Parte 4

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Una noche fría en el turbulento mar del Norte. El buque pesquero soportaba los fuertes vientos y allá a lo lejos se veía el resplandor de los relámpagos. Pieter se acercó a la cabina de mando, donde se encontraba el capitán del barco.

- No me gusta nada esto...sería conveniente retornar al puerto.- le dijo mientras pasaba su mano sobre su cabeza en señal de preocupación.

El capitán ni se inmutó. Continuaba mirando el horizonte a través del ventanal de la cabina de mando, mientras llevaba a su boca una taza de chocolate caliente y humeante.

- A mar revuelto, ganancia de pescadores...a veces es como que olvidaras que esto no es un bote precario de madera como el que tenía tu padre...es una embarcación de acero, moderna y resistente, que no se deja tumbar por ninguna oleaje causado por alguna tormenta...por otra parte, estamos bien dentro del océano, y poner rumbo hacia el puerto mas cercano nos llevaría unas cuantas horas, acaso llegaríamos cuando el clima ya sea soleado...tranquilo Pieter, es solo un poco de mal tiempo, nada más...

Pieter pensaba que era una mentira del capitán eso de que se habían adentrado mucho en aguas profundas y no había ningún puerto cercano, era una excusa para no perder el día de pesca. Era cierto que ese navío era resistente y bastante estable en condiciones climáticas desfavorables, pero aún así era factible que un oleaje importante o un vendaval creasen problemas. Salió de la cabina y observó bajo la incipiente lluvia las luces de los relámpagos y el ruido de los truenos. Se quedó observando el destellante titilar de los rayos, cayendo del cielo y rozando la superficie del mar. Fue entonces cuando observó unas luces extrañas, diferentes a las causadas por fenómenos climatológicos a los que él ya estaba acostumbrado.

Vio con claridad tres luces redondas , que formaban un triángulo en el cielo. Mas atrás de ellas observó otros cuatro tríos de luces idénticas, formando todos ellos triángulos a su vez. Se balanceaban con suavidad en el cielo, y sin intermitencias, al revés que los relámpagos, que se encendían y apagaban. En un determinado momento de las triángulos luminosos empezaron a salir pequeñas luces con forma de cigarra, decenas de ellas, que quedaban apostadas en el cielo brillando  alrededor de las luces principales que formaban los triángulos.

Pieter se quedó mirando con la boca abierta. Nunca antes en su vida había visto algo parecido. 

-Ey Pieter, ve a refugiarte a la cabina, se está largando a llover con mucha fuerza, y quedarás mas empapado que los peces de este mar...que miras con tanto detenimiento?- le preguntó uno de sus compañeros de trabajo al verlo petrificado en la cubierta. Pieter solo señaló con su dedo a las extrañas e inusuales luces del firmamento.

-Caray Piet...es la primera vez en mi vida que presencio algo parecido....no son relámpagos....serán estrellas? O cometas? 

No alcanzó Pieter a responder cuando vio que súbitamente todas las luces abandonaban su inmovilidad y empezaban a aumentar de tamaño, avanzando en dirección al buque. El corazón de Pieter se aceleró bruscamente. Un mal presentimiento brotó en su cabeza, y tomando a su compañero por uno de los brazos, prácticamente corrió  hacia dentro de la cabina.

-Hay que decirle a ese cabeza hueca del capitán que tenemos que irnos de aquí ya mismo. A algún puerto cercano, lejano o a la mismísima mierda, pero no podemos quedarnos en este lugar!!!!

Encontraron al capitán dormitando en la cabina. Pieter lo zamarreó para despertarlo pero no hubo caso. Sin querer la tasa de chocolate caliente se derramó sobre su brazo y ahí si se despertó por el dolor.

- Pieter, mal nacido, se puede saber qué carajo te pasa?

-Hay que irse de aquí viejo. 

-Al puerto más cercano? Cuando lleguemos la tormenta seguramente habrá terminado

El regreso de los reptilianosWhere stories live. Discover now