Halloween

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Llegó octubre y un frío húmedo se extendió por los campos y penetró en el castillo. La señora Pomfrey, la enfermera, estaba atareadísima debido a una repentina epidemia de catarro entre profesores y alumnos. Su poción Pepperup tenía efectos instantáneos, aunque dejaba al que la tomaba echando humo por las orejas durante varias horas. Como Ginny Weasley tenía mal aspecto, Percy le insistió hasta que la probó. El vapor que le salía de debajo del pelo producía la impresión de que toda su cabeza estaba ardiendo. Viviane también tuvo que tomarlo por insistencia de sus amigos, que decían que salir a correr todas las mañanas le daba un aspecto cansado.

Gotas de lluvia del tamaño de balas repicaron contra las ventanas del castillo durante días y días; el nivel del lago subió, los arriates de flores se transformaron en arroyos de agua sucia y las calabazas de Hagrid adquirieron el tamaño de cobertizos. El entusiasmo de Marcus Flint, sin embargo, no se enfrió, y por este motivo Viviane, a última hora de una tormentosa tarde de sábado, cuando faltaban pocos días para Halloween, se encontraba volviendo a las mazmorras, calada hasta los huesos y salpicada de barro. Aunque no hubiera habido ni lluvia ni viento, aquella sesión de entrenamiento tampoco habría sido agradable.

Ese día, Viviane había quedado con Cedric Diggory para charlar ya que no habían tenido muchas ocasiones de verse en lo que llevaban de curso. Sin embargo, Viviane lo consideraba un buen amigo. Dado el frío que hacía, se reunieron en las cocinas, dónde el chico consiguió convencer a la Slytherin de que se saltase la dieta.

—Así que, tienes bastantes hermanos al parecer—dijo Cdric mientras comía pastel.

—Si, he descubierto que tengo una familia un poco disfuncional.—Viviane se quedó un rato sonriendo mirando a los elfos trabajar—¿Oye Ced, no te gustaría tener hermanos?

—Bueno, debes prometer que no se lo contarás a nadie, es un secreto familiar.

—Puedes confiar en mi—dijo Viviane poniendo una mano sobre su hombro.

—Tanía una hermana, Maysha Diggory.

—¿Qué pasó con ella?

—Murió. Tenía una enfermedad muggle, no pudimos hacer nada por ella.

Sin decir nada, Viviane abrazó al castaño y se quedaron así durante largo rato.

—Debió ser horrible. ¿Qué edad tenías?

—10 años, ella tenía nueve. Aún recuerdo como corría por la casa con sus dos coletas. Me habría gustado que estuviera aquí en Hogwarts conmigo.

—Te entiendo, me encantaría que mis hermanos estuvieran aquí. Annabeth estaría encantada con el castillo, los gemelos sin duda conocerían cada secreto, Maeson, bueno, mejor que no venga, creo que destruiría todo Hogwarts en alguno de sus desastres.

—¿Se parecen a ti?

—Annie y yo somos prácticamente iguales, y Maeson es nuestra copia pero en chico. Malcolm también se parece a nosotros, solo que su pelo es algo más rojizo, los demás tienen el pelo oscuro. Aunque todos tenemos los ojos grises, y nos encanta saber cosas.

—Me gustaría conocerles algún día.

—Te caerían bien.

Cuando Viviane llegó a la sala común, la luz de la chimenea iluminaba las mullidas butacas en que los estudiantes se sentaban a leer, a hablar, a hacerlos deberes. Una vez allí Viviane se sentó a leer los libros junto a sus amigos que hacían tareas.

Cuando llegó Halloween, el colegio estaba preparando la fiesta de Halloween; habían decorado el Gran Comedor con los murciélagos vivos de costumbre; las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres habrían podido sentarse dentro, y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para el espectáculo.

El banquete estuvo a punto de hacer que Viviane abandonase su dieta, pero entonces recordó lo que Quirón le había dicho sobre mantenerse en forma. Así que a las siete en punto, los cinco amigos se encontraban en el Gran Comedor, que estaba lleno a rebosar y donde brillaban tentadoramente los platos dorados y las velas. Media hora antes de que acabara el banquete, Viviane se disculpó diciendo que iba al baño, y con la mirada ida se levantó de la mesa y salió del comedor.

Caminó por los pasillos, subió las escaleras y llegó hasta el baño del segundo piso donde se encontraba ya una chica pelirroja. Viviane se acercó a uno de los lavabos y entonces, como si se encontrase junto a Apollo comenzó a hablar:

—Ábrete. Despierta.

El lavabo retrocedió y una gran serpiente salió entonces de las cañerías. El pio se estaba encharcando. Viviane y la pelirroja salieron del baño acompañadas de la serpiente. Llegaron hasta un pasillo donde se encontraron a la señora Norris.

Viviane volvió al Gran Comedor dónde se unió a sus amigos para terminar el postre. Ella se permitió tomar algunas pastas de calabazas.

La cena terminó de un momento a otro y los estudiantes comenzaron a salir. Subieron las escaleras y llegaron hasta el pasillo del segundo piso. Delante de ellos, algo brillaba en el muro. En el espacio entre dos ventanas, brillando a la luz que arrojaban las antorchas, había en el muro unas palabras pintadas de más de un palmo de altura. LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA.TEMED, ENEMIGOS DEL HEREDERO. Justo delante de la inscripción se encontraban Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger.

Al acercarse más, notaron la sombra negra que se veía debajo. La Señora Norris, la gata del conserje, estaba colgada por la cola en una argolla de las que se usaban para sujetar antorchas. Estaba rígida como una tabla, con los ojos abiertos y fijos. La charla, el bullicio y el ruido se apagaron de repente cuando vieron la gata colgada. Cuando se hizo el silencio entre la masa de estudiantes, que presionaban hacia delante para ver el truculento espectáculo, alguien gritó en medio del silencio:

—¡Temed, enemigos del heredero! ¡Los próximos seréis los sangre sucia!

Era Draco Malfoy, que había avanzado hasta la primera fila. Tenía una expresión alegre en los ojos, y la cara, habitualmente pálida, se le enrojeció al sonreír ante el espectáculo de la gata que colgaba inmóvil. 

La Heredera De Pandora (LDDV II)Where stories live. Discover now