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Al día siguiente me desperté con un mensaje de Jo invitandoame a ir a la playa.
El día estaba espectacular, el cielo brillaba con sus distintos tonos de celeste y el sol iluminaba cada espacio.

Era el mismo sitio al que habíamos ido con Jason y sus amigos hacía una semana, pero ahora que estaba repleto de gente (por el buen clima y por ser sábado) parecía un lugar completamente distinto.

Nos sentamos sobre una manta en la cálida arena y nos dispusimos en bikini a tomar sol. Pero el silencio sólo duro unos instantes.

-Cat debo decirte algo-

Levante mi cuello y la miré con prisa. Estábamos tumbadas boca arriba.

-Habla-

-Creo que hoy... Jason y yo... Vamos a...-

Estaba tan nerviosa que no sabía como decirlo.

-¡Mierda!- me senté de prisa sonriendo -¿Te lo insinuó?-

-Algo así, vamos a ir a la casa de sus tíos que esta vacía-

-Ay amiga...- me detuve en cuanto ví que no sonreía -¿No estás feliz?-

-Si- respondió de prisa -Es que... ¿Recuerdas aquél fogón que fuimos con sus amigos? - asentí -Le tocó responder en la prenda y dijo que había estado con muchas chicas... Se que es una estupidez pero me da un poco de inseguridad mi inexperiencia...-

-Amiga te entiendo, es lógico, probablemente me pase lo mismo cuando esté en tu lugar... Pero debes saber que es la primera vez que vas a vivir ésto como algo nuevo. Debes disfrutarlo, sin pensar en otras cosas. Es tu única primera vez. Lo importante es que elijas compartirla con alguien que quieres y que sabes que te cuidará. Jason es muy bueno, jamás te compararía con otras. -

-Es cierto...- se quedó unos segundos dubitativa y luego me sonrió - Gracias amiga, tienes razón. Joder qué nervios - rió

-Quiero saberlo todo mañana- reí

-Lo prometo-

Y de pronto sin que ninguna de las dos se lo esperara, una voz nos sobresaltó.

-¿Qué promesas andas haciendo?- un pelo rojizo se cruzó en mi vista. Era Jason. Y... Oliver. Maldición. 

Después de lo del beso de ayer no habíamos ni siquiera vuelto a vernos. Ésto era muy incómodo.

-¡Jason!- exclamó Jo y se puso de pie para abrazarlo -¿Qué hacen aquí?-

-Estábamos paseando y las vimos de lejos, quisimos saludarlas-

¿Quisimos? pensé. Y Oliver lo miró sorprendido también, claramente no había sido su intención.

-Oh, el día está espléndido. Vengan, siéntense-

Maldición Jollie, pensé. Pero no quise ser injusta, estaba muy emocionada con la presencia de su enamorado. Y a él le entusiasmó la idea.
En cambio su amigo y yo, ni siquiera nos saludamos, solo nos sentamos en silencio escuchando al pelirrojo hablar.

Oliver tenía un perfume que el viento traía hacia mí y estaba enloqueciéndome. No pude evitar pensar en el beso... había sido tan hermoso... Pero lo había arruinado. 

Luego de un rato de anécdotas, risas compartidas y de confirmar que Jason era una excelente persona para mi amiga, sucedió lo que temía. Él le propuso a mi amiga ir a caminar un poco por la playa y ésta sin pensarlo aceptó. Al instante se dió cuenta de lo que había hecho y me miró. Con disimulo asentí con mi cabeza. Claro que iba a ir. Yo no era una niña y no le temía al estúpido que estaba sentado a mi lado de manera tan sexy.

En cuanto se pusieron de pie y comenzaron a caminar, los vimos fijo alejarse hasta que su imagen se fue haciendo pequeñita entre la gente. 

Un silencio más que incómodo reinó entre nosotros. Por un instante creí que se iba a ir. Tal como lo había hecho ayer, dejándome sola.

Lo observé con disimulo. Tenía sus piernas flexionadas y los brazos descansando sobre ellas. Su piel bronceada brillaba bajo el sol.

Una leve brisa movía su cabello y su mirada estaba perdida en el océano azul.

Me pregunté si él también se sentiría nervioso conmigo al lado. Quizá estaba pensando en que decirme respecto a anoche...

-Es un lindo día- habló sorprendiéndome.

Confundida, pregunté

-¿Disculpa?- me sentía descolocada, porque de todas las cosas que me.
esperaba que dijera, esa no era una.

-Me encanta el mar, tiene algo fascinante en su fuerza- continuó con ojos brillosos.

Si nuestra situación fuese otra, si el beso no hubiese ocurrido y con tanta pasión... Probablemente hubiese disfrutado y coincidido con sus palabras, y hasta se me hubiese erizado la piel al verlo deleitarse así de la naturaleza.

Me dió tanta impotencia que intentara hacer como si nada pasó ayer... Me molestaba de sobremanera que pensara que iba a dejar pasar que me había besado y luego ignorado.

-Tenemos que hablar- dije de pronto mirándolo y sorprendiéndolo. Me observó unos instantes y luego miró al costado de nuevo.

-No hay nada que hablar- respondió serio. 

-El beso- le solté así como así.

-Estaba borracho, eso es todo-

¿Qué? Sabía perfectamente que no lo estaba. Habíamos hablado, bailado, reído. Casi ni había bebido. Incluso estaba yo mas ebria que él y recordaba todo. Por lo tanto, él también. 

Por mi cuerpo subió un fuego y mi rostro se tiñó de rojo. ¿Cómo se atrevía a decirme eso? ¿Eso es todo? ¿Podía ser tan desconsiderado? 

Por un momento anoche había pensado que estábamos conectando... que nos empezábamos a entender. Si yo disfruté ese beso, sé que el también. Lo notaba en sus movimientos y en el suspiro que soltó al principio, como si estuviera aliviado. 

Entonces me decepcioné de él. De su cobardía o que se yo lo que le sucedía.

Y así, furiosa e impulsiva, tomé mi bolso en un movimiento rápido y antes de ponerme de pie le dije:

-Eres un idiota-

Y me marché dejándolo solo y desconcertado. Tal como él lo hizo conmigo ayer. 

¿Quién eres realmente? (2° Libro)Where stories live. Discover now