54. Mamá siempre se acuerda de tí

3.6K 212 37
                                    

Hola gente!! 

¿Cómo lleváis el fin de? 

Desde aquí, os deseamos feliz capítulo jejeje


POV ALBA 

Cuando colgué de hablar con Natalia me puse a caminar en dirección a mi casa, pero mis pies me engañaron y decidieron que primero pasaríamos por el parque. No sé como, pero de repente, estaba allí... Bueno, quizás, si sé como. Quizás, el hecho de que Natalia me dijera que estaban allí me hizo dar ese rodeo. Verla. Si, quería y necesitaba verla. Sin embargo, no podía acercarme a ella. Ni yo misma sabía como respondería ante su contacto, ante su mirada o ante su voz. ¿Y si respondía mal como ya pasó en Pamplona? Lo importante era, primero, asimilar todo, darle orden a todo en mi cabeza y después, hablar con ella. ¿Y si mi cabeza decide reaccionar y le habla mal o le dice algo que le haga daño, ahora, cuando menos lo merece? Prefería tomarme unos días, como había dicho Manu. Debía proteger a Natalia de mi misma, al menos, hasta que tuviera todo bien asentado.

Como me dijo Manu, todos mis recuerdos estaban demasiado alterados, todas mis emociones demasiados intensas. Podría decirle cualquier burrada y, si algo tenía claro, es que no quería hacerle daño. No podía, no se lo merecía. Prefería observarla desde lejos. Estaba abrazada a María. Ni mi hermana, ni Mimi, ni Elena estaban ahí, tampoco mi hija. Supuse, que ya se habrían ido a casa. 

También pude ver a Sabela con otra chica, su prima, supuse... se veía una chica muy guapa. Sabela nos había hablado de su familia, pero siempre por encima. Conocíamos a sus padres de alguna visita que le habían hecho a Madrid, pero poco más. 

Seguí observando a Natalia. No veía sus rasgos, pues no quería acercarme demasiado, pero seguro que estaba preciosa. Como siempre. Me alegré de ver que estaba bien arropada. María la tenía agarrada todo el rato. Me dieron ganas de ir a abrazarla a mí. Pero me dio miedo, si algo tenía claro es que no podía hacerle un daño que no se mereciera y no sabía como actuaría ni mi cabeza ni mi cuerpo ante ella... aunque, intuía que verla y querer abrazarla, era buena señal. 

Hablaría con ella, sin presiones, como me pidió Manu. Nos debíamos una larga conversación. Le contaría como me sentí durante esos meses, tal y como ella hizo cuando estábamos en Elche. Ojalá poder volver a querernos bien, ojalá poder perdonarnos, ojalá volver a ser el sitio seguro de la otra, ojalá volver a confiar. 

Con esos pensamientos y una pequeña sonrisa de esperanza me fui a casa, allí me esperaban 4 rubias muy importantes para mí. 

- ¡Mami! - se me tiró mi hija en cuanto abrí la puerta. Nos abrazamos más fuerte de lo que lo había hecho en estos meses. Me parecía que hacía siglos no la tenía entre mis brazos - Mami que me "apretas" - protestó - ¿Por qué lloras? - dijo cuando me separé un poco de ella para empezar a darle besos por toda la cara 

- Mi vida, porque te he echado mucho de menos

- Te fiste - me dijo con su voz en un hilo

- Si, mi vida. Tuve que venir porque... - ¿qué le había dicho Natalia de mi "huida"? Manu me dijo que no podía nombrar las cosas que hacía con palabras negativas, ni siquiera, o sobre todo, en mis pensamientos, pero, ¿cómo se llama a lo que hice para salir de Pamplona si no es huir? Si, con motivos, o sin motivos, pero huida, al fin y al cabo - tenía que venir al médico, mi vida

- Mamá dice que tenías que trabajar - me dijo un poco confusa. 

- Claro, mi vida. Tenía que venir al médico y también a trabajar. 

- Ah... ¿estás malita?

- No, cariño, ya estoy curada. Ya no estoy malita - le dije con una sonrisa ilusionada. El hecho de que hubiera recuperado mi memoria, aunque, de primeras nos hubiera venido mal, estaba segura que era una forma de avanzar, solo necesitaba tiempo.

¿Te atreves a recordar?Where stories live. Discover now