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Yoongi suspiró mirando a su derecha, Jimin se encontraba dormitando con la cabeza recargada en la ventana, la idea de regresar a Busan estaba rondando por su mente por más de dos horas, llevarse al chico que apenas conocía y que además era menor de edad, por mucho, era una de las cosas más estúpidas que haya hecho en su vida, en ese momento no pensó en las posibles consecuencias de sus actos y ahora sólo estaba vigente el arrepentimiento. 

Aparcó en la primera estación de servicio que veía desde hace horas, la oscuridad rodeaba el camino, miró el reloj del tablero para darse cuenta que era de madrugada, se volvió y con la mano movió ligeramente el hombro de Jimin, este gimió molestó por ser despertado.

—Jimin despierta—dijo con un gruñido—. Tienes que ir al baño y a comprar algo de comer, ahí hay una tienda, pide la llave del baño—le miró con seriedad, los ojos de Jimin apenas estaban abriéndose—. Anda, el camino es largo.

Tallando sus ojos, Jimin se reincorporó, Yoongi aprovecho para bajar y cargar gasolina, estirar las piernas le dio un alivió casi inmediato, el frío de otoño mantenía frías sus manos. Estaba por cargar gasolina, cuando escuchó la puerta ser abierta, Jimin bajó con lentitud, pudo ver su mueca de incomodidad, no sabía si era por el entumecimiento de su cuerpo o porque tenía golpes más allá del rostro. Se acercó a él con ojos somnolientos.

—Ve al baño, estaremos por lo menos cuatro horas más en carretera antes de encontrar otra estación, en esa tienda puedes comprar lo que quieras—sacó de su bolsillo dinero y se lo tendió, pero Jimin no se movió—. Vamos, tómalo, me traes una coca cola y un paquete de chicles de menta.

Jimin alargó la mano tomando el dinero. —¿Puedo comprar unas galletas y un jugo?

Yoongi pensó que preguntaba por molestar, siendo que le había dicho que podría comprar lo que quisiera, sin embargo, la duda en sus ojos le dijo que no estaba bromeando.

—Puedes comprar lo que quieras.

—Entonces compraré las galletas y el jugo—le respondió con una sonrisa.

—Sí, si, como quieras—bufó desviando la mirada, cuando Jimin se alejó, Yoongi le observó con una mueca.

Jimin era un niño perdido, uno que no encontraba su lugar en el mundo, él comprendía el sentimiento, tal vez no hayan vivido lo mismo, ninguna historia es igual, pero, sabía lo que era sentirse perdido en un mar de personas, se encontró a sí mismo negando, no podía dejar que sus propios sentimientos nublaran su juicio, tenía que pensar con claridad para así tomar una decisión, una que no le llevara a la cárcel.

Sacó su teléfono y revisó que tuviera recepción, la conexión no era la mejor, pero serviría para hacer una pequeña llamada. Espero con el celular en la oreja, sin despegar la mirada de la tienda, a través de los vidrios podía ver a Jimin fisgoneando alrededor.

—¿Bueno? ¿Taemin? —preguntó en voz alta.

—¿Yoongi? Maldita sea, hasta que llamas, la tía está enojada, es mejor que la llames—respondieron en la otra línea.

Sonrió ladino al escuchar la voz de su primo. —La llamaré por la mañana, eres el único que está despierto a las tres de la mañana, quiero pedirte un favor.

—Claro, dime.

—Quiero que me consigas el teléfono de Heechul, creo que hace poco lo cambio.

—¿Heechul? —preguntó con un tono de voz diferente—. ¿Por qué? ¿Paso algo? ¿Tienes algún problema?

—No, sólo quiero hacerle una pequeña consulta, no preguntes sólo hazlo—bufó entrecerrando los ojos cuando vio a Jimin salir de la tienda con dos bolsas—. Estaré en Daegu en dos días, tengo algunas entregas, nos vemos hasta entonces, me voy.

Hosadama *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora