𖠱ּׂ̼݉͗፞🍎ᬼᬼ 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘 𝗧𝗥𝗘𝗦.

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❝ꓸ᭄ꦿ⃔𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌 ─── Eren Jaeger

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❝ꓸ᭄ꦿ⃔𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌 ─── Eren Jaeger.
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇs: ¿ᴇʀᴇs ʟᴀ ᴄᴏᴍɪᴅᴀ? ¡ɴᴏ, sᴏᴍᴏs ᴇʟ ᴄᴀᴢᴀᴅᴏʀ!

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————— Artemisia. ——

Patada tras patada.

Es lo único que llevaba haciendo desde la mañana que me desperté junto a mi mellizo, me encontraba llegando al límite de mis fuerzas por tanto entrenamiento. Solo soy una niña y ya practicaba artes marciales desde años antes.

Suspiraba con pesadez desde hace rato, sin embargo, Orlando me llamó para posicionarme frente a él.

— Tenemos que practicar la técnica. — Parecía igual de exhausto que yo, pero lograba controlar su respiración mejor que yo en todo este rato

Sin responder coloqué ambos brazos a los lados de mi cabeza, formé los puños y giré mi cadera hacía la derecha sutilmente, mi hermano repitió la acción.

— Ya.

Lanzó una patada con fuerza y rapidez, así que incliné mi torso hacía atrás para no recibir el golpe. Di media vuelta e hice la misma patada que él, solo que estaba vez utilicé ambas piernas con velocidad, logrando que se retorciera su cuerpo a un lado por uno de los golpes asestados. Antes de que pudiera reaccionar, él mandó uno de sus puños a mi rostro, por lo que lo tomé del brazo y lo jalé hacía mí para darle un rodillazo en el estómago. Gracias a mi mala suerte, Orlando sostuvo mi rodilla y la movió a un lado dispuesto a tirarme.

— ¡Ah! — Caí contra la tierra

Me quedé mirando al cielo con la respiración agitada.

— Tienes que practicar la técnica, todavía te hace falta superarme.

Dirigí mi vista a Orlando. El cuál yacía sentado en el suelo con el sudor rodando por su frente y los poros de su rostro.

— No entiendo por qué practicamos artes marciales. — Tomé compostura al momento de sentarme — No acabaremos a los titanes con combate cuerpo a cuerpo...

— Nos vale por si alguien quiere agredirnos. Nunca podemos zafarnos de los locos que roban y secuestran.

No respondí a ello, solo me limité a mirar el saco que habíamos creado con una de las telas que dejó papá en su maleta, y como relleno pusimos paja con tierra. Eso responde a los moretones que tenemos en las rodillas y el resto de nuestras piernas.

— Es un dolor que estamos teniendo para nada.

Me levanté como pude y caminé al interior de la cabaña.

— Mamá nos lo enseñaba, hasta tú misma dijiste que seguirías lo que mamá quería para los dos. — Habló con un tono melancólico pero feroz

Lo observé de reojo y asentí.

— Tienes razón...

En la última semana seguíamos escuchando sobre la caída de la muralla. Nosotros hacíamos el menor caso que podíamos para no sentirnos peor de lo que ya estábamos, aparte aprovechamos que vivíamos en las montañas alejados de los demás.

Me dolía con fuerza el corazón cada vez que escuchaba la cantidad de personas que murieron a manos de los titanes... En especial mamá. Ella era fuerte, tenaz, inteligente y extremadamente buena en lo que hacía. No entiendo cómo fue que murió en su propio pueblo...

Y papá, creo que ya sabemos cómo resultó. Tampoco entiendo porque se fue y nos dijo esas cosas sobre nuestra familia tan extrañas, simplemente me aturdía todo lo que nuestros papás nos ocultaron hasta la muerte sin darnos alguna pista.

Quedé con muchas dudas. Pero con lo que también quedé fue con una profunda depresión que no se me borrará tan fácilmente de mis memoria. Incluso puedo decir y pensar que no llegará el día en el que me deje de lamentar el no haber estado con mamá en sus últimos minutos de vida, tampoco me perdonaré haber dejado ir a mi padre a tal misión suicida. Es un horror haber quedado huérfana en tan solo casi dos días.

Orlando se ha encargado de buscar animales para alimentarnos por un tiempo por lo menos, en sí casi no hay comida por acá. Hemos tenido la idea de tener que robar cada vez que salgan algunos mercados de pan o lo que sea que nos llene el estómago.

Limpié con un trapo las ventanas, las lluvias constantes hacían que los vidrios se tallaran con las gotas que llegaban junto algo de barro.

Al terminar de limpiar la tercer ventana, a lo lejos noté a mi hermano Orlando. Venía subiendo la colina con dos aves listas para preparar la merienda. Él me miró y sonrió levemente mientras agitaba la mano y apuntaba a los animales que traía con él. Yo le devolví la sonrisa, repetí el gesto con la mano.

Ante toda la depresión que me rodeaba ahí estaba mi mellizo, la mitad de mi alma que me hace sentir completa. Él era la única razón por la que seguía recordando mi continúa existencia en este mundo podrido por el miedo y la injusticia de nuestro encerramiento.

Él me guiaba a mi libertad emocional y me hacía querer seguir luchando.

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Todos en filas bien alineados sin decir ni una palabra, portaban su uniforme como recientes reclutas, se podía diferenciar al ver en su chaqueta corta el símbolo de las espadas cruzadas sin el símbolo de alguna división militar.

— ¡Ahora, oficialmente son miembros de la unidad de entrenamiento número ciento cuatro! — Un hombre de alta estatura y calvo dió un paso al frente — Por desgracia para ustedes, yo, Keith Shadis, estaré a su cargo.

Habló con fuerza con una mirada dura hacía todos.

— No estoy aquí para darles una calidad bienvenida. Todos ustedes ahora son ganado a la espera de ser devorados por los Titanes. ¡De hecho, ustedes son peor que el ganado! — Gritó con más intensidad en la última frase — Durante los siguientes tres años, los voy a entrenar, mierdas inútiles. ¡Les enseñaré a cómo luchar contra los Titanes! Cuando se enfrenten a un Titán dentro de tres años, ¿seguirán siendo la comida? ¿O se convertirán en un muro glorioso que protegerá a las murallas? La elección está en sus manos.

“ ¿Qué? Claro que no seremos comida. Pues nosotros dos somos los cazadores. ”

Una joven de cabello azabache y orbes azules alzó la mirada con determinación hacía el instructor.

Ella tenía un objetivo: La fuerza y la libertad.

La humillación de haber sido atrapado, será el inicio de mi contraataque.
Al otro lado de los muros, ¡caza a sus presas el cazador!

FREEDOM, eren j. [snk]Where stories live. Discover now