02. Sumisión

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Hinata lo miro atónito, sus oídos no le estaban fallando, escucho claramente cada palabra que pronunció el hombre que tenía en frente y mierda; siendo extremadamente sincero no sabía que hacer. Bueno, él no hacía nada con un alguien sin consentimiento de por medio, tanto como si mismo y su acompañante, su trabajo en sí era brindarles compañía a los hombres, pero ya el tema de tener alguna aventura con alguno de ellos era decisión de cada trabajador, aunque el local tomaba la total responsabilidad por si eso llegaba a suceder y más si era algo malo, en eso el pelirrojo estaba muy agradecido. No estaba obligado a tener sexo con nadie que el no quisiera y si un cliente era muy insistente e irrespetuoso, podía reportarlo y aquel nunca daría un paso dentro del club.

Eso estaba más que bien para el, ya que el a pesar de sus pintas, no era nada un santurron y en verdad disfrutaba juguetear con sus queridos clientes.

-No te confundas, yo no soy una puta... a menos que yo quiera -finalmente estaba sacando las garras, el de orbes almendras estaba siendo muy áspero con sus palabras.

-Uhm, yo nunca he dicho que sea así... pero si quieres ser mi puta. De verdad no tendría problema alguno.

El pelirrojo lo miró con una pequeña sonrisa en sus labios, pero aun así dudaba un poco de que hacer en esa situación, tenía en frente a un hombre joven, apuesto y lo más probable con mucho dinero; le llamaba la atención, si. Pero no era algo que le sorprendiera, el ya tenía más de un amo con esas características.

-Mi turno ya está a punto de terminar, iré a cambiarme -dijo en apenas un murmuró y eso fue muy difícil de escuchar para Kenma, sólo pudo distinguir la palabra cambiarme.

Luego de eso, el menor se fue dejándolo sólo en aquel sofá de cuero color negro, de nuevo había quedado hipnotizado con el trasero ajeno que se veía tan apetitoso como rebotaba sin mayor esfuerzo. Ya sentía que no tenía nada más que hacer en ese lugar, así que no dudo en pedir la cuenta y pagar con billetes de alto valor a pesar de que eso no costaban las bebidas que había consumido, pero le daba igual, podían quedarse con el cambio.
Se dispuso a caminar hacia la salida con su mente inundada sobre sí era capaz de manejar si quiera, era cierto que la ebriedad había abandonado su cuerpo, pero su cabeza dolía como mil demonios y estar totalmente sobrio ya no le gustaba en lo absoluto.

-Aguarda ¿usted le dio la propina correspondiente a su chico? -un chico grandulón lo detuvo en la entrada, bloqueándole el paso de salir de aquel local.

-¿Mi chico? ¿qué? -preguntó sin saber a lo que se refería.

-Si no me equivoco tú estabas con Shōyō y no puedes abandonar el lugar a menos que le hayas dado una buena propina, el es uno de los mejores aquí y no dejaremos que un aprovechador se vaya así como así.

-Esper... -no pudo terminar la palabra, por la mano que sintió envolver su brazo derecho.

-Tranquilo Aone, el viene conmigo y créeme que no lo dejaré ir hasta que me pague de buena forma -hablo el menor a su lado, haciéndose el gracioso mientras descansaba su cabeza en el hombro ajeno.

-Está bien, cuídate Shou y ya sabes que hacer en esos casos.

Hinata se despidió con un beso de aquel albino, se notaba que eran cercanos y por alguna razón extraña eso hizo fruncir el ceño al de ojos gatunos, estaba algo extrañado de que el pequeño lo siguiera; noto que ya no llevaba ese disfraz por desgracia, se había cambiado por un suéter color blanco que le quedaba unas tallas más grandes y un short negro que apenas se podía notar por la gran prenda que llevaba encima. No podía negarlo, se veía extremadamente tierno y se sonrojo al darse cuenta que se le había quedado viendo por un largo tiempo mientras caminaban.

Delight // kenhinaWhere stories live. Discover now