Jueves

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Salimos de la casa con Keyla a eso de las cinco de la tarde. Keyla llevaba un vestido deportivo apretado a su esbelto cuerpo y su cabello castaño recogido en una coleta. Lucía reluciente, brillante y me asombro verla así ya que hace tiempo no pasaba.

Ese día el cielo estaba repleto de nubes y ambas sabíamos que una tormenta se aproximaba, pero decidimos salir a correr igual.

—¿Cómo amaneciste? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja. Me ponía feliz verla así. Al menos, alguien podía seguir adelante luego de la tragedia.

—Bastante normal, pero por lo que veo, amaneciste muy contenta —respondí y no pude evitar devolverle la sonrisa al verla de esa forma.

Hace mucho no sonreíamos.

Keyla siempre se había caracterizado por su calidez y alegría, pero con el transcurso del tiempo, mejor dicho, de la vida, ella parecía haberlo perdido todo.

—Es un día...—suspiró, de esos suspiros que contienen emoción y sonrió—, distinto—agregó

Su vista se perdió en algún punto del camino y ambas comenzamos a trotar inconscientemente, como si ya fuera parte de nosotras. Keyla se adelantó unos pasos mientras contaba su dulce día que lo había pasado con un chico en el centro. Le había comprado flores y la había llevado a almorzar a un restaurante elegante. Me ponía feliz por ella, hace tiempo merecía conocer a alguien que la cuide, aunque nadie podía cuidarla como tú.

De pronto, las palabras de Keyla se desvanecieron el interior de mi mente y mi vista paso a observar el profundo río. Las hojas del sauce caían en un mini precipicio mientras que el sonido del agua se hacía presente. Aquel sonido que siempre me había gustado. Aquel sonido tranquilizador. Aquel sonido que, desde ese jueves, me dejaba paralizada.


Me di cuenta aque en el anterior capítulo no les dije que estos van a ser cortos :)

Bian.

Cartas a un amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora