Capítulo IX

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"Un titán me trae un regalo..."

La bandera se distinguía a un kilómetro de distancia. La llevaba un gigante de piel azul y pelo gris helado que debía medir diez metros.

— Un hiperbóreo. — dijo Thalia — Los gigantes del norte. Suelen ser pacíficos. Es una mala señal que se hayan adherido al bando de Cronos.

— ¿Los conoces?

— Hay una colonia en Alberta.

Con el gigante venían tres mensajeros de estatura humana: un mestizo con armadura, una empusa diabólica con vestido negro y pelo llameante, y un hombre alto con esmoquin. La empusa iba del brazo de este último, de modo que parecían una pareja camino de ver un musical de Broadway o algo por el estilo.

— ¿Ese tipo del esmoquin es un titán? — le pregunté a Grover.

Asintió, nervioso.

— Parece un mago, y no soporto a los magos. Suelen tener conejos.

Lo miré, incrédulo.

— ¿Es que te dan miedo los conejos?

Thalia carraspeó.
Skylar se acercó hasta su lado y se cruzó de brazos. Apenas intercambiamos una mirada. Ahora llevaba un atuendo para la lucha: una camiseta de tirantes, pantalones cargo y botas de combate. Entera de negro, como ya era habitual.

El hombre del esmoquin se adelantó. Mediría unos dos metros diez. Llevaba el pelo oscuro peinado hacia atrás y los ojos ocultos tras unas gafas de sol redondas. Pero lo que más me llamó la atención fue su rostro lleno de arañazos.

— Percy Jackson. — dijo con voz muy suave — Es un gran honor.

La empusa le soltó el brazo y se deslizó hasta un banco del parque.
Me fijé en el semidiós que iba armado detrás. No lo había reconocido con su nuevo casco, pero era mi viejo amigo Ethan Nakamura.

— Al grano. — dijo el hombre del esmoquin — Soy Prometeo.

— ¿El que robó el fuego?¿El que fue encadenado a una roca para que los buitres lo deviraran y eso?

Hizo una mueca y se pasó la mano por los arañazos de la cara.

— No me hables de los buitres, te lo ruego. Pero sí, yo les robé el fuego a los dioses y se lo di a tus antepasados.

Yo miraba a Ethan.

— Ahora, Percy Jackson, vamos a parlamentar.

Señaló una mesa de picnic y fuimos a sentarnos allí. Grover, Thalia y Sky se quedaron de pie a mi espalda.
El gigante azul apoyó la bandera blanca en un árbol y empezó a jugar distraídamente.

— Percy, tu posición es muy endeble. — comenzó — Sabes perfectamente que no podrás parar otro asalto.

Prometeo se echó hacia delante y entrelazó los dedos. Parecía formal, afable y sabio.

— Ya lo veremos.

Pareció dolido por mi respuesta, como si de verdad se preocupara por lo que me sucediera.

𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐎𝐋𝐘𝐌𝐏𝐈𝐀𝐍 || PJO 🔱Where stories live. Discover now