Capítulo 9: "¿Que tal ellos?"

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–Pero, ¿porque? Aun no lo entiendo y no lo puedo entender –Comento frustrado un joven de 25 años–. ¿Tan malo es querer adoptar a un jodido niño? ¡No lo puedo creer! ¡Es irrelevante el que nos hayan cancelado la solicitud!

–Por favor cálmate amor –susurro su esposo.

–¡Y ni una mierda! –Grito–. ¡Quiero un hijo!

–Bebé, hey –lo llamo–. Prometo hacer lo posible por poder adoptar a un niño. Haremos lo posible ¿sí?

–Yo quiero un hijo.

Y es que a ambos hombres les habían denegado la solicitud de adoptar un pequeño. Llevaban tres años en ese intento, pero siempre les cancelaban la solicitud.

Se habían casado hace tres años. Vivían en una hermosa casa de dos pisos. Esta poseía cuatro cuartos, dos baños, una cocina, la sala y un hermoso jardín. La habían comprado un poco lejana de la ciudad.

Se encontraban en la capital para la cita que habían tenido con el juez, ¿y para qué? Para decirles que su solicitud de adoptar fue negada.

–¡Quiero un hijo! –Volvió a gritar el hombre–. ¡Iré y la pateare el culo al juez!

–Bebé, por favor –susurro en respuesta su esposo viendo que varias personas de la plaza por donde iban caminando de les quedaba mirando–. Cálmate.

–¡Y un cuerno Liam!

–Zayn, amor, mírame –agarro el rostro del pelinegro entre sus manos–. Tendremos un hijo, que digo uno. Muchos hijos.

Le dio un casto beso haciéndolo reír tontamente. Siguieron caminando entre risas y charlas animadas. Llegaron a la avenida. Donde a lo lejos vieron a tres niños. Uno estaba sentado bajo la sombra de un gran árbol, mientras que los otros dos limpiaban los vidrios de algunos carros ganándose un par de monedas.

–¡Ahhhhhhh! –grito Zayn al ver como un carro freno de golpe al casi atropellar al niño rubio.

Salió corriendo ignorando el cómo su esposo lo estaba llamando. Se acercó al niño que tenía su mano en el pecho.

–¿Estas bien? –pregunto como todo buen padre.

–Sí, solo fue un susto –contesto el rubio.

–Tenes que tene mucho cuidado, Neill –le reclamo Harry.

–Sí, amigo, Hazz tiene razón.

Zayn veía enternecido a los tres niños hablar. El cómo cada uno se preocupada por su amiguito.

–¿Cómo se llaman? –pregunto el pelinegro mientras se sentaba en el piso.

–Soy Louis –contesto el castaño con una sonrisa.

–Yo soy Niall, no Neill, ni Nill. Niall –explico el rubio su nombre.

–Yo soy Haddy –respondió tímidamente el rizado.

Zayn rio ante la ternura que tenía el pequeño al hablar.

–Mi nombre es Zayn –dijo pero fue interrumpido cuando iba a hablar de nuevo.

–Zayn ¿Por qué saliste corriendo así?

–Y él es mi gruñón esposo Liam –continuo.

El castaño sonrió a los tres niños.

–¿Son esposos? –pregunto Harry con la boca abierta y sus manitos alrededor.

–Sí –contesto orgulloso el pelinegro.

–¿Y se dan besitos? –Volvió a preguntar en un susurro. Zayn volvió asentir.

–¿Qué hacen aquí? –pregunto Liam–. Es muy peligroso el que estén en una avenida tan transitada.

Louis fue el que hablo. Les explico la situación a los dos hombres mientras estos escuchaban atentamente. Liam se sentó a lado de su esposo en el suelo mientras agarraba su mano y entrelazaba sus dedos. Harry rio ante aquella escena.

–En cambio yo no ando perdido –fue el turno de hablar de Niall–, no tengo padres, que recuerde no –Zayn hizo una mueca de tristeza–. Me escape del orfanato hace un año, y ahora vivo con ellos.

–¿Dónde viven? –pregunto preocupado el pelinegro.

–Debajo de un puente –contesto como que si fuera cosa del otro mundo Louis.

–Ahí hace fio –fue Harry el que hablo.

Siguieron hablando y hablando entre animadas risas. Los esposos se enteraron de la edad de cada uno. Les invitaron el almuerzo y la cena. Les dejaron un poco de dinero y se fueron con la promesa de volver al siguiente día.

–Es triste –comento en un susurro Zayn.

–¿Qué cosa, amor? –Liam acurruco a su esposo en su pecho.

Estaban en el sofá de su casa descansando. El pelinegro no podía sacar de su cabeza a esos hermosos tres niños.

–Que los niños estén viviendo debajo de un puente, mientras tú y yo tenemos una casa tan grande y tan sola –suspiro–. ¡Liam! –grito de repente.

Empezó a dar saltos de felicidad de aquí para allá. ¡Oh, no! ¡Oh, no! El castaño conocía lo que se venía. Él ya sabía a qué se debía tanta felicidad, tuvo una idea, Liam conocía perfectamente a su esposo.

–¿Qué se te ha ocurrido? –Pregunto Liam preparándose para la respuesta.

–¡Adoptémoslo! –grito emocionado.

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