Flourish y Blotts

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—¡Viviane Riddle! ¡Sal ya de tu escondite!

Era 29 de Agosto y un joven rubio de 12 años paseaba por el jardín de su casa mientras buscaba a su mejor amiga. Habían estado jugando al escondite durante una hora, en la cual el rubio no había podido encontrar a la chica.

—¡Vamos Viviane, mi padre se va a enfadar! ¡Nos está esperando!

Seguía sin haber rastro de la chica, y el muchacho ya estaba empezando a enfadarse, sabía que su padre tenía poca paciencia y no era bueno ponerlo a prueba.

—¡Tú ganas Merope! ¡Me rindo!

Tras esas palabras, de un árbol cercano cayó una chica de cabello rubio, rizado y ojos de un gris hipnotizante. Llevaba unos vaqueros y una camiseta negra, sobre estos, una capa del mismo color con el escudo de una serpiente y en sus manos llevaba un cuaderno negro que había llegado a su poder unos días atrás.

—¿Otra vez con ese cuaderno Viviane? No te has separado de él desde que padre te lo dio cuando llegaste.

—Déjame Draco, es lo único que tengo de mi padre.

La jóven se dirigió a la gran mansión que se erigía frente a ellos dando por finalizada esa conversación.

—¿Y desde cuando sabes trepar árboles?

—Me enseñó mi hermano Maeson este verano.

Ese verano la jóven había viajado hasta Estados Unidos dónde había descubierto que era una semidiosa y que tenía varios hermanos por parte de su madre, Atenea, diosa de la sabiduría y la estrategia en el combate.

Claro que cuando le hablo a sus amigos de su familia omitió el detalle de que existían los dioses. La tomarían por loca.

Ambos muchachos entraron a la mansión dónde les esperaba un hombre de facciones muy similares a las del jóven. Fueron hasta la chimenea y una vez allí usaron la red flu para llegar hasta el Callejón Diagon para comprar sus útiles escolares.

En primer lugar fueron a una tienda lúgubre y oscura en el callejón Knockturn, un lugar nada aconsejable para ir solo. La tienda se llamaba Borgin y Burkes. Los tres magos entraron a la tienda y los dos jóvenes comenzaron a recorrerla.

En un estante de cristal cercano a una gran chimenea de piedra había una mano cortada puesta sobre un
cojín, una baraja de cartas manchada de sangre y un ojo de cristal que miraba fijamente. Unas máscaras de aspecto diabólico lanzaban miradas malévolas desde lo alto. Sobre el mostrador había una gran variedad de huesos humanos y del techo colgaban unos instrumentos herrumbrosos, llenos de pinchos. 

El señor Malfoy cruzó la tienda, mirando vagamente los artículos expuestos, y pulsó un timbre que había en el mostrador antes de volverse a su hijo y decirle:

—No toques nada, Draco. Tú tampoco Viviane.

Draco, que estaba mirando el ojo de cristal, le dijo:

—Creía que me ibas a comprar un regalo. A los dos.

—Te dije que os compraría una escoba de carreras —le dijo su padre, tamborileando con los dedos en el mostrador.

—¿Y para qué la quiero si no estoy en el equipo de la casa? —preguntó
Malfoy, enfurruñado—. Harry Potter tenía el año pasado una Nimbus 2.000. Y obtuvo un permiso especial de Dumbledore para poder jugar en el equipo de Gryffindor. Ni siquiera es muy bueno, sólo porque es famoso...

—Famoso por tener esa ridícula cicatriz en la frente...Yo creo que solo es un engreído. Además, si ese Potty puede estar en su patético equipo, nosotro podemos estar en el nuestro.

La Heredera De Pandora (LDDV II)Where stories live. Discover now