Sangre, sudor y lágrimas

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Los siento mucho! :" 💛

...

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-Siéntate pequeña- hasta ese apodo le sonaba repugnante viniendo de ese Señor, miró como señalaba la silla colocada enfrente de su enorme escritorio. Suspiró con pesadez y se acerco haciendo sonar sus tacones negros de punta- ¿Cómo está tu abuela?- dejo escapar una vez mas el humo blanco de su boca, aspirando ese aroma a tabaco que picaba.

-Bien- se limitó a decir formando una sonrísa con sus labios remarcados de un rojo intenso, el Señor Min sonrío de lado apagando su cigarro puro en el cenicero, tan fino y poco predecible.

-Eso es bueno, nunca eh olvidado a esa viejita- sonríe y la castaña solo tiene ganas de vomitar, cuanto aborrese a ese hombre, nunca se dio la libertad de odiar a alguien, ella no era de guardar rencor, pero ahora todo eso se veía lejano, todo la enseñanza que le dio su abuela se estaba pudriendo- Aún recuerdo cuando eras una cría revoltosa, te encantaba llevarme la contraria, pensando que lo que decias era la razón- la castaña tenso sus músculos, ella más que nadie recuerda aquellos momentos donde subestimaba al Señor Min, donde solo quería llevarle la contraria de todo, queriendo herir su ego como cualquier otro, perdiendo en el intento.

La castaña suelta una risita avergonzada, clara mentira- Como olvidarlo, me encantaba medir su inteligencia, sus limites- borro su sonrísa para mirar al hombre enfrente de ella. Cabello negro con algunas canas que se van apoderando de su cabello, haciendo notar su ya avanzada edad, ojos pequeños y rasgados, una mirada felina tal y como la de su hijo, orbes cafés que tienen un poder envolvente, una nariz fina de botón, su piel blanca con ciertas arrugas que muestran su duro trabajo y su envejez, sus labios delgados con un tono rosado leve, su rostro es redondo, su traje muy bien acomodado a su silueta. Puede engañarte, puede mentir y hacer que le pidas perdón de rodillas, una persona que le gusta dominar y manipular a las personas.

-¿Por qué ya no lo hacemos?- susurra mientras dirige su mirada a sus manos entrelazadas sobre su escritorio, observando el anillo de bodas, hipócrita de mierda.

-Ya no eres la misma niña inmadura, no tenemos porque jugar un juego absurdo de años- aleja su mirada de aquél anillo para fijar su mirada en la de aquél Señor, observando como también la mira con un deje de cariño y emoción, maldito.

-Tal vez no, pero me gustaría revivir viejos tiempos- se encoge de hombros sonriendo dulcemente, sitiendo un enorme nudo en su estomago, las ganas de vomitar siguen ahí, creciendo en cada palabra dicha por ese hombre a quién aborrese con todo su ser.

-Nunca cambias pequeña Minseo- tomó el teléfono entre su mano pálida para oprimir boton por boton formando un número ya conocido para él- Traeme dos tazas de café, tengo una visita importante, no tardes, mi pequeña está aquí- sus miradas conectan y la castaña solo se limita a sonreír mostrando su blanca dentadura, apretando con su mano la falda que poco a poco se va arrugando.

Solo espera que la tortura de pasar con ese Señor terminé, su único objetivo es distraerlo en lo que el pálido rescata a sus amigos e hijo, solo espera nada salga mal, nada tiene que salir mal. Tal vez sea así.

...

-¿Qué haces aquí?- suelta sin voltear, sin dejar de mirar a esos dos hombres, sin dejar de apuntar al primero en la cabeza, para ser exactos, en la nuca.

-Estoy llegando...- la voz del peligris se escucha muy lejos de su sistema, solo está atento a la respiración calmada del pelinegro, en sus zapatos resonar en el concretó acercandose.

-No sigas caminando- susurra apretando su mandíbula, sin bajar el arma, no lo hará, tiene que terminar con ellos, no puede retractarse cuando ya estaba ahí.

¿Por qué tú?/ Yoonkook Where stories live. Discover now