La Confesión

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que ésta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 29: La Confesión.

Se encontraba sentado frente a la gran mesa, solo en ese momento. Un sirviente le había traído té y panecitos recién horneados. A pesar del hambre, se sentía medio cohibido en el lugar. Era el castillo, había pasado gran parte de su vida allí, junto a su padre y su medio hermano, bueno, este último no tanto ya que se encontraba en la marina y sólo regresaba de vez en cuando. El castillo era su hogar. Ahora, había algo que lo hacía sentir incómodo. No pudo dormir bien y eso que había permanecido en su antigua habitación. Tal vez no era el castillo el problema. Más bien, era el saber que ahí estaba Kagome. Kagome, como esposa de su medio hermano mayor.

Casi se había quedado de piedra cuando la vio voltear y la mujer, que él creía era una amante de su hermano, lo miró. Su corazón latió fuertemente y por un instante se quedó sin aliento. No podía creer que ella, su antiguo amor de la infancia, la muchacha que jamás había podido olvidar y por la cual terminó su inútil matrimonio, estaba ahí, más hermosa que nunca. Y era ahora la esposa de Sesshomaru.

Tragó con fuerza y miró su té. No podía creer que estuviera ahí y que su hermano estuviera tan cautivado por ella. Casi no reconoció a Sesshomaru. Perfecto señor del hielo Sesshomaru, despeinado y con la camisa medio abierta, seduciendo a la que había sido su recatada amiga. Sacudió la cabeza apartando los pensamientos que comenzaban a invadir su cabeza.

De pronto escuchó pasos, un par de tacones caminando rápido y otros más fuerte, risa femenina y luego murmullos, alzó la mirada hacia las escaleras y pronto los vio aparecer a ambos, jugueteando aún. Kagome se apartaba de él riendo y Sesshomaru, completamente cautivado intentaba tomarla de la cintura y besarla. Inuyasha volteó el rostro rápidamente y carraspeó para hacerse notar. Los escuchó callarse y luego una breve risita de ella. Los pasos se hicieron regulares ahora, caminaban casi con cautela, bajando las escaleras. Se presentaron a él con ceremoniosidad. Sesshomaru lo miró severo e Inuyasha le hizo una leve inclinación de cabeza, luego miró a la joven, ella le sonrió e Inuyasha se puso de pie torpemente en su presencia. Observó como su hermano le apartaba la silla, frente a la suya, para que se sentara.

- Buenos días, Inuyasha.

- Buenos días... a los dos- Murmuró y luego tomó su tasa de té y lo bebió. Los sirvientes aparecieron de inmediato para atender al Lord y su esposa.

- Me comentó Sesshomaru que te quedarías unos días- Agregó Kagome, intentando ser cordial.

Sesshomaru observaba atento la interacción entre ambos. Se sintió satisfecho con la actitud de su esposa. Ella era cordial y amable, pero no había más que eso. Sin embargo su medio hermano menor estaba algo cohibido y eso lo sorprendió un poco.

- Sí, tengo que solucionar algunas cosas...- Respondió sin mucho ánimo-... luego me iré a una antigua casa que tenemos.

- Es una pena que estés divorciado- Dijo la joven en verdad con pesar.

Inuyasha esquivó su mirada y dio un sorbo a su té casi frio.

- Sí... bueno... estoy mejor así.

- ¿Y no tuvieron hijos?

Lo vio hacer una mueca.

- Oh, no, gracias a Kami.- Respondió con alivio.

La muchacha se sintió triste por su vida. No quiso seguir preguntando más ya que Inuyasha parecía no estar bien. Ella lo conocía, bien, hacía mucho no lo veía y las personas cambiaban y maduraban con el tiempo, pero Inuyasha estaba incómodo, triste y desanimado claramente.

El Demonio BlancoWhere stories live. Discover now