Capítulo 13

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El desayuno terminó y todos agradecieron a la tía Lord por la invitación. Rouse de nuevo se puso de pie antes que todos y se fue a la casa, en la sala llamó a su amigo, su buen amigo quien contestó la llamada en unos segundos.

─Buenos días, Jimin.

─Buenos días a ti también, ¿Cómo estás? ─su voz se sentía ronca desde el otro lado de la llamada, recién despertaba.

─Estoy bien, ¿tú? ¿Cómo va tu mañana?

─Recién acabo de despertar, así que supongo que aún no la inicio... ─hubo un pequeño silencio, él lo inició y él mismo lo rompió─. ¿Te gustaría desayunar conmigo?

Ella sonrió, a pesar de que él no la veía, ella imaginaba que lo tenía en frente, y se le escapaba la sonrisa de los labios.

─¿Dónde nos encontramos?

Desde ese beso, las cosas habían cambiado. Esa noche ella no pudo dormir pensando en él, en las consecuencias que conllevaba amarlo. Sobre todo por el pasado, porque no se sentía así desde hace mucho, extrañaba esa sensación, esa oportunidad de amar.

─¿Quieres que pase por tu departamento? ¿Quieres ir a algún lugar? ¿O quieres desayunar aquí conmigo? ─la forma en la que hablaba, era evidente que estaba sonriendo y ella sentía sus leves intenciones de coqueteo.

─Estaré en tu apartamento en quince minutos.

***

Tocó el timbre dos veces. Un Jimin despeinado y jadeante la recibió en la puerta, con una sonrisa ligera y natural. Su cabello estaba desordenado y su camisa estaba arrugada, tal vez esos quince minutos no fueron suficientes para que Jimin pudiera arreglarse por completo como deseaba.

─Pasa, eres bienvenida ─Jimin abrió la puerta por completo y la cerró en cuanto ella se adentró a su departamento. Se puso delante de ella y ambos sonrieron sin mostrar los dientes; la abrazó. ─Será un gran desayuno ─expresó en voz baja.

─Lo que sea que estás friendo, se está quemando.

─¡Oh! ¡El tocino!

Rompió con brusquedad el abrazo y fue corriendo a la cocina, una Rouse sonriente le siguió.

El ambiente no estaba extraño o incómodo, se sabía que no era el mismo de antes pero no tenía miedo de avanzar a ese camino en el que ya había iniciado desde que le besó.

No sabe desde cuándo, cómo o por qué, pero se siente inmensamente encantada ante Jimin. Y no sólo por du físico, que ahora mismo se ve sexi, tan concentrado en la cocina. Sino también porque él la quiere, y la quiere de verdad.

─Espero que te guste el tocino porque hice mucho ─sonrió mientras le alcanzaba un plato con la comida.

Ella y había desayunado, pero sonrió y empezó a comer.

No estaba nada delicioso, para ser realista; pero sonrió y él le devolvió la sonrisa. Esa acción desapareció en cuanto comió un poco de lo que había preparado, escupiendo de inmediato lo que estaba a punto de tragar.

─Lo siento pero no está nada rico
─rio ella, mientras tomaba unas cuantas servilletas.

Vio desde su ángulo a Jimin, quien se fue al lavadero y se enjuagó la boca.

─Perdón ─expresó él apenado y al mismo tiempo sonriendo─. Tal vez deberíamos de comer en otro lado.

─¿Puedo preparar algo? ─él la miró─. Puedo prepararte algo si quieres... Yo no tengo hambre.

─Mi cocina es toda tuya.

***

─¿Cómo no se me ocurrió antes?
─dio otro mordisco─. Esto está delicioso ─suspiró lleno de satisfacción.

Los panqueques siempre eran los desayunos perfectos, sobre todo para los niños. Jimin no era exactamente un niño pero ella quería consentirlo. Se le veía feliz comiendo lo que ella había preparado para él.

Ambos sentados en el sofá, frente a la inmensa ventana que deja ver la ciudad, pero ellos se estaban mirando entre sí.

─¿Segura que no quieres? Está muy rico ─se acercó más a ella con la intensión de compartir su comida.

No era la primera vez que insistía, las primeras tres vece las rechazó. A tanta insistencia decidió probar lo que ella misma había preparado.

Jimin le dio un poco del panqueque acompañado de la miel y de la fresa, un leve hilo de miel quedó colgando en el labio de Rouse, lo que dejó absorto a Jimin. No dejaba de ver sus labios mientras ella solo se concentraba en saborear el desayuno.

─Está delicioso porque lo hice yo.

Jimin lamió su dedo gordo escasamente, luego de eso pasó el mismo dedo sobre el labio de Rouse, quien apreciaba su rostro, expresando dedicación ante sus labios.

Jimin terminó de quitar esa miel y miró sus ojos.

─Es que tenías miel ahí ─señaló la comisura de su labio.

Ella no tenía que ser cruel consigo misma, mucho menos con él.

─Si te pido que me beses... ¿Lo harías?

Él sonrió y asintió ante su pregunta.

─Entonces por favor bésame.

Jimin dejó el plato con la comida a la mitad sobre la pequeña mesa que se encontraba delante de ellos. Sus ojos brillaban, y sus nervios eran evidentes a pesar de que trataba de ocultarlos. La chica que tanto le gusta le había pedido que la besara. Eso era un logro para alguien que ha estado enamorado por mucho tiempo.

A pesar de que ella no estaba completamente enamorada de él, lo quería de alguna manera. Tal vez solo quería sentirse amada, o sentir sus labios, o solo quería jugar; aún no lo sabía. De lo único que estaba segura; era que él era feliz si ella le pedía que la besara.

Jimin se acercó por completo a ella y acarició su rostro mientras la observaba minuciosamente, la sonrisa se escapaba de sus labios y era inevitable no dejar de verla. Ella le sonrió nerviosa, lo estaba a pesar de no amarlo. Jimin acomodó su cabello de ella tras su oreja, así la podía ver mejor.

─Te quiero tanto Rouse...

No mentía, nunca mintió. Él la quería. Al principio no sabía por qué la quería, pero lo hacía. Ahora la quiere no solo por un rato, tal vez la quiere para toda la vida sin un punto y coma, sin detener el párrafo, sin un punto final.

No mintió cuando dijo que la esperaría incluso si ella conoce a alguien más.

Rouse era un tipo de amor que no se olvida, y lo sabe incluso cuando ella aún no ha dicho ni demostrado que lo ama. Pero él lo siente así.

No sabe qué es el amor, mucho menos sabe qué se siente tener el amor de ella; pero quiere averiguarlo.

Puso sus labios sobre los de ella delicadamente. Tomó más confianza cuando ella rodeó su cuello con sus brazos, atrayéndolo más a él.

No sabía lo que quería, pero él solo se estaba dejando llevar por sus labios.

Su labio inferior se deslizaba con naturaleza sobre el de ella, abrió levemente sus labios para jugar entre ellos.

Sintió algo caótico en su estómago. Y no, no eran mariposas, esa metáfora ya había pasado de moda en el amor. Pero sin duda sentía algo ahí dentro, como cosquillas, y eso lo sentía solo cuando Rouse estaba cerca.

Después de un AdiósWhere stories live. Discover now