9vena parte: Nunca desestimes el trabajo del otro.

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Tatiana fue expulsada contra el sillón favorito de su padre vistiendo el mismo vestido rojo aterciopelado de hace una semana. ¿Sería posible? ¿Era cierto? Ella se tocó las extremidades y se miró en el espejo de la habitación.

¡Sí! ¡Ella era Tatiana Day Obelia! ¡La heredera del Imperio de Obelia! ¡Hija de la fallecida Sonia Le Foy y futura esposa de Sir Arthur Gillian! ¡Ah! ¡Qué felicidad!

Estaba tan feliz, que incluso cuando un desgastado Lucas entró a la habitación con la capa mal arreglada y profundas ojeras en el rostro. No recordó las promesas de ahorcarlo hasta morir que había jurado en cada una de las dimensiones.

—Al fin estas de vuelta. Por alguna razón, tu doble no satisface a tus hermanas y tu padre cree que estas enferma, tuve que convencerlo de que sólo estabas bajo un hechizo anti-estrés para que no empezara a sospechar—Lucas gruñó—, las princesas piden y piden. No dejan de pedir. Y luego están todos esos malditos papeles que organizar, bailes que financiar, empresas que sostener. Detesto a todos y a todo.

Tatiana estaba a punto de fingir que realmente nada había sido tan malo para ella cuando, de la nada, unas profundas arcadas le hicieron escupir la piedra dimensional que la había transportado alrededor de todas esas dimensiones, la cosa vibró y, sin pena ni gloría, liberó en la mano de Tatiana las catorce plumas que había estado cazando, Tatiana tuvo que apretarlas con fuerza contra su mano para que no se escaparan.

Catorce plumas por catorce vidas distintas, y en sólo una de ellas no sufría realmente.

Estaba muy cansada para fingir que no había sido duro.

Bien, ella se echó junto a Lucas en el sillón, mirando al vacio con el único deseo de una buena ducha y comida caliente.

—Bien, tu trabajo es duro—admitieron en voz alta, y al mismo tiempo.

Entonces, un agradable silencio llenó de quietud los embargó a ambos. Estaban en paz ahora que el otro estaba de vuelta para hacer el trabajo que les atañía. Mirando a Lucas, Tatiana casi sintió empatía, la última dimensión había pertenecido a un solitario Lucas que no tenía a nada ni nadie, ni siquiera sentimientos.

¿Era así de solo como se sentía normalmente?

Bueno, ahora las tenía a ellas. Todas las princesas lo cuidarían de forma adecuada hasta que Athy logrará romper ese hechizo.

Satisfecha con eso, Tatiana recordó algo.

—Lucas...

—Mmm.

—¿Recordaste comprar los lazos para la fiesta de cumpleaños de Jennette?

Hubo un breve silencio antes de que Lucas respondiera.

—... maldición.

Y, desde ese día, no volvieron a desestimar los deberes del contrario. 

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Las divertidas aventuras de Taña a través de las dimensiones.Where stories live. Discover now