Destinados a ser [Julinn ☾ soulmates au]

AU #1

AU en donde hay un temporizador que indica cuando será el encuentro de las almas gemelas, el problema es que Julien siempre llega tarde a todos lados, y Quinn está a punto de subir al tren que la llevará a otra ciudad para siempre.

Julien se levantó tarde, como de costumbre. Pero no era un día cualquiera, el temporizador que le habían regalado cuando nació, finalmente marcaba aquella fecha.

Once de diciembre.

—Como no sea este año, me rindo —murmuró negando la cabeza.

Lanzó su pijama al suelo y corrió a la ducha. Ya estaba perdiendo demasiado tiempo en pensar en alguien que aún no conocía.

Y es que, para desgracia de él, solo marcaba la fecha y la hora, mas no el año.

Ya estaba harto de esperar doce meses más.

☾☾☾

Del otro lado de la ciudad, Quinn estaba terminando de empacar su cosas, ella y su novio se irían a otra ciudad para vivir finalmente solos.

Se sentía feliz, y a la vez no.

No dejaba de sentirse culpable por ver como el temporizador iba llegando a la hora, porque a diferencia de Julien, ella sí podía ver el año, pero no el día.

Lo único que podían ver en común, es que a las 5 de la tarde, se encontrarían.

Misma hora en la que el tren llevaría a Quinn a otro lugar.

—¿Lista, mi amor? —preguntó Chase, su novio.

—Eh, no —dijo regresando del mundo en el que sus pensamientos reinaban—. Perdón, me distraje un poco. Termino con esto y te alcanzo. —Chase le dio un beso en la mejilla y ella le regaló una bonita sonrisa.

—Te amo.

—Y yo a ti —respondió Quinn.

Suspiró cuando se fue y dejó el pequeño temporizador sobre su maleta, pero luego pensó que no sería necesario tenerlo más tiempo junto a ella, así que lo dejó sobre la mesa de noche.

Aquel objeto se quedaría en su habitación, en la casa de sus padres.

Estaba con Chase y lo amaba. O al menos eso creía la mayor parte del tiempo.

—Concéntrate, Quinn —se regañó ella misma y volvió a su trabajo.

☾☾☾

Por otro lado, Julien no encontraba su camiseta de la suerte. Se la ponía cada once de diciembre, era una costumbre ya. No podía salir de casa sin ella.

La buscó por todos lados, pero no pudo dar con ella, y cuando vio la hora, decidió que era momento de no seguir.

El primer once de diciembre sin su camiseta de la suerte, eso no traería buen augurio.