4. Redención

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A la mañana siguiente, aún me duele la cabeza, Olivia parece una flor fresca, y eso que creo que se acabo una botella completa...joder, la escapada, el alcohol, las botellas, aquel beso... no puedo evitar pensar otra vez en lo  inmoral,  no debí hacer eso, una ola de culpa me recorre. Y si nos descubrieran seguro nos expulsarían, un escalofrío me recorre la espalda de pensar en lo que ocurriría si me llegaran a expulsar ¿qué le diría a mis padres? ¿qué haría si..? cierro los ojos con fuerza, no puedo ni imaginármelo. Maldita sea, porqué habré decidido seguir a Olivia, en el momento fue un arranque de adrenalina pura, ahora solo un fuerte dolor en el estomago y unas horribles ganas de vomitar.

Nos cambiamos, asistimos a la misa y el desayuno, seguido nos toca canto, en una pequeña capilla en medio de ambos edificios. La clase sigue normal, hasta que la misma mujer que nos perseguía ayer, irrumpe en el complejo, detrás de ella esta la madre Judy, un silencio infernal se asienta en la habitación tan rápido como una aguja cayendo, siento palidecer.

— Estamos en busca de dos chicas, tal vez tres, que han cometido enorme sacrilegio robando el vino de la comunión, esto no es solo inmoral, si no un pecado, y habrá fuertes consecuencias.

El dolor en mi estomago vuelve y las palmas de las manos me sudan, me atrevería a decir que incluso, estoy sudando. Volteo a ver discretamente a Olivia, no se ha inmutado, me volta a ver y me guiña un ojo naturalmente; también miro de reojo a Emily, y parece casi aburrida, pues en realidad todo el peso caería sobre mi y Olivia, fuimos las que tomaron el vino de la mesa y luego huyeron al bosque.

— Anne y Cassie, siganme por favor — dice con dureza la madre Judy.

Respiro. ¿Sospechan de ella? Anne es una de las chicas mas calladas, ahora que lo pienso la mayoría de las veces esta sola, a veces esta una chica de un grado menor pero en clases es callada y no habla con nadie, de no ser por Olivia seguro yo estaría igual, me da pena, ¿cómo podrían culparla de algo así? La consciencia me carcome, creo que si lo admito mi castigo será menor y evitaré que alguien mas lo pague. Me levanto de mi silla para ir a hablar con la Madre, cuando Olivia me toma del brazo con fuerza y me impide salir.

— ¿Qué crees que haces? — me pregunta entre dientes.

— Olivia no podemos dejar que alguien mas pague por nuestros...

— Shhh, por favor, no les van a hacer nada, rapidamente se darán cuenta que son incapaces, chicas tan disciplinadas como ellas no podrían hacer algo así ¿lo entiendes?

— Si...pero...

— Pero nada, no va a pasar nada ¿Crees que es la primera vez que alguien roba el vino de la misa? — Me interrumpe — Y ademas, tu también eres una chica disciplinada e inocente, no podrían culparte nunca a ti... en todo caso yo corro mas riesgos, pero no dire nada, así que tranquila ¿Vale?

— Vale, pero creo que es la última vez que te sigo en estas cosas. — digo aun preocupada, el dolor de mi estomago y mis nervios siguen ahí.

— ¡Joder! Que pesada eres.

— Tú me has arrastrado a todo esto.

— No — de pronto se ha puesto a la defensiva, su semblante se ha vuelto duro — No, no te confundas, yo no te he obligado a nada, tu  has tomado tus propias decisiones.

Después me ha dado la espalda dejandome parada en la entrada de la capilla.


En el receso me dirijo sola al único lugar en el que sé que podré tener un momento en silencio para reflexionar, en la capilla menor, no hay ni un alma, nadie prefiere pasar el rato en un lugar tan sombrío, lo entiendo, pero de pequeña cuando me portaba mal, solían mandarme a rezar. Me siento en una banca y observo la figura de una virgen dentro de una caja de cristal, mira hacia el cielo, y tiene lagrimas, pide misericordia, alrededor de ella hay un aura de rayos de oro un manto enorme azul de seda la cubre por completo.

