La Carnada

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Sin pensar las cosas dos veces hice todo lo que me dijo y perdí a mi guardaespaldas. Las imágenes de mi familia, de mi esposo, de mi bebé me pasaban muy rápido por la cabeza.

Jenney no merece más sufrimiento. Camille debe pagar.

Cómo había dicho por teléfono un hombre me esperaba armado y me subió con agresividad en su vehículo. Se quitó la capucha y para mi sorpresa era Silvester.

-¿Sorprendida perra? Debiste ignorar el llamado de mi tía. No sabes lo que te espera.

Asentí con valentía. -A mi me pueden hacer lo que deseen pero por favor, no le hagan daño a Jenney. Ella te quiere mucho.

El aceleró el vehículo y le dio un puñetazo al volante. -Lo sé. De todas maneras, no creo que Camille intente nada contra ella. Aquí la única perra que vivirá una película de terror serás tú.

Agradecía a Dios que el no me había revisado. Desde que Eliezer se enteró lo de Camille colocó unas cuchillas en mis zapatos y un gas pimienta en mi bolso. Lo tomé de prisa y lo escondí en mi sostén.

Tardó unas dos horas manejando hasta introducirnos en un bosque. Me sacó del carro como a un animal y me arrastró por los cabellos hasta una pequeña casa escondida en el bosque.

Allí estaba Jenney llorando y con sangre en su ropa. Me libré de los brazos de Silvester y corrí hacia ella. La revisé por completo y lloró aún más al verme. -¿Por qué viniste Amelia? Te dije que todo esto era una trampa. Te van a matar! Dejaron por muerto a mi guardaespaldas esta mañana! Camille ha enloquecido.

Traté de tranquilizarla. -Dios está de nuestro lado pequeña! No llores por favor... todo saldrá bien.

Escuchamos a alguien aplaudir. -¿Ahora miras a esta desgraciada como a una madre de verdad? Como nunca me miraste a mi Jenney! Gritó Camille saliendo de una de las habitaciones con un pedazo de madera en sus delgadas manos.

Me puse en el frente de Jenney para protegerla como lo haría con el pequeño Elías.

La mujer rió a carcajadas. -Que tierna eres Amelia!

Al ver su mirada desquiciada, miré con determinación a Jenn. -Quiero que cuides a mi pequeño como si fuera tuyo.

Mi hijastra negó en llanto. Y sentí la madera chocar en mi espalda. Suprimí el llanto y aquello le molestó más. -Silvester, amárrala! No quiero que interfiera cuando mi amado Eliezer venga por mi.

Jenney me miró destrozada. -Se ha comunicado con Papá...

Camille la interrumpió y mientras me ataban a una silla me dejó saber su verdadero plan. -Así es Jenn. Ustedes dos traerán a Eliezer a mi, luego los dos criaremos a ese pequeño que llamas Elías. Es idéntico al amor de mi vida. Te mataré en frente de Eliezer y así el solo me tendrá a mi.

Silvester la miró preocupado. -Has golpeado demasiado a Jenney. Ya pagó por traicionarte! Prometiste que la dejarías ir!

Sentía que tenía una costilla rota pero eso no me detuvo. -Yo soy la que merezco estar aquí, déjala ir por favor. Está perdiendo mucha sangre.

-Solo se irá de aquí cuando el amor de mi vida venga.

Y como por arte de magia Eliezer llamó al teléfono que ella tenía. Lo puso en altavoz. -Querido mío!

Intenté atrapar la mano de Jenn para mantenerla despierta y lo logré.

-Estoy haciendo todo lo que me dijiste pero por favor déjame verlas.

Mi amor se escuchaba desconsolado. Ella puso la videollamada y acercó el teléfono hacia nosotras.

Las lágrimas de mi esposo se dejaron ver pero lo que me sorprendió fue no ver a Mike a su lado. -Eliezer! No lo hagas por favor! No vengas!

COMO EL VINOWo Geschichten leben. Entdecke jetzt