CAPÍTULO III

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Deambulaba por las frías calles de Lima sin rumbo fijo, apenas se había alejado de aquel sitio donde sintió que le rompieron el corazón.

Llegó a un pequeño parque donde la poca gente que había, la miraban con pena.

La peruana soltó unos audibles sollozos tapándose la boca con sus manos tratando de no llamar la atención, mientras cerraba sus ojos con fuerza.

Demonios, le dolía horrible. Ella lo ama, o bueno lo amaba. Se sentía una idiota y es que Perú ya sospechaba de ellos pero lo hizo; creyó en él y ahora mírala...

Se apoyó en un árbol, no podía seguir caminando.

[°°°RECUERDO°°°]

—¿Estás molesta por eso?—preguntó con una sonrisa en la cara, le parecía divertido los celos de su novia.

—Si, huevón ¿Porqué saliste con ella de tu oficina muy sonrientes?—se cruzó de brazos mirándolo con molestia.

—Porque habíamos cerrado un contrato que era muy importante. —la tomó de sus mejillas con cariño. —No seas así, tú eres la única en mi vida.

—¿Lo prometes?

—Te lo juro—la besó tiernamente lo cual ella correspondió de la misma manera.

[Fin del recuerdo]

Ahora que lo pensaba, ¿Cómo les comunicará a todos que ya no habrá boda? Lo bueno es que las invitaciones no fueron repartidas, lo malo es que China se lo propuso en una reunión de la ONU frente a la mayorías. Que innovador.

Odiaba haberse enamorado de él, odiaba haber creído en él, sólo al recordarlo le hacía sentir tanta rabia como tristeza. Para ella, él era el amor de su vida, que equivocada estaba.

Las lágrimas recorren su rostro sin cesar.

—¿Perú? —sintió como una mano le tocaba el hombro.

La bicolor se volteó rápidamente y lo miró.

Era Venezuela, quién la miraba con preocupación ya que había escuchado un llanto pero nunca pensó que fuera alguien conocido.

Ella no dudó ni un segundo y lo abrazó, aferrándose a él tratando de buscar un consuelo.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando?—correspondiendo apretándola levemente.—yaya tranquila —le palmeaba la espalda.

Por el momento no respondió, solo quería sentir a alguien junto a ella y eso su amigo lo entendió y no dijo ni una palabra más.

[°°°]

Al separarse, después de unos minutos de estar sentandos juntos en una banca, Venezuela vió el rostro mohino de la peruana; al menos dejó de llorar, pensó.

—¿Te sientes mejor?

Ella asintió abatida.

—Gracias, causa...— le sonrió.

—No hagas eso. —desvió la mirada.

—¿Qué cosa?

—Fingir una sonrisa que ni tú misma te lo crees.

Perú solo bajó la mirada.

—Ahora cuéntame ¿Que pasó?

—China me engañó —suspiró, le ardían sus ojos.—No habrá boda.

El Venezolano solo la miró desconcertado, no era amigo de china pero podía jurar que estaba completamente enamorado de Perú.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Dónde? —parpadeó varias veces sin poder creerlo. —que rata. —dijo finalmente.

—Si mano, ahora soy una cachuda. —se tapó su cara avergonzada.

—No mi pana, ahora mismo voy y lo caigo a coñazos. —se paró dispuesto a ir donde el asiático.

—Prefiero irme a mi jato y que no haya problemas, porfavor —lo detuvo.

—Pero —lo miró con súplica. —Ahh bien, pero déjame acompañarte, no te dejaré sola.

—Me gustaría estar sola si no te molesta.

—Si me molesta, ¡vamos! —la jaló del brazo y se la llevó a rastras.

—¡espera mi bolso!

Continuará...

Kuyana kusun (Usper)Where stories live. Discover now