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Ha pasado una semana extrañamente tranquila y agradable desde el incidente de ese día con el escándalo de Amber; de la muñeca de porcelana no se ha vuelto a saber más entre los pasillos y rumores frecuentes del instituto, lo cual me apena al pensar que tan duro habrá sido mi hermano.

Ya que si bien, Athan le dio unas sinceras y frías palabras según lo que me contaron, no llegaron a compararse nada con las cosas que Aarón le dijo apenas se enteró de todo esto. Recuerdo claramente la cara de culo que puso al oír su nombre, la cual rápidamente pasó a ira al escuchar los incidentes dramatizados que Chace y Rowan contaban.

Pero he de ser honesta, la paz que se ha sentido en el instituto desde que acabaron los dramas, ha sido bastante reconfortante para todas las cosas que he vivido desde que Foster entró al cuarto de juegos para una inocente jugada de billar.

Puedo decir a voz segura, que mi relación con ese simio alfa ha mejorado, ya que si bien, siempre viene a casa para jugar videojuegos, conversar o simplemente estar con Aarón, se ha dado tiempos para ir hacia mí y entablar conversaciones que nos han dejado divagando sin límite alguno entreteniendonos por largos lapsos de tiempo.

Y tampoco he de olvidar como mi círculo social ha crecido al ver como los amigos de Aarón incluyendo a Foster deciden pasar algún que otro receso junto a nosotros. Son bastante agradables y graciosos a decir verdad, hasta Luke coopera con las bromas que Clyde y Chace lanzan.

Recuerdo perfectamente como el viernes pasado Meg y William casi logran orinarse gracias a las tonterías de estos dos payasos a tal punto de acudir como pudiesen al baño.

Vuelvo a la realidad al sentir un punzante calambre en mi culo; no sé cuántas horas llevo sentada en mi escritorio estudiando, pero el culo seguramente me quedara más plano que la mismísima silla, agregándole a eso el insoportable cosquilleo de hormigas imaginarias que siento en mi pie al sentarme de una manera... Bastante extraña, acercándome a la imitación de una gallina empollando huevos con la manera en la que estoy sentada.

Gracias a la presión que me causa el examen de mañana, he omitido mi preciada merienda de media tarde, trayendo como consecuencia que ahora mi estómago entre en huelga de hambre, haciendo más ruido que un concierto de Heavy Metal.

Seguramente y si no me equivoco, la cena ya está casi lista, el exquisito olor que entra por la puerta no puede mentir. Y si continuamos con las especulaciones, lo que están cocinando es arroz frito con huevo y verduras, un platillo bastante simple para algunos, pero para mi familia es un manjar proveniente de las manos sagradas de mamá: Mi patrona, mi diosa, mi religión, mi todo.

—¡Niños, la cena está lista, bajen a comer!

Y como señal de oro tan esperada, el llamado de la madre osa, alerta a sus tres cachorros moribundos de una devastadora hambruna avisando que el alimento ha llegado.

Ver tantos documentales de animales con papá te ha afectado chica...

Ansiosa dejo mis estudios de lado haciéndome una merecida pausa luego de tanto tiempo sentada, dejó como puedo la computadora y los cuadernos lista para ir corriendo escaleras abajo, cuando olvido el gran detalle del estado de mis piernas; las cuales se encuentran más aturdidas que las de un corredor luego de ejercitarse por horas, llevándome a besar el suelo en el instante en el cual me pongo de pie.

Mi cara aterriza sobre el suelo como avión averiado, dejándome con el molesto hormigueo en mis piernas reviviendo poco a poco y un punzante ardor en la nariz luego de caer de cara al piso.

—Oh dios —levanto levemente la cara sobando mi nariz resentida por aquel impacto, viendo a un intruso simio con la boca a medio abrir mientras que su estómago sube y baja frenéticamente, se está burlando sobre mi cara mientras disfruta de mi absurda desgracia—. ¡Debí haber grabado este momento, tu cara fue la mejor parte! —ríe a carcajadas tornándose rojo gracias a la burlesca risa descontrolada.

Big Boy Where stories live. Discover now