III

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—¿Qué haces aquí?— fue lo único que pude formular con mis labios al ver a la persona más detestable por el otro lado de mi puerta

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—¿Qué haces aquí?— fue lo único que pude formular con mis labios al ver a la persona más detestable por el otro lado de mi puerta.

—Pues solo vengo a llevarte al evento cariño—se expreso de manera repulsiva.

— Yo jamás acepte ir contigo Óscar, te pido que te retires— mencioné.

—amor, cuando aceptarás que estás obsesionada conmigo y es por eso que me evitas— contestó el pelinegro.

—Si estoy obsesionada con que te vayas al puto infierno y me dejes vivir en paz, ¿Qué parte no entendiste que me das asco?—trate de decir las palabras más dolorosas para que se fuera.

Trate de cerrar la puerta pero este lo evitó y miro a Gerardo.

—Veo que andas de zorras ofrecida como lo hacías en primer año de secundaria— vi como dio media vuelta y se alejo de la puerta.

Me hervía la sangre a más no poder, tenía ganas de partirle la cara y hacer que se callara de una buena vez.

—¿De qué carajos está hablando violeta?— escuché la voz de Gerardo aun lado mío.

—A caso no sabes de la fama que tiene esta golfa en tiempos pasados— volvió a verme.

—Mira idiota, te largas o en este instante te corto los huevos que te cargas como para venir a insultarme hasta mi casa— dije enfadada.

Tenía dos opciones, destruir este hermoso vestido el cuál me costó conseguir hace un mes o mantenerme en perfil bajo.

Al diablo todo, desde un principio no quería ir a ese evento.

—¿Quieres que le cuente a tu querido invitado lo que estuvo apunto de pasar en aquél salón hace dos años atrás?— me miró de manera retadora.

— ¿Y tu quieres que te parte los pocos que tienes?— salí de mi casa ignorando a Gerardo el cuál se encontraba detrás de mi evitando que me alterará más.

—Trata de golpearme maldita gorda estúpida— trato de darme un puñetazo en la cara.

Hijo de puta, primero viene a mi casa a insultarme, ahora trata de golpearme. Mi paciencia hasta aquí se ha terminado.

Esquivé el golpe y mientras lo esquivaba le di una patada por su costado derecho. Ni mis padres saben que cuando se encontraban cuidando a su hijo yo me escapaba para practicar boxeo con un amigo de la familia.

Él chico me da un golpe en el estómago, me dolió demasiado, pero ¿por qué demonios lo estoy dejando que haga lo que quiera? yo tengo fuerza no tanto pero la tengo.

—¡Violeta!— Escuche la voz de Gerardo mientras mi vista se comenzó a nublar.

Me sentí mareada no se si por el golpe o a causa de aún no comer, pero caí. Lo último que recuerdo es que me encontraba en el suelo y desperté en mi habitación.

Cartas que nadie leerá [Cartas #1]Where stories live. Discover now