La historia se basa en el momento en el que la protagonista (Tú) ingresa por medio de una beca a la academia de la Verdadera cruz para ser exorcista...
En el proceso te das cuenta de que el curioso director se siente atraído por ti, que tu vida camb...
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Al despertar viste que estabas en el cuarto de Samael, más específicamente en su cama, y que él estaba dormido junto a ti.
Tomaste una almohada y se la pegaste en la cara.
-¡No hagas eso!
Él abrió los ojos de golpe y con una de sus sonrisas payasas que lo caracterizan te miró y te dijo:
-¿Hacer qué?
-Que me duerma de repente ¡Eso es grosero! ¡Es una de tus formas de callarme! ¡Te tenía que decir algo importante!
-Bueno, en mi defensa era necesario, tenías que dormir.
Tomaste la misma almohada y lo golpeaste en la cara.
-¡Pero no así! Es una falta de respeto, además *le sonreíste de forma malvada* ¿no se suponía que eras un caballero?
-Ejem *chasqueó los dedos y de repente estaba vestido y ambos se encontraban en su hermoso jardín, tu vestías una de tus Yukatas favoritas* lo acepto, honrada señorita *se puso de rodillas y se retiró el sombrero* yo, Sir. Johann Faust V conocido como el rey del tiempo Samael además de Mephisto Pheles. Quiero ofrecerle de mi palabra una disculpa por mi comportamiento y el malestar que le hice provocar hace unas horas, sería un honor para mí que aceptase mi disculpa y se olvidara del asunto.
No pudiste evitar ruborizarte, después de todo era cierto que Mephisto era un caballero.
-Bien *aprovechando que estaba de rodillas lo abrazaste, ya que él era realmente alto*
Él te besó y tu suavemente lo jalaste para que ambos se acostasen en las flores, simplemente miraban el cielo, tu cortaste una flor y la oliste, el parecía admirar cada parte de tu rostro y te dijo:
-¿Sabes lo hermosa que te ves?
Tú lo miraste de regreso y le dijiste tocando su rostro:
-Tú eres hermoso *lo miraste, querías grabar cada milímetro de su rostro en tu memoria, no sabías porque, pero te asustaba perderlo*
Así estuvieron ambos por un tiempo, mirándose, admirando el cielo y las flores, no necesitaban decir nada, estaban cómodos con aquel silencio, hasta que Mephisto lo rompió y te dijo:
-¿Sabes? Me gustaría que fueras mi esposa.
Tú lo miraste, tus mejillas se enrojecieron y tu corazón latía tan rápido que sentías que iba a salir.
-A mi me encantaría *dijiste*
-¿Lo deseas? *dijo mirándote intensamente a los ojos*
-Si *dijiste mientras juntabas tu frente con la suya* ¿para los demonios el matrimonio es válido?
-Para mi lo es, quisiera estar por siempre de esta forma, contigo.
Tus ojos se abrieron como platos, y sin pensarlo dijiste: