PROLOGO

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Primero llegaron los primordiales. Criaturas salvajes fortalecidas por la magia hasta alcanzar gran altura y convertidas en colosos de poder inmenso lucharon entre si durante años incontables. Sus batallas arrasaron la tierra y acabaron con todo aquello que se encontraba a su paso. El canto de las apariciones siguió propagada por la tierra y el poder de su aliento doto de forma a nuestra almas, así fue como salimos nosotros de las estepas

Los titanes se pusieron sobre las tribu de sangre salvaje. Pero descubrieron que no se acobardaban. Descubrimos el secreto de la espada y, en las tinieblas de las de las candentes forjas de las montañas golpeamos el acero hasta que tuvo la fuerza para destrozar el hueso y serenar la carne.

Así fue como cobramos entidad surgidos de la roca y el fuego. Humildes al nacer pero exaltados por la fuerza de nuestra voluntad. Mereciendo la bendición de los primordiales , forjamos una espada y un escudo, y llevamos el martillo a los ancestrales. Reclamamos el dominio de la creación por derecho de sangre y de magia, y así fue como sobrevino la era del hombre

Cuando las bestias ancestrales fueron repetidas hasta sus yermos valles, nos alzamos en su lugar. Sembramos tierras fértiles, criamos bestias de carga y erigimos ciudades inmensas. En el trono de obsidiana del palacio sagrado coronamos al rey Ormero. El padre, el primero de su linaje, para que gobernarse a perpetuidad. Levantamos la catedral de la reflexión para venerar a los primordiales y fundamos la orden de caballeros. Nuestros hijos eligieron la senda de la espada o la alquimia cuyas obligaciones honran de igual medida a los dioses

Nos regíamos por un sentido de justicia, pero eso no quiere decir que no hubiera luchas entre nosotros. Nuestras torres cayeron derivadas por tormentas y grandes terremotos, las tribu bárbaras atacaron nuestros campos en busca de los grandes dones que había prodigado la madre naturaleza a nuestro mundo y la música del canto de las apariciones amenazó con sumir en la locura a los hombres inferiores. Nosotros no lo éramos. Defendimos lo que nos había regalado los primordiales, nuestras tierras y el derecho a disfrutar de sus riquezas. Repelimos a las hordas bárbaras y fortalecimos nuestra determinación. Nos alzamos sobre el fuego con nuestros cuerpos y nuestras espadas templados, con una voluntad inquebrantable forjada al calor de la batalla y surgido de aquel crisol fue el corazón de nuestra legión. La orden de los caballeros de la mesa redonda


Fin del prólogo

Estoy intentando resolver el problema con el primer capitulo por ahora tendrán que conformarse con el prólogo

THE CRY OF PHOENIXWhere stories live. Discover now