00. Deleite

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-¡Sorpresa!

-Kuro, no jodas ¡¿por qué me trajiste a este lugar?! -reclamo molesto el de cabello largo, que en esta ocasión lo tenía tomado en una especie de moño desordenado; lo dijo entre gritos para lograr ser escuchado ya que había mucho ruido y alboroto.

No se lo podía creer.

Miró con claro desagrado el lugar donde había sido arrastrado por su mejor amigo de la infancia, parpadeo repetidamente, las luces de colores intensos le causaba dolor de cabeza, sin mencionar el elevado volumen de la musica y lo peor no era eso; sino las personas con ropa provocativa caminando por el sitio con gran libertad atendiendo a los que parecían ser clientes. Kenma se maldijo así mismo por haber terminado en un lugar tan lascivo, quería salir corriendo y dejar al pelinegro abandonado en las recurridas calles de Tokio.

-Bueno, vamos a tomar asiento -indicó Kuroo con una sonrisa malvada e intentando convencer al menor.

-¡Ni hablar! me voy de aquí...

En ese momento los ojos de los trabajadores se posaron en ambos, ojos que decían que no los dejarían ir por nada del mundo; era una perfecta instancia para mandar a su mejor empleado a encantar a esos chicos para que se quedarán.

-Shoyō, ve por ellos~ -canturreo una mujer a lo lejos.

Kozume pudo ver a los lejos como un chico de cabello anarajando, volteo y empezó a caminar en su dirección con una linda sonrisa.

No podía engañarse a sí mismo, aquel pequeño pelirrojo era lo siguiente a encantador; pero aún estaba resignado a seder, sus vagos ojos examinaron al chico con calma para saber a qué se estaba por enfrentar, era bajo de estatura, a simple vista sus rasgos eran finos y su piel algo bronceada, su buen físico era notable. Sintió una punzada al notar su vestuario, llevaba puesto un diminuto y ajustado traje de conejito, desde las orejas hasta el rabo cual algodón.

Dios santo, se dijo a sí mismo.

De verdad no sabía cómo mierda había terminado en un club erótico, tan sólo hace unas horas estaba en su oficina jugando el videojuego que había esperado con ansias y que lastimosamente era una basura, estaba molesto, aburrido y algo estresado por el trabajo; no tuvo otra opción que llamar a su mejor amigo para ir por unas copas o simplemente ir a cenar a gusto a un restaurant de ramen o un café de gatos. Obviamente esos no eran los planes de Kuroo Testurō, estaba preocupado, el hecho de que su mejor amigo estuviera casi veinticuatro horas frente a un pc y con nula vida social/amorosa/sexual. Siendo sincero al de ojos color ámbar no le molestaba su estilo de vida, al contrario la prefería ante todo, hacer las cosas vía online se le hacia más cómodo y así no tenía que lidiar con su ansiedad social, se le hacía lo mejor para su persona.

-Buenas noches, amos -se había perdido tanto en su mente que no se percató que el chico ya estaba a pocos centímetros de ellos.

-Buenas noches, somos nuevos aquí ¿podrías explicar cómo es todo en este lugar? -saludo el pelinegro por ambos, a la vez que miraba el sitio.

-Sip, para eso estoy ¡síganme, los llevaré a su mesa! -habló con entusiasmo al mismo tiempo que se posicionada entre los dos mayores y los tomaba de sus brazos para hacerlos caminar.

-¡Oh! lo siento, bonito. Yo soy casado -mostró su dedo anular de la mano izquierda con orgullo, a lo que se zafo del agarre -Pero te dejo a mi querido mejor amigo y a su gordo bolsillo.

A veces sentía que Kuroo más que su amigo, era su enemigo y que le encantaba meterlo en situaciones incómodas.

-Le diré a Tsukishima-kun para que ojala te castre -dijo molesto aún siendo sujetado por el contrario.

Delight // kenhinaWhere stories live. Discover now