28. Hay que escapar - Yoko

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Desperté en una sala semioscura, desorientada y algo adolorida, qué mierda había pasado conmigo. Al mover las manos escuche el ruido de cadenas y fue en ese preciso momento que recordé todo lo que había pasado, la isla de invierno, a Sean en el suelo herido y a Seth. Al maldito de Seth.

Me removí y pude determinar que tenía cadenas en manos y pies, con rabia grité e intenté liberarme pero era imposible, la habitación estaba oscura pero no sin luz, si no que había algunas rendijas de luz que entraban en la sala. Pasó un tiempo y mi vista se acostumbró a esa escasa claridad, o más bien oscuridad. Me puse de pie como pude y busqué a mi alrededor alguna ruta de escape pero nada, no había puertas o ventanas así que vi para el suelo, igualmente no había nada, subí mi mirada y ahí en el techo bastante alto, he de mencionar, había una pequeña trampilla.

- Es inútil que busques una salida niña, pierdes tu tiempo. Escapar de este lugar es casi imposible - me sobresalte al escuchar una voz de un joven a pocos metros de mi.

- ¿Quién eres tú? ¿Dónde estamos ahora? - le pregunté, no era momentos para perder los papeles.

- Quien soy.... bufff hace años que no digo mi nombre en alto - me acerqué al chico y vi atentamente lo que pude de él, era un chico de no más de 25 años, su pelo era corto y de un color claro. Sus ojos estaban cerrados y se encontraba bastante relajado acostado sobre la pared, habría creído que era un marine como el resto de no ser por el hecho de que él también tenía cadenas como yo.

- Eres un prisionero como yo ¿y estás tan tranquilo? - acuse - no entiendo por que estas tan tranquilo, además por tu apariencia no debes de estar en este lugar más de lo que llevo yo. 

- Las apariencias engañan, niña. Llevo en este lugar más tiempo del que crees, creo que poco se cumplirán los 2 años ¿o eran 5?- pensó para si, mientras se ponía a desvariar sobre el tiempo que había pasado encerrado- Pero tampoco tengo necesidad de salir de este lugar. - su voz era apagada y triste - nada ni nadie me espera fuera de estas paredes de piedra.

- Pues puede que tu no tengas a nadie pero yo sí, y corro peligro de muerte al estar encerrada en este lugar. Los marines me mataran, no estaré tanto tiempo como tu aquí, así que perdona que no esté tranquila. - comencé a moverme nerviosa mirando por donde fuera en busca de una salida.

- Ya veo ...- pude notar una chispa de diversión en su tono - no sabes donde estamos.

- Acaso eso importa - le solté, tirándome al suelo y recogiendo mis piernas para llevármelas a la cara y no sucumbir a las lágrimas de impotencia, no quería llorar. No podía volver a derrumbarme, no era una persona débil.

- Veo que para ti no, pero es muy útil si quieres escapar y salir de aquí con vida.

- Pero no puedo escapar ¿no es así? - le devolví con odio sus palabras.

- Kairos

- ¿Perdona?

- Mi nombre es Kairos o al menos es como me llamaban las personas que me querían.

- Yoko - le extendí la mano a modo de saludo y este me la dio.

- Ya veo, ¿Yoko? Así que eres agua - su comentario me puso en alerta y me levante.

- ¿Quién eres tú? - ahora si que estaba a la defensiva.

- Soy una personas como tu que por nacer como nació la metieron aquí, matando a todos mis seres queridos, esposa, hija. Ya no me queda nada.

- Eres un elemental. - comprendí al fin, miré a mi alrededor y volví mi mirada a él. recordando la otra cosa que le me había dicho - Kairos ¿Dónde estamos?

La hija del océano - Historias del Grand Line IWhere stories live. Discover now