Capítulo 22

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Hécate y Alaric se recuperaron rápidamente y, en a penas un mes ya estaban en plena forma. Se quedaron en casa de los que les salvaron, que en verdad era la casa de un señor mayor que no tuvo más remedio que aceptar, al fin y al cabo no podía dejar a unos niños sin un techo. Los niños se pusieron a trabajar tan rápido como pudieron. Hécate empezó en la cocina de un restaurante del pueblo y Alaric como mozo de almacén en la fábrica.

Ambos se acostumbraron rapidísimamente a su nueva vida. Llevaban un año sin comer caliente más de un día y sin dormir bajo el mismo techo durante una semana, y después de todo ese sufrimiento, el estar constantemente huyendo, habían encontrado un hogar, habían encontrado una familia.

El tiempo pasó, las semanas se convirtieron en meses y los meses llegaron al año. Habían formado una relación entre todos comparable a la de unos hermanos. Bepo, Sachi y Penguin eran muy cariñosos con Hécate y Alaric y siempre cuidaban de ellos. A Law le costaba más demostrar sus emociones, pero eso no pudo cambiar el cariño que les había cogido, sobre todo a la niña. Le recordaba tanto a su hermana que le era imposible actuar frío frente a ella. Por otro lado la bruja tenía el mismo sentimiento que él hacia ella, veía a su hermano mayor en él, cómo cuidaba de ella y como, aunque le costase más, siempre demostraba el cariño que sentía. Entrenaron juntos, aprendieron juntos, jugaron juntos. Eran familia.

Todo iba bien, se habían acostumbrado a la tranquilidad y la constante nevada del pueblo, no había muchos visitantes en la isla, la mayoría eran barcos de la marina que paraban para reabastecerse, pero ese día llegó un barco más. Aunque más que un barco era una barca enana, en la que apenas entraban 2 personas y que, comparada con el buque de la marina que había llegado esa misma mañana, parecía un juguete.

Hécate se encontraba en la clínica en la que trabajaba Law porque, gracias a su torpeza, se había quemado la mano en la cocina y no podía seguir trabajando. Ambos estaban en la clínica junto a Sachi, que acababa de terminar su turno hacía poco y había ido a hacerle una visita a Law antes de ir todos juntos a casa.

-Que sí que sí. Llevan todo el día dando vueltas por el pueblo buscando algo. Dan un mal rollo...-explica Sachi mientras Law termina de recoger lo que ha usado para curar a Hécate.- Parecen asesinos en serie, lo juro.

Y, como si los hubiese invocado, la pareja entró por la puerta. Ambos hombres eran altos y musculosos, de pelo blanco, ojos amarillos y la misma expresión seria. Lo único que les diferenciaba era la cicatriz que tenía uno de ellos que se alargaba desde la comisura de sus labios hasta el ojo izquierdo.

No hizo falta ni un segundo para que Hécate saltase de la camilla en la que estaba sentada y se escondiera detrás de ella, donde nadie pudiera verla. Vista la reacción de la joven, Law salió de la consulta con intención de echar a los recién llegados. Algo estaba pasando, y no le hacía ni la más mínima gracia. Sachi le siguió hasta la puerta y se paró justo en medio para que nadie pudiera entrar en ella y para dificultar la visión.

-Esto es una enfermería, no un punto turístico, salid de aquí. -dijo Law en tono serio y calmado.

-No molestamos a nadie muchacho. Además, estamos buscando a un par de críos. Llevan mucho tiempo lejos de casa y sus familias están preocupadas. -Respondió el gemelo malvado sin cicatriz.

Nadie se lo creyó, era imposible creérselo. Law no se movió del sitio y siguió con la mirada clavada en ellos, sin moverse ni un solo centímetro, sin ser intimidado. 

La puerta se abrió y entraron 2 jóvenes y un oso polar riendo después de haber terminado el turno en sus respectivos trabajos. Dos de ellos no se dieron cuenta de los "turistas" y siguieron andando hasta el centro de la sala, pero el tercero no se movió del sitio cuando los vio. Alaric perdió por completo el color de la cara y tenía la boca entre abierta, con una expresión de terror plantada en su cara. 

