Capítulo 4

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—Bueno, pues... me encantará venir —dijo al ver el rostro suplicante de la niña; de pronto Terry dejó escapar la respiración aliviado. —Pero creo que ya es hora de marcharme, es muy tarde —dijo mirando a Terry.

—Claro, iré a por tus cosas.

Candy se despidió de todos , incluso de Melanie y de su primo Anthony que con la emoción aún seguía despiertos, y junto con Terry caminaron hacia el coche. Le facilitó la dirección y éste no tardó en dar con el lugar, que como había dicho la primera vez, no estaba a más de dos cuadras del parque en el que tomaron su primer chocolate juntos.

Terry  bajó del coche para acompañarla al ver lo solitario que se veía todo el lugar. Caminaron en silencio.

— Me lo he pasado muy bien —le dijo Candy llegando a su departamento y girándose para encontrarlo de frente —Gracias Terry, tu familia es muy linda.

—Gracias a ti Candy, hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una velada —le dijo sinceramente.

—Ni yo —musitó ella.

Terry, involuntariamente, se acercó más. Y esa aproximación hizo que el corazón de Candy latiese desenfrenado. Se mordió el labio tratando de reprimir el deseo que tenía de besar los labios de él.

—Candy...—su nombre se escapó en un susurro cargado de deseo. De pronto le entraron un fuerte deseo de besarla. Parecía que sus ojos no veían más que sus labios, esos enrojecidos labios que gritaban por ser besados. Y sin poder evitarlo fue acercandose cada vez más a ella, tanto, que sentía su cálido aliento golpear su rostro. Su corazón comenzó a latir furiosamente, jamás antes habia sentido tanto deseo de besar a alguien y cuando por fin sus labios se rozaron, sintió como una ola expansiva recorria hasta el más minimo rincon de su cuerpo.

El beso fue apenas una caricia, un tímido roce, antes de separarse y abrir los ojos para encontrarse con la gloriosa imagen que ella también los tenía cerrados.

Para Candy simplemente fue glorioso. Estaba tan ansiosa por sentir la calidez de sus labios que aunque fue apenas unos segundos, fueron los segundos más felices de su vida...

—Candy...—volvió a susurrar su nombre. En esta ocasión Candy abrió los ojos para encontrar la mirada encendida de Terry. Una mirada que le hizo querer más, mucho más que una simple caricia; y armándose de valor, llevó su mano a la nuca de él y estrelló sus labios con los de él de una manera más demandante.

Terry no tardó en llevar sus manos a su cintura y estrecharla más a él, sintiendo en su propio cuerpo como Candy se acoplaba perfectamente al suyo. No pudo evitar delinear sus labios con su lengua pidiendo acceso, un acceso que Candy le dio con el mismo deseo que él sentía y así el beso, que comenzó apenas con una simple caricia, se convirtió en pura necesidad, los dos besandose con furia, con un deseo irrefrenable.

Candy tiraba de su cabello extasiada por el sabor y la calidez con que su lengua se enredaba con la suya propia. Terry, enloquecido, dejaba volar sus manos por la espalada y las caderas de Candy incapaz de controlarlas, excitándola más con esas caricias..

Por varios minutos los dos se comieron a besos, deseosos, desenfrenados, hasta que la falta de aire les obligó a separarse.

—Candy ... yo...—Terry no sabía que hacer, sabía que debía irse, que apenas se conocían  y no quería ofenderla, pero su corazón y su cuerpo le impedían marcharse. Esa chica lo había cautivado por completo.

Candy no se encontraba en mejores condiciones, jamás había tenido una relación  con nadie, jamás se había acostado con nadie, de hecho, solo había  tenido un novio . Pero con Terry, con él todo parecía distinto, realmente lo deseaba, anhelaba sentir  sus caricias, como se sentían sus besos en su piel..

Trueque NavideñoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon