CAPÍTULO 47

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ADHARA

De repente todo pareció detenerse por un instante, los líderes de los mercenarios habían muerto, y no había nadie que los estuviese dirigiendo. No veía al padre por ningún lado, y tampoco a Malek.

¿Dónde estaba Malek?

Un nerviosismo recorrió mi cuerpo, busqué una vez más entre el gentío y lo único que vi fue a los mercenarios tratando de retirarse y ser perseguidos por los soldados de Akram, puesto que sus órdenes consistían en no dejar a ni uno solo con vida.

No era capaz de permitirme un leve regocijo por este hecho si quiera, Akram había ganado una batalla más, el reino volvía a estar a salvo.

Pero por más que intentaba atraer esa sensación de tranquilidad no podía, por el simple hecho de no saber dónde se encontraba Malek.

¡Maldito seas Malek! Y que Alá me perdone.

De repente un sonido fuerte se escuchó en la torreta en la que me encontraba.

Dí un sobresalto buscando alrededor y no vi nada.

El sonido volvió a escucharse y esta vez pude identificar que provenía de la trampilla por la que había ingresado.

Alguien estaba intentando entrar y golpeaba contra la trampilla para que cediese lo que sea que lo estuviese trancando.

Vi con terror cómo la daga recorría con cada golpe que propinaban desde el otro lado, intenté correr y volver a posicionarla, pero fue demasiado tarde.

De repente la trampilla se abrió y la daga salió disparada a algún sitio.

Me aferré a la cimitarra de Akram esperando me infundiese valor, y retrocedí como acto reflejo mientras la presencia del infeliz de Malek hacía su ingreso a la torreta.

Un estremecimiento recorrió mi cuerpo, todo dictaba peligro y podía sentir incluso un sudor frío recorrer mi frente.

-¡Así que estás aquí maldita ramera!

Sus insultos no tenían efecto alguno en mí, no provocaban más que indiferencia.

Respiré lento, tratando de calmarme. La voz de Akram vino a mi mente, recordando las tantas veces que me había repetido que me calmase y respirase para tranquilizarme.

Este no era uno más de sus entrenamientos, esto era la realidad, y aparentemente todo indicaba que tendría que enfrentarme a mis pesadillas de una vez.

¿Podría salir con vida?

No importaba, en caso de que no lo lograse al menos me lo llevaría conmigo para que Akram estuviese a salvo.

-Vamos, acércate y muéstrame lo que puedes hacer con ese pedazo de hierro. -Dijo con un tono de superioridad.

Él quería que me alterase, de manera que pierda el control y me venciese de inmediato, pero una vez más, la voz de Akram resonó en mi cabeza.

Cálmate y trata de predecir su siguiente movimiento.

Cerré los ojos, me transporté a los entrenamientos en medio de la oscuridad, y en lo que debió durar un par de segundos fui consciente de varias cosas. La pelea allá abajo seguía teniendo su curso, pero en menor medida, los gritos ya no eran tan ensordecedores como en un principio y el sonido de hierro contra hierro tampoco, el sonido de caballos resonaba en la arena, seguramente estaban persiguiendo a los que trataban de huir.

Y luego lo sentí a él, Malek tenía una respiración no tan regular, era la respiración de alguien que había recorrido una gran distancia o que había sido herido, en cualquier caso, debía utilizarlo a mi favor.

AKRAM: ¿Un Príncipe árabe puede enamorarse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora