CAPÍTULO 55

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AKRAM

Siete días.

Siete amaneceres solo en mi inmensa cama, sin haber podido cerrar mis ojos más que unos cuantos minutos en la extensa noche, para luego extender los brazos esperando sentirla, y sin embargo, despertar por la desesperación de no encontrarla.

Mis sueños me traicionaban y trataban de confundirme, me llevaban a lugares y recuerdos donde ella era la protagonista.

Su olor ya casi abandonó por completo mis sábanas, mas no mis recuerdos; la suavidad de su piel aún se sentía real en mis manos y en todo mi ser; el sonido de su voz me arrullaba en mis cortos sueños puesto que su eco se repetía en mi mente.

Estaba enloqueciendo.

Durante el día no era más que un muerto apenas andante y falto de voluntad, y por la noche me asemejaba a un sonámbulo que por más que lo intentase apenas lograba descansar.

Cada uno de los soldados que había mandado secretamente en su búsqueda regresó con la misma respuesta: "No hay rastro de ella, majestad. Nadie la ha visto"

Era como si el desierto se la hubiese tragado.

Iría yo mismo a buscarla si no estuviese amarrado a mis labores de príncipe y aparente anfitrión de nuestros invitados y la familia de quien sería mi prometida.

Aborrecía como nunca mi título, repudiaba mis cadenas.

Esta noche se celebraba el quincuagésimo cumpleaños de mi madre, aunque en realidad no era algo común llevar a cabo un festejo, mi padre no iba a quedar mal con nuestros invitados.

Además, mi compromiso con la hija del Jeque Zoram, Hanna, también sería oficializado esta velada; Durante la semana me habían prácticamente forzado a salir de estas paredes con el único fin de dejarme ver por la ciudad en breves paseos con la mencionada, en un afán ridículo por aparentar que nuestro futuro matrimonio sería producto del amor, y no de un interés común entre familias. Tal y como había sucedido con Khaleb y suponía que con nuestros padres.

-Señor, su baño esta listo.

Rashid era el único que se atrevía a llamar a mi puerta, y a dirigirme la palabra, si antes me temían y dudaban al hablarme, ahora ni siquiera subían la mirada en mi presencia.

En palacio no era secreto que mi "acompañante", como los sirvientes la llamaban, había huido, y que por ello mi humor había empeorado, si es que ello era posible. Pero esos rumores no podían salir de estas paredes, a menos que estuviesen dispuestos a enfrentarse a la furia del Rey, quien sin duda ordenaría la ejecución de todos los sospechosos.

Destrabé la puerta para dejar que entrasen, y les di la espalda fingiendo estar distraído con mi colección de armas. Sentía como mis ojos ardían debido al nulo descanso y no podía permitir que me viesen vulnerable.

Sentí el aroma de los aceites que vertían en el agua para que estos se impregnasen en mi piel, sin embargo, ahora no hacían más que recordármela.

Con las manos hechas puño les ordené retirarse para que pudiese alistarme.

-Adhara...

Susurré en mi soledad, invocándola y rogando que el viento le llevase mis súplicas para que volviese.

¿Qué martirio era este? ¿Qué era eso tan grave que había cometido para pasar por tanto sufrimiento?

¿Es que las almas de todas las vidas que había arrebatado estaban cobrando su venganza?

-¡Arggghhh! -Gruñí frustrado mientras me desvestía, o mejor dicho, mientras desgarraba mis vestimentas para internarme de una vez en esas aguas, que por la premura aún estaban en ebullición, empero mi cuerpo ya no sentía dolor alguno más que el de mi propia alma.

AKRAM: ¿Un Príncipe árabe puede enamorarse?Where stories live. Discover now