Capítulo 9

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CAPITULO 9

Ambos se encontraban caminando de regreso, tomados de la mano. En el fondo algo confundidos por los raros y precipitados sucesos de ese loco día.

A Edward le costaba caminar, ya que su automail estaba algo flojo, sus partes se habían dañado por el impacto de todas las caídas en aquella competencia con Winry.

De todas maneras se esforzaba para que su gritona mecánica no lo notara... Se lo diría mañana o cuando la encontrase de buen humor. Aunque ahora parecía ser un buen momento para decírselo, no lo quería arruinar con charlas técnicas y superficiales. El camino, estaba silencioso y así estaba bien, la atmosfera era muy agradable y no hacía falta de la ayuda de palabras.

Llegando a la casa de Pinako, se podía divisar que la oscuridad reinaba en el ambiente pero sin embargo, voces y golpes sordos provenían de ella.

Extrañado, el joven alquimista comenzó a agudizar el oído, para ir descubriendo que esas voces se le hacían conocidas de algún lado.

— Hace frío. Apresurémonos a entrar... — Pidió la joven mecánica con una leve sonrisa de complicidad, no comprendida por el alquimista.

Lo tomó del brazo y lo llevó arrastras, el último tramo que quedaba hacia la casa. Oyendo cada vez con más claridad esas susurrantes voces....

Al entrar los impactó el silencio, con tanta intensidad que casi pareció golpearles la cara, pero todo cambió tan de repente cuando encendieron las luces de la sala, que se encontraba en penumbras. Y un gran número de personas salió al instante de detrás de los muebles.

— ¡Sorpresa! — Gritaron todos — Feliz cumpleaños Edward!

Los ojos de Edward se abrieron de par en par totalmente sorprendido. Todas las personas a las que podía llamar amigos estaban ahí.

El coronel Mustang, la teniente Hawkeye, Breda, Armstrong, Havoc, Fury, Falman, absolutamente todos. Todas esas personas a las cuales veía muy seguido en el cuartel general y que juntos tantas veces llevaron a cabo peligrosas misiones, esas personas que querían a los hermanos Elric tal y como eran, sin importar ningún tipo de pasado. Todos tenían su propia historia y el pasado de una persona era lo que menos importaba para ellos.

Se habían reunido en una fiesta sorpresa, una fiesta para él Edward Elric. Habían dejado su trabajo para ir hasta Resembool a verlo.

— Gracias... — Susurró el joven. Fue todo lo que pudo formular debido a la emoción.

Todos observaban felices con satisfechas sonrisas en sus rostros. El enorme pastel de chocolate y fresas, con celestes velas encendidas, decoraba la mesa de la sala de Pinako.

— Feliz 17 años Ed... — Susurró la joven mecánica en su oído.

— Solo por hoy... No habrá  acero!

La voz de Mustang severa y altanera como siempre provenía del otro extremo de la sala. La teniente Riza Hawkeye estaba a su lado con sus cabellos rubios sueltos, algo muy poco común en ella. Havoc con su rutinario cigarro en los labios los observaba receloso mientras Black Hayate que estaba acunado en sus brazos lamía simpáticamente su cara, y Armstrong se limpiaba el rastro de lágrimas en sus ojos.

— Feliz cumpleaños Hermano! — Gritó Alphonse con mucha Alegría.

Su hermano menor a quien le debía tanto y con quien había pasado tantas cosas estaba ahí alegre festejando su decimo séptimo cumpleaños también, muy alegre y sin rencor alguno por los sucesos del pasado.

— Muchas Gracias a todos! ¿De quién fue la idea?

Pinako salió de detrás de toda la gente con una sonrisa triunfal y de autosuficiencia.

Falso Corazón de MetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora