Premios a Rampo

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Semanas después, durante la noche, los Edogawa recibieron la visita del joven Edgar Allan Poe, amigo de Rampo, quien traía una noticia y unas cosas que darles.

Chuuya conocía a este amigo de Rampo, pues era el único que sabía de su antigua relación con el detective y el origen de Atsushi. Era el tío Poe para el niño.

Y bien, Poe-kun. ¿Qué es eso tan importante que vienes a decirnos?

Cuestionó la peligris. Estaba sentada en uno de los sofás de la sala, al igual que su esposo y el joven novelista.

— Convencí a su hijo de escribir una novela de crimen y misterio, después de mucho insistirle. El resultado es magnífico, y pagarían muchísimo dinero por vender la novela y distribuirla en todo Japón. Eso hice. Vendí la novela de Rampo-kun y necesito que ustedes vayan a recibir algunos premios en su honor que son para él, también le agradecerán de la paz que tuvo Yokohama hace seis años, cuando Rampo-kun estuvo resolviendo crímenes de manera rápida y los criminales comenzaron a tenerle miedo y dejaron de manifestarse durante meses.

Los ojos de los señores Edogawa y los de Chuuya, quien se hallaba en el comedor cenando con Atsushi, se llenaron de lágrimas. A pesar de más de cuatro años de su muerte, Rampo no era olvidado por la sociedad Nipona, y eso ponía felices a sus seres queridos que seguían con vida.

— Mami, ¿por qué lloras?

Preguntó confundido, pues él no estaba escuchando la conversación que tenían en la sala, sino, prestando atención a la conversación que él y Chuuya estaban teniendo.

— Atsushi. Le darán unos reconocimientos a tu papá, a Rampo Edogawa. Los reconocimientos y halagos eran algo que tanto amaba tu padre. Si los abuelos nos invitan, ¿te gustaría ir a esa ceremonia en honor a tu papá, Atsushi?

Explicó y preguntó, limpiando sus lágrimas y sonriendo. Atsushi se emocionó mucho al escuchar algo relacionado a su padre. En verdad quería ir a esa ceremonia y conocer a los amigos de su papá, de ese hombre al que no tuvo la suerte de conocer, pero al que quería muchísimo, al igual que a Chuuya.

— ¿Los amigos de mi papá podrían contarme cosas de él?

Preguntó curioso. Tenía lágrimas en sus ojos mientras sonreía y se llevaba el último bocado de arroz a su boca.

— No. Rampo no tenía muchos amigos, sólo el tío Poe. Los abuelos y yo podemos contarte todo lo que quieras sobre tu papá. ¿Está bien?

Acariciaba con ternura la cabellera del menor, para darle ánimos y animarse a sí mismo. Besó su frente.

— ¡Sí! ¿Podemos hacer pijamada hoy y hablar de papi?

Proponía entusiasmado. Se puso de pie sobre la silla y apoyaba sus manos sobre la mesa, deseando un "sí" de respuesta.

— ¡Lo haremos sólo porque mañana no tenemos clases!

Respondió energético, siguiéndonos corriente al niño.

— ¡Sí! ¡Mami y yo haremos pijamada hoy!

Gritaba feliz, llamando la atención de quienes se encontraban conversando en la sala.
Todo era risas y alegrías en la cocina, lo que eliminó las lágrimas de los Edogawa y la tristeza de Poe, pues fueron contagiados por la felicidad que brotaba en la cocina. Chuuya y Atsushi jugaban antes de la pijamada, en la cocina, contando historias divertidas o haciendo muecas, de alguna manera el pelirrojo debía entretener a su hijo y eso hacía, además disfrutaba los momentos a su lado.

Mientras tanto, en casa de Kunikida y Dazai...

— Ha sido la vez número 103 en estos cinco años, Dazai. Ni creas que lo hice con la intención de darte un hijo. Eso no sucederá nunca.

El castaño descansaba al lado del rubio, cubriéndose con el cobertor su cuerpo desnudo. Daba la espalda a su pareja y se mantenía más callado de lo normal. Parecía cansado y triste.

— ¿Dazai? ¿Estás bien?

Preguntó con preocupación. Dazai siempre hablaba de hijos cada vez que terminaban de tener sexo, fuera con o sin protección, esta vez era muy extraño su silencio.

— No estoy bien, Kunikida-kun. Quiero un niño como Atsushi. Un niño adorable, tierno y simpático como mi pequeño amigo... Un bebé de Kunikida-kun...

Respondió con seriedad y tristeza. Abrazaba un osito de peluche que el rubio le había obsequiado el pasado día de San Valentín, mientras lloraba en silencio. Sólo su espalda quedaba al descubierto pero pronto la cubrió para no ser visible para Kunikida.

El rubio estaba sonrojado por lo insistente que era el castaño con el asunto de la paternidad. Él no quería hijos, pero había intentado dárselos a su pareja y nada resultaba, ninguno era fértil o eso concluyeron ambos.

— Dazai... Yo, en verdad me esfuerzo y tú sabes que no podemos...

— ¿Que somos infértiles? No tienes que recordármelo. Eres cruel.

Su voz sollozante se hizo notar. El rubio se acercó cuidadosamente a él y lo abrazó por detrás, depositando un beso en una de sus mejillas con cariño.

— Lo siento mucho, Dazai. Pero creo que tendrás que conformarte con ver a ese niño ajeno y jugar con él cuando sus padres o hermano mayor te lo permitan.

— Sí...

La noche del siguiente día, en un lujoso edificio donde se llevarían a cabo las premiaciones...

Dazai había decidido ir a esa ceremonia en honor a su ídolo. Quería ver quién o quiénes recibirían los premios en su lugar, estaba emocionado.

A su lado, Chuuya y Atsushi buscaban la manera de estar más al frente de entre la multitud, para poder apreciar mejor lo ocurrido en la premiación, y quién sabe, recibir ellos mismos esos reconocimientos tan importantes y valiosos para los halagos de Rampo Edogawa.

— Chuuya-kun. Veo que has venido. ¿Quién de tu familia recibirá los premios?

Preguntó el castaño con curiosidad.

— Dazai-niisan.

Lo llamó Atsushi. Dazai se agachó un poco para escucharlo.

— Dime, pequeño.

— ¿Verdad que mami debe recibir ese premio?

Preguntó.

— La señora Edogawa podría recibirlo, tienes razón.

Respondió pensativo.

— No. La abuela dice que mamá debe recibirlo porque era el novio de papá Rampo. ¿Puedo ir contigo por el premio, mami?

Preguntó Atsushi, mirando hacia el pelirrojo, quien estaba estático. Lo había descubierto.

— "¿Mami?" ¿Chuuya es tu mamá?

En ese momento, una bala rozó uno de los brazos de Dazai. Bala que no iba dirigida a él, sino a...





DESTINY [SOUKOKU] [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora