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Actualidad....

La noche se materializó. Era de esperarse que las estrellas se hicieran presente, un nuevo recuerdo volvió a ella: "Cuando veas una estrella fugas, pide un deseo con mucha fé".

Esas palabras resonaban en su mente con fuerza, queria creerlo, de verdad quería, sin embargo, suspiro cansada ya que nadie se la regresaría.

-¿Qué haré ahora? -se preguntó molesta, por un lado sabía que si decía la verdad la alejarían de aquel lugar y no podía darse el lujo de irse, ya se había acostumbrado a estar en ese sitio.

Más temprano aquella jovencita había tenido una discusión muy fuerte con su madre la cual le dijo que si no tomaba una decisión rápida ella misma lo haría.

-Hola, Mel -saludo su mejor amiga tomando lugar un poco más atrás, no era de extrañarse que llegara sin avisar ya que la joven podía entrar y salir con libertad de aquella casa bien resguardada. -¿Que haces?.

-Pensando... -fué lo único que dijo.

-Has discutido con tu madre de nuevo, ¿Verdad? -se aventuró a concluir la hermosa chica de cabellera crespa.

-¿Como lo supiste? -dijo con sarcasmo. Y de un movimiento rápido se puso de pie, ya no tenía miedo, después de todo, que podía pasar estando en la orilla de una casa de tres nives, pero su acompañante no pensaba lo mismo.

-Mel, ten cuidado. Ven, siéntate acá conmigo -atino a decir la chica con nerviosismo.

-No Ross. ¿Dime quién se cree para darme un ultimátum? ¡¿Piensa que haré su voluntad?!
No, no le daré el gusto... Al menos que... -con eso miro al vacío. Ross, se percató de la locura que estaba por hacer su amiga, así que dijo:

-Anda, quiero ver cómo acabas con tu vida. Quiero ver cómo eres tan cobarde para no enfrentar tus problemas, solo hazlo, no pierdes nada, te avientas y mueres. Pero recuerda que después ya no hay nada, se acabó y tú te pudres en un ataúd, mientras nosotros quien te amamos lloramos tu ausencia y tus enemigos celebraran su triunfo, ¿dime es lo que quieres? Después de dos años... ¿En verdad estás dispuesta a rendirte? -concluyo Ross, al borde de las lágrimas.

No era un secreto que en la prestigiosa familia Ponce y Rubalcaba la condición de la joven Melissa, después de lo sucedido dos años atrás, la vida de ambas dieran un giro de 360°, nadie se quejo todo lo contrario, ambas familias llegaron a la conclusión de marcharse a otro país a empezar de nuevo, -que a decir verdad- no fue tan difícil ya con dinero, todo era más fácil.

-Rendirme... -respondió en un susurro aún viendo el vacío.

-¿Es lo que quieres? -volvio a preguntar, ahora poniéndose de pie e ir a buscar la mano de su amiga, que más bien Melissa era más que eso, la consideraba como su propia hermana, no de sangre, pero la amaba igual o incluso más.

-Ross, estás consiente que si decido no rendirme, eso significaría seguir el plan y créeme, eso traerá terribles consecuencias.

-Lo sé, pero dime ¿qué es lo peor que puede pasar? -fingió sorpresa.

-No sé, quizás... ¿Casarme con el hijo del señor Dyshekov?.

Ambas se miraron alzando una ceja y rieron, Melissa aún no comprendía cómo hacia Ross para lograr frenar todas sus locuras y hacerla entrar en razón.

-Ademas sabes que tu hermano no lo permitiría, él ha estado muy cayado estos días, puede que tenga un plan -intento Ross darle esperanzas a su amiga.

-¿Ese tarado?, es otra cosa lo que lo tiene así -respondió con burla, ya ella siendo su hermana sabía a la perfección el motivo de su silencio.

Después de ese episodio ambas se quedaron un rato más en la terraza en silencio y mirando el cielo, cuando lo sintieron necesario bajaron.

Ya en la cocina, Ross preparó algo para cenar mientras Melissa en la sala pasaba los canales para ver algo que no sea películas de romance.

-Pequeña, ¿adónde fueron todos? -cuestionó curiosa Ross.

-Mis padres están con la señora Lourdes, haciendo no sé que, Sam, supongo que en gym junto a Tiffany -contesto dándole una mordida a su sandwich, sin tomarle tanta importancia.

Ross a veces le costaba entender como su propia familia la dejaba sola estando tan inestable.

En alguno punto de la noche a las jovencitas les ganó el sueño. Ambas con muchas preguntas en mente.

-Pequeña, despierta. -pronunció Sam, removiendo a su hermana.

Melissa quien estaba a punto de contestar se dió cuenta de algo:

-Espero que esté en mi habitación, y no en la tuya... -contradijo un poco molesta tomando su teléfono.

-Que más da si está en la tuya o mía, de cualquier manera despertara sola.

-¿Como que sola? -observo a su hermano con ganas de romperle el cuello.

-Anda, ponte algo que el sol aun no sale... Tenemos que hablar.

Melissa en ese instante comprendió todo.

Multimedia: Melissa

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LOST AND FOUND 1: Noches Oscuras ®Where stories live. Discover now