Capítulo 2

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~«Dunluce será, para muchos, el comienzo de una vida mejor»

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«Dunluce será, para muchos, el comienzo de una vida mejor». (Rhona Greer: discurso nro. 498, 1/1/2022).
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—¡Túnicas abajo!

Como respuesta a las palabras del sargento, todos los jóvenes pasaron las túnicas por encima de sus cabezas, y el suelo del castillo no tardó en teñirse de blanco. La escena era espeluznante: humillados hasta el extremo, miles de muchachitos desnudos buscaban el sol para resistir a los embates del otoño. Y, desde lo alto, el encargado observaba el espectáculo y sonreía con perversidad, casi como si lo disfrutara. «Por lo menos, Su Excelencia tuvo la delicadeza de separarnos por sexo. Me imagino a este pervertido en la zona de mujeres», pensó Sirhan y se apresuró a cubrir sus partes pudendas.

Miró a su alrededor un momento: estaba seguro de que su piel oscura cantaría entre aquella fila de jóvenes blancos y cabello claro. Esperó miradas furtivas y comentarios mordaces que jamás aparecieron; todos los muchachos tenían la vista fija en el piso y las mejillas enrojecidas de vergüenza. Mejor así.

—El desarraigo: el lugar donde al gobierno le importas un carajo —susurró el joven de cabello platinado que estaba delante suyo.

Sirhan tuvo el impulso de asentir, pero se detuvo: no estaba con fuerzas para disfrazarse de revolucionario y temía que los gendarmes hicieran de esa una experiencia aún más traumática. Hacía unos segundos habían apaleado a un joven con hipoacusia que no había entendido las órdenes del sargento, y los gemidos de la víctima aún se oían en los alrededores. «El desarraigo: el lugar donde al gobierno le importas un carajo» se repitió Sirhan.

—A continuación, el señor Bowie leerá un pequeño discurso que el joven Evan Greer, príncipe de este Imperio, escribió para ustedes —anunció el sargento y ayudó al hombre a subir a la piedra.

El señor Bowie era un hombrecito de menos de un metro y medio de alto, rechoncho y algo torpe. Sirhan sonrió al notar que se parecía a Humpty Dumpty: cabeza ovalada, un pequeño sombrero y unos anteojos redondos de miope que le daban un aspecto caricaturesco. Llevaba una costosa túnica color bordó que era la envidia de miles de muchachos y  una tableta en la mano derecha. Las miradas lo perforaron.

—Buenos días, queridos jóvenes. Como lo habrán notado, Su Excelencia no pudo estar con nosotros esta mañana, pero aún así preparó unas palabras de bienvenida para ustedes que les pido que escuchen con atención.

—El príncipe es muy considerado —murmuró el de cabello platinado y Sirhan abortó una risilla—. Si tan solo diera la cara de vez en cuando…

El joven príncipe era uno de los personajes más controvertidos del Imperio. Temido y admirado en partes iguales, todos se preguntaban por qué había usado una máscara dorada desde el día en que nació. Se rumoreaba que tendría alguna malformación en el rostro, o que sería una estrategia para pasar desapercibido en el desarraigo. Hacía más de dos años que Evan Greer había desaparecido de la escena pública y solo enviaba comunicados escritos en ocasiones especiales. Los periódicos amarillistas habían vigilado Dunluce y Edimburgo durante meses, pero poco a poco su rastro se había enfriado. Nadie sabía en dónde estaba.

Sin retorno © [COMPLETA]Where stories live. Discover now