03. Placer

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Era un total locura lo mucho que le ponía ese hombre, pero no sólo el tenía la responsabilidad, su cuerpo estaba completamente sensible ese día y eso no era beneficioso para su persona, menos por las ambas manos que apretaban su trasero que fuerza y que quizás luego dejarían rojizas marcas en su blanca piel, se vio obligado a aferrarse al cuerpo ajeno tras ser alzado por los muslos causando una fricción entre sus partes íntimas que hizo que el menor se escondiera bajando la cabeza y apretando puños, conteniéndose lo más posible, si es que eso era posible ya que sentía que no podía más. Kozume a pesar de las ganas que tenía estaba decidido a llevarlo a su dormitorio, aunque follarse a ese chico en la entrada de su casa era algo tentador, quería algo más cómodo para aquella noche y nada mejor que su habitación donde tenía todo lo necesario, tenía una clara idea en su mente lo que llegaría a ejecutar en el lindo cuerpo ajeno; se sentía impaciente por escuchar gemidos retumbando en las cuatro paredes, su cama hecha un desastre por fluidos corporales y llena de juguetes sexuales, sin mencionar lo mucho que deseaba ver las lindas expresiones de placer que podría llegar a ser el lindo pelirrojo.

El mayor justamente no tenía la virtud de la paciencia y menos cuando este estaba tan caliente, a obscuras abrió la puerta de su habitación y con ningún cuidado alguno tiro al chico sobre el colchón, Shōyō se relajo un poco al sentir la suave cama donde había caído recostado y dirigió sus ojos almendras a donde estaba el mayor, este se sacó la chaqueta, aflojó su corbata y desabrocho dos botones de su camisa dejando a la vista un poco del pecho y clavículas.

–¿Quizás debería ser gentil? –dijo en voz alta a la vez que miraba al menor, que estaba mirando el techo y era capaz de escuchar su acelerada respiración –Mmh, solo lo tendré en cuenta por ahora.

Paso ambas manos por su largo cabello, tirándole hacia atrás para que no le estorbara, prendió la luz del cuarto dándole una vista clara a ambos, se dirigió a su armario donde justamente lo que menos contenía era ropa y sonrió al abrirlo en par, sus ojos ámbar examinaban todo lo que había ahí; desde cuerdas, mordazas, trajes y sobre todo juguetes de todo tipo. Hinata fue espectador de eso y soltó un gemido tan solo imaginar lo que se le vendría.

–Un arnés se vería lindo en ti ¿no crees? –hablo acercándose tras haber cerrado las puertas del armario, eso sólo significaba una cosa.

Kozume camino hasta la cama, se paro frente de ella y con dos de sus dedos hizo un gesto para que el menor se acercara, este se articulo y gateo hasta el borde de la cama, apoyado en sus rodillas miró a su amo hacia arriba. Tanto como los orbes ámbar y almendra chocaron, el bicolor se agachó un poco para estar a la altura del rostro ajeno y pasó su pulgar por los labios rosados.

–No es necesario que seas gentil, daddy –aquellas palabras del pelinaranja habían sido su propia sentencia.

–Tampoco te creas tanto, no creo que puedas soportarlo... así que sería bueno que desde ahora vayas rogando por piedad y quizás así no joda tu culo con tanta fuerza.

Luego de eso Shōyō pudo sentir las frías manos explorando por abajo de su suéter, su cintura era pequeña y al mayor le gustaba repasar esa parte en particular; al pequeño se le escapo un gemido tan solo sentir que tomaba sus pectorales y los apretaba con fuerza, haciendo que dolieran, una marca rojiza no tardó en aparecer en ellos. En un arrebato la pendra superior abandono su cuerpo, dejándolo desnudo de la cintura hacia arriba y de la nada Kenma se alejo un poco, enseñándole un arnés de cuero color negro que prácticamente era como estar desnudo si no fuera por las amarras que pasaban desde su pecho hasta su entrepierna.

El mayor lo empujó para atrás, cayendo de nuevo contra el colchón sólo que ahora una de sus manos acariciaba sus muslos y ahora el estaba sobre el, Hinata buscaba desesperado los labios ajenos para generar un beso lleno de lujuria y para que esto se cumpliera, tiro de la corbata color roja, sentía como sus bocas estaban muy calientes al estar juntas que eso le causaba temblores; la boca del bicolor fue bajando por el cuello, mordisqueándolo y dejando chupetones que pronto quedarían morados, el contrario sólo se retorcía y arqueaba la espalda por la gran sensación. Cada vez descendía más por la bronceada piel, paseaba su lengua por toda la longitud de esta y más en los tiernos pezones rosas, Shōyō se sentía en la gloria por esa áspera lengua explorando aquella zona erógena que le causaba espasmos y por la intensidad no pudo evitar tirar el cabello largo bicolor, hecho que Kenma no perdonaría y le daría un buen castigo por eso, pero estaba tan sumergido en lo que hacía que lo ignoro por completo.

Delight // kenhinaWhere stories live. Discover now