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Iba caminando por el estacionamiento del edificio en el que trabajaba, su cuello y espalda presionando con cansancio. Estando a unos cuantos metros de distancia de su auto, sacó el mando inalámbrico de su coche del bolsillo de su pantalón y apretó uno de los botones para retirar los seguros. Abrió la puerta del piloto una vez estuvo junto al vehículo y se deslizó dentro, dejando su portafolio en el asiento del copiloto antes de cerrar la puerta y meter la llave para encender el motor.

Justo cuando estaba preparándose para desaparcar, miró el pequeño peluche en forma de tortuguita que su hija había colgado en el tubo que unía el espejo retrovisor al vidrio del parabrisas, y sonrió. La pequeña junta que había tenido con su jefe en la que este le ofreció ser el arquitecto de los contratistas que irían al día siguiente le daba mucha ilusión a que le estuviese yendo aún mejor, pues al final del día, todo era por y para su niña berrinchuda.

Ahora sí, desaparcó el auto y tomó rumbo hacia la salida del estacionamiento subterráneo. Al estar en la calle, manejó hacia la academia de artes de su mejor amigo Hoseok, donde su pequeña Sounha tomaba lecciones de baile en la categoría de jazz infantil con el profesor Jungkook, también amigo importante para él.

Estaba feliz de que sus amigos lograran cumplir su sueño y dedicarse a ello como profesión, sabía lo mucho que se habían esforzado para estar en donde estaban.

Pronto, llegó al edificio de la academia Hope World y se estacionó en el estacionamiento exterior, se bajó de su coche con apuro y se adentró a la instalación, saludando a la recepcionista antes de llamar al elevador. Esperó con paciencia a que el transporte llegara y se subió en él cuando estuvo ahí, seleccionó el piso en el que sabía se encontraba la sala de danza infantil y miró los números en la mini pantalla que mostraba los niveles que se subían o se bajaban.

Las puertas se abrieron y salió de la caja metálica hacia el fondo del pasillo, donde estaba la puerta que daba acceso a la sala de prácticas donde Jeon daba las clases a los niños, escuchando de fondo la música amortiguada por las paredes de cada sala.

Ni bien cruzó el umbral de la puerta cuando ya estaba buscando con la mirada a su hija, encontrándola al fijar su vista en la pequeña que portaba la blusa turquesa que él mismo había doblado y colocado dentro de su maletita de ropa para las lecciones de baile. Ella seguía con concentración pura los nuevos pasos y formaciones que el profesor les había enseñado e indicado al inicio de la clase.

Yoongi siempre procuraba llegar media hora antes de que las clases de su hija terminaran, pues tiempo antes aún estaba trabajando y así era como veía a la pequeña de seis años mientras practicaba su baile, aunque fueran unos cuantos minutitos. Así que se sentó en uno de los sillones del fondo para apreciar a su niña.

Momentos más tarde, Jungkook apuntó el pequeño control de mano con el que controlaba el equipo de sonido y detuvo la música cuando los niños terminaron la coreografía hasta la parte en la que tenían los pasos.—Bien, mis pequeños saltamontes, eso fue todo por hoy... ¡lo hicieron súper duper bien!— les aplaudió y los pequeños se emocionaron al recibir esas palabras de su joven profesor, dando brinquitos y riendo felices.

Como era costumbre, los alumnos se reunieron junto al profesor, abrazándose a su cintura, piernas o colgándose de su espalda. Jeon sacó su celular y abrió la cámara para tomar una selfie con sus pequeños, quienes salieron con sonrisitas infantiles, a algunas de ellas se les notaba una ventanita donde un diente de leche había estado.

La foto estuvo lista y los niños se dispersaron en busca de sus padres.

Fue entonces cuando Sounha se giró sobre sus talones y enfocó a Yoon de pie en el fondo, esperándola con una dulce sonrisa.

🍂La pequeña de Min🍂• YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora