Capitulo uno.

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I: UNA EXTRAÑA BIENVENIDA A CASA.

Actualidad.

Amelie Hoffman cerró el zíper de su maleta, se dio media vuelta mirando su pequeña habitación y sonrió de lado.

No extrañaría tanto Nueva York.

Salió del lugar yendo hacia la cocina y tomando una manzana del frutero. Su mamá llegó a su lado y negó mientras la veía.

— Amelie eres una médica veterinaria ahora, deberías quitarte ese arete de la nariz— le dijo su madre mientras se cruzaba de brazos.

— Un simple arete no me quitará mi título universitario, mamá— le dio una mordida a su manzana.

Su sueño de ser medica veterinaria se había hecho realidad y a pesar de haber querido llevar su carrera en alguna universidad de California, había aplicado para una escuela distintiva en Nueva York. Socialmente no había sido una gran experiencia; había puro niño rico y fanfarrón, creyéndose superiores a cualquier persona solo porque sus papás les habían comprado un reloj Rolex y un automóvil del año. Sencillez es lo que les hacía falta y lo que extrañaba de Beacon Hills, todos eran tan humanos y sencillos allá.

Nueva York era una jungla. Nunca aprendió a quererlo. Sí, tenía sus buenos lugares como el Central Park o la estatua de la libertad. El bar al que iba de vez en cuando con sus compañeros de clase y amaba la nieve que caía en la temporada de invierno pero fuera de eso, la ciudad era un completo caos para ella. Nunca podía estar tranquila al ver tanto tráfico, ver a tantas personas en la calle y la poca humanidad que estos tenían. Vaya, ni un buenos días contestaban.

Lo bueno que en unas horas dejaría aquella parte de su vida y regresaría a la vieja.

Tras poco tiempo de haber terminado la universidad y después de haber hecho un par de llamadas. Amelie Hoffman había encontrado un trabajo en el lugar perfecto, su ciudad de origen: Beacon Hills.

No podía creer que en una cuántas horas más estaría de regreso a aquella ciudad a la que su corazón pertenecía. A la cual extrañaba y añoraba cada noche.

No había vuelto desde aquella vez cuando tenía dieciocho años.

Lo había intentado. Había intentado múltiples veces regresar aunque fuera sólo un fin de semana. Había tantas cosas que dejar en claro, tantos ciclos que quiso cerrar.

Derek Hale estaba dentro de ellos.

Lo dejo cuando más necesitaba de ella. Le escribió una carta antes de irse pero nunca tuvo respuesta. Supuso que seguía molesto con ella.

Ya no pensaba tanto en él. Derek siempre tendría un lugar muy especial en su mente y sobre todo en su corazón, pero sabía qué tal vez él ya no pensaba en ella de la misma manera y ¿cómo? Habían pasado seis años y medio desde la última vez que se vieron, de la vez que lo dejo solo en Beacon Hills.

Él tendría razón si ya no la quería.

— No entiendo tu necedad de regresar a Beacon Hills— su madre habló captando la completa atención de la chica— Nueva York tiene excelentes oportunidades de campo laboral, cosa que Beacon Hills no tiene.

— Es mi primer trabajo después de salir de la universidad, me quedan muchos años por experimentar mamá— Amelie recargo sus brazos sobre la isla de la cocina y su madre la vio con las cejas alzadas.

— Sólo digo, incluso tienes a este chico... a Andrew Pierce, esta encantando contigo.

— Mamá no quiero tener nada con...

— ¿Has escuchado que va a heredar la empresa de su padre? Es una excelente oportunidad y es un gran chico— siguió su madre y Amelie la detuvo alzando su brazos

Eighteen ; Derek Hale.Where stories live. Discover now