Como era de esperar, los hermanos del infierno se giraron y vieron a los recién llegados.

-¡Alaric! Estábamos muy preocupados por ti, tienes que volver con nosotros. ¿Dónde está Hécate? -preguntó el mismo que habló antes.

-No nos cogeréis con vida.

-No pasa nada -respondió esta vez el hombre de la cicatriz- os prefieren muertos.

Y justo en ese instante Alaric huyó, corrió por su vida, esquivaba a todo el que encontraba, se metía por callejuelas y entre las personas, hacía todo lo posible por despistarlos, pero ellos no se quedaban atrás. La pareja no era novata en ese trabajo, eran expertos asesinos y unas de las pocas personas a las que les permitían salir de su país, un par de mocosos no eran nada para ellos. Con lo que no contaban era con que un par de críos y un oso polar les seguirían de cerca intentando defender a su amigo, pues en cuanto salieron de la enfermería tenían a un pelirrojo, un niñato con sombrero y un oso polar atacándoles por la espalda.

Hécate no movió ni un músculo, cualquiera que la viera en ese momento supondría que era un cadáver, pálida, inmóvil y con la definición del terror plasmada en la cara. Law no dudó ni un segundo en ir a su lado, tenía que sacarla de allí, tenía que salvarla, pero ella no ponía de su lado. Él sabía por qué estaban aquí, era el único que lo sabía pues había tenido que consolar a la niña tras numerosas noches de pesadillas y llantos, ambos habían compartido sus pasados con el otro, y él no podía permitir que el de la niña le siguiese por toda la vida.

-Hécate, escúchame- dijo agachándose a su lado y agarrándole los hombros- estás muy cerca de tu isla, tienes que cruzar el Red Line, ve al East Blue, es un mar seguro, allí estarás segura.

Él le ayudó a levantarse y ambos salieron por la ventana para evitar las miradas. Se metieron por las callejuelas menos transitadas y se dirigieron hacia la entrada, donde sus amigos estaban recibiendo una paliza por aquella pareja. Él futuro doctor no dudó ni un segundo en usar la nieve que les rodeaba para "teletransportarlos" a ellos y a sus amigos lo más lejos que su habilidad le permitía, a varios metros del puerto.

Corrieron hacia el barco de la marina que estaba allí, a punto de salir. Nunca dejarían abordar a un par de críos a ese barco sin hacer preguntas, y el tiempo se les acababa pues los que les seguían no tardarían en llegar. Law volvió a usar su Room para cambiar unos barriles por sus dos amigos, y guió a Sachi, Penguin y a Bepo y se metieron en un puesto de comida cercano.

Todo fue muy rápido, Law sabía que eso era lo que tenía que hacer, pero el nudo que se le formó en el pecho no se desvanecía por mucho que se lo repitiese a sí mismo. Ni se habían despedido, después de todo lo que habían vivido no se iban a volver a ver. Había conseguido formar una extraña familia y se había roto de un minuto a otro. Las lágrimas no tardaron en salir mientras los cuatro estaban escondidos, lágrimas silenciosas, pero llenas de amargura.

Por otro lado la joven pareja había sido descubierta en cuanto entraron en el barco, pero la angustia de unos niños, sus lágrimas, su dolor, hicieron que la vicealmirante que se hallaba en el barco se apiadase de ellos y les diera cobijo durante un tiempo.

Un año fue lo que compartieron, pero sus vínculos duraron hasta el día de hoy. Ninguno de los primeros Heart Pirates esperaba encontrárselos en el mar, así que imaginad la sorpresa que se llevaron cuando vieron sus recompensas. Law estaba que se subía por las paredes, ¡¿qué clase de idiota se hacía pirata si la estaban buscando?! ¡¿Y qué clase de idiota se unía a la tripulación de este sádico descerebrado?!

Una lucha constante (Eustass Kid)Where stories live. Discover now