| 19 | Seduciendo a la Amante

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Desde que me había dado una segunda oportunidad para intentar ser feliz, había decidido tomar mi vida de forma lo mal libre posible. Disfrutar de todo, como si no hubiese un mañana.
El sexo se había vuelto menos monótono y más excitante a partir de allí.

Había sentido curiosidad varías veces en experimentar con mujeres pero nunca había concretado al cien por ciento, y no podía negar que Cheryl Hamilton despertaba algo en mi. Mi sentido de dominación se activaba al verla tan Segura de sí misma pero a la vez tan vulnerable.

Volví en dirección a la mesa, pero en el camino choqué con Theo, quien bailaba animadamente con Sienna. Intenté saludarlo, pero la sirenita se arrojó sobre mi en un abrazo.


—¡Este lugar es tan genial! —exclamó arrastrando las palabras.

Me separé de ella, quite la copa que llevaba en la mano y acomode el vestido rojo de corte clásico que la había obligado a colocarse.
Se veía encantadora, al igual que Theo. El siempre tenía un aspecto pulcro y adorable, incluso cuando intentaba ser sexi.

—Me alegra que te diviertas, pero es suficiente de alcohol para ti —exclame, bebiendo el contenido de su copa.

—Tranquila, me aseguraré que no ingiera más de eso —aseguró el moreno dedicándome una sonrisa que mostraba todos los dientes.

—Te dire Flash. ¡Has llegado muy rápido! —exclamé con diversión.

—Es que soy un súper héroe. Ya lo sabes.

Me enseñó sus bíceps musculosos y lance una carcajada. Tenía musculatura pero nunca podría competir con su primo, Stephen parecía ser de otro planeta.

—¡Dios, debes matarte en el gimnasio! —dijo Sienna tocando la dureza de su brazo.

¡Peligro! ¡Peligro!
¡Así se comienza, sirenita!

Estaba mucho más deshinibida a causa de los tragos y el Champagne. Agradecía al cielo que el otro James no estuviese aquí o la sirenita perdería la virginidad de manera poco especial en el baño de la discoteca.

—Me alegra que no vinieras con Alexander.

—Estaba en casa de Stephen, íbamos a ir a un bar cerca de aquí pero Justo Cassy llamó —respondió ayudando a Sienna a estabilizarse —Stephen no quería venir pero cuando le he dicho que estabas tú, accedió inmediatamente.

Esbozó una sonrisa que provocó que negara con la cabeza. Comprendía el juego que estaba jugando y no iba a caer en eso.

—¡Se lo qué haces, Theodore James! —acuse.

—No se de que hablas —fingió ser inocente.

—Intentas hacer de cupido... pero no te funcionará.

—Eso lo veremos, prima.

—¿Eres su prima? —preguntó Sienna sorprendida.

—¡Te detesto! —replique mientras caminaba hacia los sillones del vip.

—¡No es así!


Encontré a Stephen sentado allí, con la vista en su móvil y el ceño fruncido. Tenía una expresión de desagrado que arruinaba sus lindas facciones. Su camiseta blanca brillaba gracias a la luz de neón, y la campera de jean celeste que llevaba le daba un aspecto juvenil y relajado. Lejos estaba ese empresario insoportable y demandante que trabajaba conmigo.

Todo en él gritaba sexo.

—¿Puedes cambiar esa expresión? Tendrás que usar botox a los treinta de lo que te arrugarás por tanto fruncir el ceño.

SIN LÍMITES © [COMPLETA] # 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora