mundo real || cinco

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Quinn quería hablar de muchas cosas, pero ninguna palabra salía de su boca, por el contrario, Julien que siempre estaba callado, no dejaba de hablar

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Quinn quería hablar de muchas cosas, pero ninguna palabra salía de su boca, por el contrario, Julien que siempre estaba callado, no dejaba de hablar.

Parecía como si no hubiera tenido a alguien con quien hablar por mucho tiempo.

Pasó una hora, dos, tres. Perdieron la cuenta del tiempo que llevaban sentados en aquella heladería. Luego del pequeño problema del inicio, Quinn le explicó a Phill lo que estaba sucediendo, entonces el dueño les permitió sentarse en aquel lugar para que pudiesen hablar.

Siempre de cerca para vigilar que Quinn estuviese a salvo.

—Quinn, ¿en qué momento anocheció? —preguntó Julien viendo por la ventana. Y Quinn, que no dejaba de verlo, de estudiar sus facciones y lo gracioso que era que su nariz se moviera tanto al hablar, no se había dado cuenta de la hora.

—Creo que deberíamos...

—Irnos —Julien completó la oración. Quinn asintió.

—¿Vives lejos de aquí? —preguntó ella, el muchacho se rio.

—Un poco, sí.

—Bueno, entonces creo que es hora de despedirnos —comentó Quinn. Ellos salieron y se despidieron de Phill con la mano. —Hasta la próxima oportunidad, ¿no? —dijo. Julien asintió.

No sabía cómo despedirse, ¿tomarse de la mano? ¿Un beso en la mejilla? ¿Un abrazo? ¿chocar los puños?

Quinn agitó un poco la mano en forma de despedida.

—Te escribiré —dijo Julien mientras ella se alejaba. Y lo pensó un poco, pero no tuvo mucho tiempo, porque su cerebro actuó antes de que él pudiera decidir. —¡¡Quinn!! —La llamó.

—¿Sí? —preguntó y giró sobre sus pies, se acomodó un mechón detrás de la oreja y le dedicó una pequeña sonrisa.

—¿Puedo acompañarte?

Quinn sonrió y solo asintió.

Entonces él corrió un poco para alcanzarla. No quería dejarla ir todavía.

Caminaron juntos hasta donde ella vivía y conversaron un rato más. Finalmente se despidieron, Quinn le dio un beso en la mejilla y entró a su casa.

Julien esperó que la línea del metro estuviese operativa o tendría que caminar hasta su hogar.

—No puede ser real —murmuró la muchacha con una sonrisilla, en cuanto llegó a su habitación.

Imposible. Había llegado el día. Vio la pequeña mariposa en el dorso de su mano otra vez. Seguía sin creerlo.

Lo que no sabía, es que, en otro lugar de la ciudad, aquel señor delgado y de aspecto cansado, tachaba el nombre de Julien y Quinn de su lista con una sonrisa.

—¡¡Sí!! —celebró y chasqueó con los dedos, dejando que la magia empezara a hacer su efecto.

Lo logró.

Lo logró

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Destinados a ser [Julinn ☾ soulmates au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora