Capítulo 3

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—Mi apellido es Zhou, y Rong proviene de "las fuerzas armadas y los caballos"¹, no de Huang Rong-meimei².

—Hemos estado ocupados en esta desventurada ciudad T durante más de medio mes y no hemos recibido un centavo de nuestra asignación para el campo. También nos estamos quedando sin municiones y raciones, y en este caos, cuando necesitamos combustible para nuestro vehículo, también tenemos que hacerlo a escondidas, como si fuéramos ladrones.

—¿Cómo crees que estalló este virus? ¿Es una mutación de la rabia o es una táctica de guerra enloquecida empleada por el imperialismo estadounidense y las potencias occidentales para atacar a nuestro país? Hace un par de días todavía estaba siguiendo una transmisión de noticias, y anoche se interrumpieron la señal de televisión y la transmisión de onda corta, qué lástima por el " Equipo de Gestión Urbana del Pueblo" y el "Buró de Radio, Cine y Televisión del Pueblo" que había estado siguiendo incesantemente durante más de medio año. Pero el que encuentro más lamentable sigue siendo...

Zhou Rong encendió su cigarrillo, inhalando profundamente. Volteó para ver a los miembros del equipo temblando de miedo. La ventanilla del vehículo estaba abierta de par en par y el viento entró silbando.

—Él... ya se fue —dijo uno de los hombres —. Se fue por la ventana...

—¿Cuándo se fue?

—Cuando mencionaste la transmisión de noticias.

Zhou Rong guardó silencio por un momento y luego dijo con pesar—: Qué lástima, estaba a punto de recomendarle la octava temporada de la "Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo del Pueblo".


***


La horda de zombis ya había sido atraída hacia el lado sureste, y solo había diez muertos vivientes vagando en la calle. El joven dio una voltereta y aterrizó en el suelo, en unos pocos pasos se retiró a la esquina de una pared y luego entró a la  farmacia desordenada.

La bombilla parpadeaba sobre su cabeza y en las paredes había salpicaduras de sangre fresca. Encima de los destrozados mostradores de cristal había restos mutilados de cadáveres, y uno podía imaginar qué clase de escena aterradora ocurrió cuando estalló el virus en este lugar.

Con los cada vez más fuertes pedidos de igualdad racial y de género, la prohibición de los supresores de feromonas omega se había levantado en muchos países, pero seguían siendo un medicamento recetado que estaba estrictamente controlado. El joven levantó su carabina frente a él, rodeó el cadáver del farmacéutico que había caído sobre el mostrador, y rompió la vitrina con el rifle. Al ver ese familiar auto-inyector, dejó escapar un suspiro de alivio indetectable, rápidamente la sacó del empaque e inyectó el medicamento en la vena de su brazo.

La farmacia debió haber sido saqueada varias veces, pero todavía quedaban algunos suministros, como proteínas en polvo, barras energéticas y bebidas energéticas, entre otros. Tomó la mochila de lona que colgaba de un cadáver y barrió con todo lo que pudo llevarse dentro de esta, e incluso encontró dos pastillas purificadoras de agua.

Cuando terminó, miró hacia arriba. A través del fragmentado espejo junto al mostrador, en la distancia, se vio a sí mismo.

El casco y la chaqueta de la motocicleta tenían un olor a sangre oxidada y ya no se podía distinguir el color de sus jeans. En sus botines, la carne y sangre seca se adherían a ellos.

De repente descubrió algo y bajó ligeramente la cremallera. Colgando de su cuello, sacó un colgante.

Era un medallón de bronce ordinario. Aproximadamente del tamaño de un reloj de bolsillo, cuando el joven lo abrió, se encontró una foto vieja en su interior, debajo de una fina capa de cristal.

Muertos Vivientes [Undead]Where stories live. Discover now