Descubriendo.

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La situación era extraña, un poco melancólica, escenas que se remontaban a 10 u 11 año en el pasado, el en una lujosa cocina, mostrando sus dotes culinarios, el mismo estofado de carne, He Tian a tan solo cinco metros de el sentado en el sofá, este jugaba en el play como en antaño junto a su hijo, era una escena hogareña, familiar, común, pero extraña, para Mo Guan Shan era así, nunca se imagino la vida actual, se imaginaba cuando era joven ascendiendo, resolviendo casos, limpiando la ciudad, ahora se sentía simple objeto encargado de la limpieza, la comida, servir a He Tian como si fuera su esposo. ¿Dónde estaba su surgimiento?

El pelinegro era aquel tipo de hombre que intuía, analizaba y miraba diferentes puntos de vista, su don a través del tiempo era descifrar las muecas y malas cara  que tenía el pelirrojo, desde el ceño fruncido hasta decir basta como el simple hecho de ver sus ojos rojos tratando de no llorar, evitando sentirse débil, así que entendía lo que pensaba su chico, aquel por el había cometido las más grandes locuras.

Liu al ver que su padre estaba distraído y que el almuerzo no estaba listo, decidió ir al bosque que no estaba tan lejos, por el camino se encontró con su primo el cual le comentaba que hoy vería a su padre en una importante cena.

Hubo un tiempo donde She Li y He Tian entrenaron juntos en la misma cárcel, este le enseño cómo ser sigiloso mientras el otro a como dar golpes certeros, era como una manera de olvidar, centrarse y perdonarse por haberse odiado hace tiempo, con cautela lo aplicó situandose en la espalda de Mo el cual no reaccionó, sabía leer las presencia y aunque la de He Tian lo ponía nervioso, pudo defenderse en el acto.

—No fastidies, ya la comida está casi lista. — Trato de alejarlo, pero un aliento cálido y un susurro en sus oídos lo hizo estremecerse y quedarse en el lugar.

—¿Qué? ¿No me digas que te pongo nervioso?— Mordió un poco su oreja, con su nariz recorrió el cuello de Shan.

Con su mano fría tomo el mentón para dirigir aquel rostro exótico hacía su presencia, se quedó mirando aquella facciones únicas, mezcladas, atrayentes, todo lo que se consideraba hermoso en un hombre asiático, con ansias lo beso de manera lenta, disfrutando del contacto de sus labios, y la extraña suavidad que había en ellos, el sabor a mentas mezclado con el de café, alientos cálidos y besos tras besos bañados de humedad, sin mencionar el roce de sus lengua, Mo Guan disfrutaba de aquel contacto con leves jadeos, dejándose llevar por el momento, dejándose llevar por el contacto de sus pieles caliente.

—Escuchame porque no repito, mi objetivo es tu libertad, pero también que seas mío. — Rozó su nariz con la de el, está vez ubicando la mano en la cintura del joven. — Pero entendí que no puedo arruinar tu vida y sueños de ese modo, por ende vuelves a la policía, con el cargo que habías dejado, del resto te encargas tú.

Mo lo sostuvo del brazo con fuerza, aquella mirada fiera volvía cargada de emoción, entusiasmos, pasión felicidad, tan solo con aquella palabras He Tian le había regalado el gozo de ser alguien en la vida, pero debía estar seguro pero como cualquier animal salvaje tenía que lanzar su defensa para estar seguro.

—No quiero tu lastima, si necesito empezar de nuevo lo haré, estoy capacitado. — Lo soltó aunque el fondo sabía que volver al cargo que el tenía no era fácil, y el había estudiado y entrenado mucho.

—No, deja de pensar así, si de algo te sirve no tendrás que empezar de nuevo, desperdiciando más años en algo que ya sabes, pero si quieres un cargo más alto jodete como lo hice yo. — Le sonrió, le gustaba ver aquella emociones en tan hermoso rojizos, beso su nuca y se fue a sentar mientras se tocaba el pecho, aún no sanaba la herida.

Shan le sonrió y volvió a lo suyo conteniendo su llanto, mordiendo su labio y sintiendo un leve ardor en todo su cuerpo, no solo aquello lo había emocionado, el cuerpo frío de Tian contra el suyo despertó aquel fuego que ansiaba quemar tocando lo que por ley, tiempo, orden y efecto le pertenecia.

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