— Es muy bella ¿verdad? — me pregunta.

Edward esta detrás de mi, de pie observando el enorme altar. Lleva un rosario y una Biblia entre sus manos entre cruzadas, a diferencia del día en la cocina, hoy lleva una gruesa y larga sotana negra que le cubre desde el cuello a los tobillos.

— Esto... si, si lo creo

— ¿Qué haces aquí —  sonríe amablemente, casi me perturba su sonrisa radiante.

— Oh... yo... necesitaba pensar — ¿Por qué siempre tengo la mala costumbre de tartamudear cuando estoy con el? — creo que me agrada el silencio... ¿y usted?

— También, este lugar da mucha paz y armonía, me encargo de llevar esta capilla, paso aquí la mitad del día, me sorprende verla aquí, no es un lugar concurrido por los alumnos, es que ¿su corazón busca la paz?

— Creo que me estoy desviando de mi camino...

— Puede sonar raro pero es normal, somos pecadores por naturaleza, pero el señor es misericordioso, el le ayudara a recuperar su camino con el y a sus deberes. — Y... tal vez pueda ayudarte un poco con ello. Ven.

Me lleva hasta un rincón de la capilla, sobre el piso de baldosas hay una enorme caja de madera, un confesionario, dentro de el, hay una division de madera, una rendija, de cada lado hay una silla de terciopelo rojo. Lo miro un poco desentendida, ¿pretende que le confiese mis pecados..?

— Aun no estoy del todo autorizado para hacer esto, pero sé que la confesion es el primer paso para retomar el camino.

Lo miro, ¿puedo confiar en el? Algo me dice que si, si lo pienso bien, tal vez sea el indicado para esto, si lo confieso, tal vez deje de sentirme mal respecto a eso. Me siento en una de las sillas y el en la otra, cierra la puerta de madera y quedamos a oscuras parcialmente, solo veo pequeños fragmentos de su rostro atravez de la rejilla de madera.

— Esto es solo una formalidad, pero puedes contarme lo que sea, yo no dire nada respecto a lo que me cuentes,puedes tomarlo como si le contaras a un amigo.

Tomo un poco de aire, no se por donde empezar ¿desde dejar que Olivia fume mientras me baño? O simplemente desde que burlamos las autoridades y nos robamos el vino de esta misma capilla. Al final le cuento todo de manera muy general y evitando entrar en detalles.

Cuando cuanto lo de la botella, hago una pausa, no puedo verlo pero espero tener un indicio de una reaccion, nada, sigue en silencio como lo ha hecho hasta ahora.

— Bueno, para ser una chica muy tranquila, déjame decirte que has causado un alboroto gigante la mañana siguiente a la que desapareció el vino. — responde cuando acabo. No es para nada la reacción que me esperaba, pero por el tono, casi puedo jurar que esta sonriendo, al imaginármelo, yo también sonrío.

— No lo habria hecho de haber sabido que...

— Es normal que las fuerzas de lo inocuo nos arrastren a ellas, pero tu has decidido retomar tu camino, por eso has venido aquí, ese gesto ya demuestra que eres una hija de Dios ante todo y seras agraciada por eso.

Al escuchar eso, algo en mi se inquieta, es como si me quitara un peso de remordimiento de encima pero al mismo tiempo es como si no estuviera segura de creermelo firmemente.

— Gracias... supongo — me siento mas ligera, suelto una pequeña risa.

Nos quedamos en silencio, no incomodo, creo que hemos acabado, pero es como si quisieramos quedarnos un momento más en compañía del otro.

— ¿Puedo preguntarte algo? — digo finalmente.

— Claro.

— ¿Alguna vez has pecado..? — se queda en completo silencio, creo que me he sobrepasado con la pregunta.

— Como todo humano, por supuesto, pero he encontrado la redención.

Inocencia perdida (+18)Where stories live. Discover now