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Llegado el martes, Beomgyu se sentía preparado para enfrentar ese cóctel.

Tenía puesto el elegante frac que compró el domingo, había ensayado heterosexualidad actuada frente al espejo y había aprendido el "guión" que le envió Joohyun, que resultó ser más como un conjunto de notas sobre el Grupo Bae y los básicos de negocios. Estaba convencido de que todo saldría bien y obtendría la promoción a supervisor.

Lo malo era que no podría pasar su cumpleaños tranquilo, pero no le parecía una pérdida tan grave. Ya había podido disfrutar el fin de semana, y tenía pensado salir de nuevo el siguiente sábado, así que por un martes perdido no sufriría.

Además, su compañero de piso procuró que el día no pase sin un bonito detalle de su parte.

Apenas salió de su habitación, listo para partir al trabajo, se topó con Soobin cargando un pequeño pastel de chocolate, su favorito, decorado con grageas de colores y mucho ganache.

—¡Feliz cumpleaños! —saludó, entusiasta—. Sé que no tienes mucho tiempo ahorita, pero ya te había preparado esto.

—Gracias, Soobin. —Le sonrió, tomando el pastel sobre sus propias manos para dejarlo a un lado y poder abrazar a su roomie, firmemente—. Seguro sabe mucho mejor que el caviar del cóctel.

—Ah, claro que no...

—Sólo hay una forma de comprobarlo.

Pese a que el calor humano le resultaba muy cómodo y necesario, Beomgyu se obligó a separarse de su amigo para dirigirse a la mesa en la que había colocado el postre. Probó el ganache con un dedo, de frente, exagerando su expresión de agrado al poner los ojos saltones y asentir furiosamente.

—No jodas, está buenísimo.

A Soobin le bastó el cumplido para entregarle una cucharita para que coma más ordenadamente. Ambos sabían que el pastel sería compartido exclusivamente entre los dos, así que, ¿por qué molestarse en partirlo en trozos?

—Si Joohyun no me hubiese dado la oportunidad de ascenso, probablemente le hubiese dicho que no para pasar la noche contigo.

—¿Qué te hace creer que yo quiero pasar la noche contigo? —bufó el mayor, haciendo que ruede los ojos.

—Tú te lo pierdes —bromeó, antes de tomar una porción más del pastel—, pero hablando de pasar la noche, un chico del bar del fin de semana me escribió —contó, ganándose la atención de Soobin—. Estuvimos hablando estos días, y vamos a desayunar juntos el sábado. Tiene plata, así que... ¿le digo que te invite también?

—Hm, no me debería aprovechar así...

—Por favor —insistió, esta vez más serio—, quiero que vayas para que juzgues su carácter y me digas si debería bloquearlo o si podemos ser amigos.

—No porque soy psicólogo significa que... —Estuvo por argumentar algo, pero Beomgyu lo silenció al darle un trozo de pastel para que coma.

—Perfecto, le preguntaré si puedes ir también. Estoy seguro que no tendrá problemas con eso, al contrario.

Tras desayunar casi un cuarto del pastel, se dio cuenta de que estaba tarde, así que se despidió de Soobin en un apuro, agradeciéndole una vez más por el presente. Esperaba que el trato que tenía con su jefa le permitiera un perdón por tardanza.

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El trabajo de Beomgyu no era muy complicado, pero sí aburrido y pesado. A pesar de sus lejanos sueños de convertirse en un pintor reconocido, ahora era un simple trabajador de oficina más, sentado frente a su computador durante demasiadas horas al día.

Valor en Alza ≫ TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora