¿¡Pero qué!? •| Fictober 2020 |•

IX

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Semillas

—Ya hay suficientes plantas en este lugar ¿Porqué plantar más?

La fémina no respondió y continúo con su trabajo, ignorando de momento al erizo que se inclinaba un poco en el suelo para sujetar el sobre que estaba encima de un montón de herramientas de las que desconocía el uso.

Leyó el nombre que venía en el sobre antes de pasear su vista por el revoltijo de colores llamativos que había ahí.

Continuaron en silencio un rato más hasta que la fémina se levantó del suelo limpiando su frente con un pequeño trapo que llevaba en su delantal. Miró satisfecha su obra antes de girarse y ver al erizo que seguía atento al sobre de semillas.

—Se ve increíble. ¿No lo crees?

—Solo hiciste líneas en la tierra. —Dirigió su mirada a los surcos trazados por la ajena— No tiene nada de “increíble".

—Eres poco imaginativo. —Extendió sus manos hacia adelante, señalando su trabajo— Debes pensar cómo se verán esas orquídeas aquí, los girasoles por allá, las azucenas en esa esquina...

— ¿Porqué tantas flores?

—Porque... —Limpió sus manos con el trapo— Hacen que cualquier lugar sea aún más lindo y relajante.

—Son plantas. Solo crean oxígeno para que seres como tú sigan con vida.

—Quizá pienses diferente si lo haces tú mismo.

— ¿De que...?

Sin decir nada, la fémina tomo las manos del erizo y colocó sobre estás algunas semillas.

—Plantalas. —Sin soltarlo de las manos, lo llevó hasta la tierra que estaba lista para sembrar— Anda.

Shadow se dejó llevar hasta estar frente al agujero donde la fémina esperaba que hiciera lo que acababa de pedirle.

Sin interés, observó el pequeño grupo de semillas que reposaba sobre la palma de su mano antes de lanzarlos al agujero sin ningún tipo de cuidado y desaparecer segundos después.

Amy solo pudo suspirar ante la falta de tacto del erizo. — ¿Que no puedes irte como la gente normal? —Se cruzó de brazos— Vas a dejar a alguien ciego si sigues desapareciendo entre destellos de luces.

Se agachó en el suelo para acomodar mejor las pequeñas semillas que estaban esparcidas en el suelo.

—Quizá descubras que hay cosas que valen la pena proteger. —Murmuró suavemente mientras movía la tierra poco antes de regar un poco de agua sobre está, esperando que no solo crecieran las flores, sino también la posibilidad de cambiar la mente de aquel arisco y gruñón erizo.

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