy lista. En parte fui yo, pero también fueron mis amigos. No les gusta ser molestados por los vivos...

— ¿Dónde estás, enfermo?

Dos hileras más arriba.

Subí unas cuantas escaleras y, en la tercera hilera de butacas, estaba el fantasma con la vista baja y ambas manos tomando el respaldo de un asiento delante de él.

— Eres patético, Mr. Penguin. Me gustaría quitarte esa estúpida máscara y escupirte en la cara ahora mismo —dije para ver su reacción ante mi frialdad.

— Puedes despreciarme, humillarme, hacerme pedazos si así lo quieres pero no me dejes. Me moriría sin ti.

Era extraño como una persona era capaz de perder su dignidad con tal de aferrarse a eso que lo obsesionaba. No lo entendía. Me causaba repulsión. Mr. Penguin era repulsivo, en especial, por lo que me hizo vivir en ese corredor con tal de marcarme el brazo. No obstante, no estaba molesta porque a fin de cuentas el fantasma me dio el poder para torturarlo. Si quisiera podría vengarme y él no lo impediría.

— Esta es la sala 8 —comentó Mr. Penguin—. Ya tiene su tiempo fuera de servicio y a muchos les carcome la curiosidad el por qué de su clausura, ¿Te gustaría saberlo? —volteó a verme.

— ¿Por qué? ¿Es igual de turbio que los muertos en las paredes?

— Si lo quieres ver así, sí.

— Entonces dilo.

— La razón fue... porque un asesinato se cometió aquí —lo sabía. Sabía que tenía que ver con alguna muerte. Cada vez más me impactaba lo que este cine ocultaba—. Una pareja de enamorados fue brutalmente asesinada en esta sala, durante una función de media noche. Clementina, para evitar problemas legales y que le cerraran el cine, les ordenó a sus empleados que se deshicieran de los cuerpos, pero estos ya habían desaparecido. Clausuró la sala con la excusa de estar en mantenimiento y no se volvió a mencionar nada al respecto. Nadie supo quién fue el asesino, solo un mensaje en la pared que decía: "Estoy hambrienta".

Mr. Penguin [COMPLETA]Where stories live. Discover now