Katherine Rookwood y Draco Malfoy, ambos elegidos por Lord Voldemort para realizar una misión entre las paredes de Hogwarts.
Entre las dudas, el miedo y la inquietud, tienen que elegir de que lado lucharán al final, mientras intentan mantener su co...
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29 ; 𝐒𝐞𝐯𝐞𝐫𝐮𝐬 𝐒𝐧𝐚𝐩𝐞.
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Cada vez era más peligroso mantener los castigos leves, ya que los otros mortífagos habían comenzado a dudar de la eficacia de sus castigos y los estaban vigilando de más de cerca.
Tenían la suerte de tener la habitación en la sala común de Slytherin, sabiendo que los mortífagos no serían capaces de entrar allí.
No sin las órdenes de Severus Snape, y este no parecía muy dispuesto a ofrecer facilidades a los mortífagos. Al menos, no les daba control total dentro de las salas comunes y periodos de descanso.
Katherine ni era capaz de recordar todas las veces que se había visto obligada a usar la maldición Cruciatus con otro estudiante, pero siempre había sido una maldición leve.
— Tus maldiciones siempre son tan débiles — se burló Alecto Carrow de ella, mientras la miraba con fastidio. — Será mejor que Severus te de una charla sobre tu lealtad.
Katherine no pudo evitar sentirse nerviosa ante ello, había evitado a Snape tanto como podía. Sentía cierta desconfianza respecto a él y cada día aumentaba más.
En un momento, mientras hablaban con Dumbledore en la torre de astronomía, había llegado a dudar de que Snape perteneciera a la Orden. Pero aún estaba dudando de ello, no podía entender lo que pasaba.
Se quedó en silencio mientras otro mortífago la acompañaba al despacho del director Snape, sin decirle ni una palabra, siguiendo las órdenes de Alecto sin dudar.
— Trae a Draco y Thedoro — dijo Snape, una vez que Katherine había llegado al despacho, dirigiéndose al otro mortífago en la sala.
Una vez el mortífago desapareció de su visión, Snape se levantó de la silla que anteriormente había pertenecido a Albus Dumbledore y se acercó a ella.
Katherine revisó el despacho, nunca había ido durante los años que Dumbledore había estado allí, pero sabía que nunca se había visto tan oscuro y triste como en aquel momento.
No pudo evitar fijar sus ojos en una gran espada colgada en la pared, se preguntaba para que servía tener una espada como esa ahí. Incluso llamaba la atención al parecer no encajar con el resto del decorado del despacho, era algo curioso.
— Vuestros castigos han sido dudado por algunos mortífagos, considerando que son demasiados débiles y que no consiguen lo esperado — habló entonces Snape, manteniéndose de pie frente a ellos, sin mostrar ninguna expression. — ¿A qué se debe eso?
