23) Surgito

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Los golpes en la puerta resonaron en toda la habitación, aún así los dos jóvenes no detuvieron sus movimientos.

— te amo, Tom – susurró Lixabeth sobre los labios del mayor, Tom quiso sonreir pero no lo hizo, ¿Porque sentía una cálida ola de felicidad en su pecho?.

— ahg... – gimió el castaño, sin poder evitar correrse dentro de la rubia.

— ¡Tom! – gimió ahora ella, dejando salir todo el placer que su cuerpo guardaba.

Tom se movió aún dentro de ella, bajó su boca hacia sus pechos y besó su valle.
Ella sonrió amplíamente y él salió de su interior.

— toma polvo Flu y vete, mañana tenemos clases – ella lo miró con los ojos abiertos a tope y él solo giró su cuerpo para quedar boca arriba.

— ¿Irme? Pe-pero quiero dormir contigo – susurró con sus ojos azul mar llenos de lágrimas.

— pero no puedes, vete ya – ordenó con su voz severa, tan indiferente como siempre.

— pero...Tom – susurró con la voz quebrada, él cerró sus ojos dejando que el sueño lo invada e ignorandola.

— Lixabeth, vete ya – susurró y ella se puso de pie, las lágrimas cayeron por sus mejillas, los sollozos no se hicieron esperar tampoco.

Tomó su ropa, se vistió rápidamente y con un poco de polvo Flu en su mano, se adentró en la chimenea.

— cua–cuarto de Abraxas Malfoy – dijo en voz alta, Tom abrió sus ojos a tope y la miró.

— Lixabeth... – logró decir pero fue tarde, ella desapareció entre luces verdes.

Él se levantó de un salto, tomó su ropa del suelo y se vistió a toda prisa.
Debía buscarla, debía impedir que esté con Abraxas, ¿Porque? Porque los celos hacia el rubio lo volvían loco.

Lixabeth apareció en la habitación de Abraxas, aunque solo los prefectos podían ir y venir por las chimeneas, tenían una en cada cuarto, más pequeñas y sucia con cenizas.
La rubia apareció pero tuvo que ponerse de rodillas debido al pequeño espacio. Caminó con manos y rodillas hacia afuera de la chimenea, una chica llena de ceniza, sucia y con lágrimas en su rostro se tiró en el suelo a llorar.

— ¿Porque no puedes amarme, Tom? – susurró antes de romper en llanto nuevamente.

El club de las eminencias estaba reunido sin algunos integrantes presentes, faltaban Tom y Lixabeth.

— Tom, que bueno verte ¿Cómo estás? – el profesor Slughorn fue el primero en verlo llegar a la sala, todos gritaron su cabeza para verlo y él solo clavó sus ojos en Abraxas.

— buenas noches, me encuentro bien ¿Y usted profesor? – preguntó con una sonrisa cínica en su rostro, habitual en él.

— muy bien Tom, muy bien – contestó el sonriente profesor.

— ten, estamos hablando sobre animagos – Avery le ofreció una copa que él aceptó y bebió sin preguntar que era.

— ¿Sobre animagos? Que extraño, no hablamos sobre eso a menudo – objetó el castaño tomando asiento junto a Vladimir.

— lo hacemos porque Abraxas quería saber más sobre su prometida – soltó Mulciber sin preocupación, Tom se tensó de inmediato y Vladimir sonrió de medio lado.

— quiere saber si sus hijos serán también animagos o no, cosas normales de pareja – Vladimir le dió justo en el punto débil, sin saber que lo logró, Tom no cambió su semblante serio y solo asintió con la cabeza.

— hablando de Lixabeth, ¿Donde está? No la he visto – expresó con una mueca de confusión Druella.

— debe estar durmiendo, es tarde ya – dijo Abraxas y se puso de pie – gracias por la información de hoy, me será muy útil – sonrió hacia el profesor y se retiró bajo la atenta mirada de Tom.

— ¿Estaba contigo? – el susurro de Vladimir llegó al oído de Tom, el castaño giró su rostro y miró con confusión al rubio.

— ¿De que hablas? Yo estaba leyendo – mintió y Vladimir lo miró fijamente.

Los ojos de Tom eran difíciles de leer, no sabías cuando decía la verdad o mentía y nadie, hasta ahora, lograba leerlo.

— lo siento, creí mal – se disculpó Vladimir mirando hacia el grupo reunido.

— no pasa nada, tranquilo – apretó levemente la pierna del rubio y este asintió con más tranquilidad.

Vladimir sentía que por sus estúpidas acusaciones terminaría rompiendo su amistad con Tom.
Eran muy amigos como para romper ese lazo.

— me retiro, buenas noches – Vladimir se fue de la sala y los demás incluyeron a Tom en la conversación.

El joven Rosier salió de la casa Slytherin sin ser visto, caminó por los pasillos perdido en sus pensamientos.
Llegó a mitad del camino y se sorprendió al ver a cierta castaña vagar por el pasillo.
La niña descalza, vagaba con su camisón de dormir puesto, el cabello suelto y sus ojos entre cerrados.

— Anette... – pronunció el mayor, ella detuvo sus pasos y clavó sus ojos en él.

Los ojos azul mar de él estaban más oscuros, debía ser la oscuridad o el frío, ella no entendía el porque.

— Anette – repitió pero está vez corrió hacia ella que intentaba huir.

— déjame – susurró la menor con miedo, él sintió algo extraño en su pecho, era dolor.

— Anette ¿Sigues molesta conmigo? – ella no lo miró a los ojos, siguió de espaldas a él, como había quedado por intentar correr.

— déjame, monstruo – espetó molesta, él sintió decepción por si mismo, no podía llevarse bien con nadie.

— ya te pedí perdón, lo siento Anette, en verdad lo siento – él hundió su rostro en el cuello de ella y cerró sus ojos.

— por favor, jamás vuelvas a hacerme algo tan extraño – rogó la menor, él asintió y la abrazó por la cintura.

— ¿Puedo besarte? – preguntó y ella giró su cuerpo, quedaron frente a frente mirándose fijamente.

Él quería reclamar algo que era suyo; a ella.
Ella quería ser correspondida; por él.

Él la tomó de la cintura y unió sus labios en un beso lento.

Por otro lado, Abraxas ingresó a su cuarto y se encontró la gran sorpresa de encontrar a Lixabeth dormida en el suelo.

— Lix... – susurró y cerró la puerta con seguro, fue hacia ella y la tomó en brazos para dejarla sobre su cama.

La observó un poco más con atención y quiso saber porque estaba ella ahí.

Surgito... – susurró apuntando la varita hacía ella. Él no era bueno pero quería intentar.

De ella surgió un corazón de humo color rosado, explotó y él miró con confusión todo.

— ¿Tenías Amortentia? – susurró sabiendo que esos corazones solo aparecen cuando rompes el poder de una poción de amor.

Ella se removió y buscó más calor, él quiso irse pero ella lo abrazó con fuerza y hundió su rostro en el pecho del muchacho.













Abraxas había roto la poción de amor que Tom le había dado.
¿Cómo afectará eso a la joven?

Amortentia (Tom Riddle)Место, где живут истории. Откройте их для себя