¡Sorpresa! ¿Sorpresa?

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Alberto y yo hemos pasado dos cumpleaños juntos, el suyo y el mío, cada uno con cierto tipo de sorpresas.

Una nota acerca de las dudas que dejamos pasar...

Siento que la camisa con la que mi ex reapareció hace unas semanas, es la misma con la que celebramos su primer cumpleaños. Es increíble ver cómo han cambiado las cosas desde entonces.

No suelo ser detallista más que un par de veces (con mi familia o alguna persona muy cercana a mí), sin embargo,  todo el mundo es capaz de atribuirme esa cualidad porque dicen que eso se me nota. Las personas dicen tantas cosas...

Me fastidia y me ha fastidiado siempre escuchar a las personas decir "no hay que preguntarle, eso se nota". ¿Se nota? ¿Qué es lo que se nota? Hay cosas que pueden no verse o no reflejarse y el "no notarse" no significa que automáticamente dejen de existir. ¿Puede alguien acaso imaginar el dolor que sientes tras una pérdida? No. Si se trata de algún familiar, la gente asume que debes estar triste y debes traer los ojos hinchados, porque caso contrario "se nota que no querías a esa persona". ¿Es necesario siempre que el dolor tenga que mostrarse como algo físico, visible o palpable? ¿No pueden pensar acaso que hay duelos que se llevan en el alma? Nadie puede imaginar que hay partidas que te duelen a diario sin que tengas que expresarlo. Simplemente el dolor está ahí, como un silencio prolongado que atraviesa la piel y parece perforar una vena principal de tu corazón, el dolor está presente incluso detrás de una sonrisa. Las personas que se suicidan no siempre son aquellos que se muestran sin ánimo ante la vida, al contrario, a veces son esas personas que muestran una cálida sonrisa que aunque llena al que lo rodea, hace más grande el vacío que siente dentro, porque esas personas también saben dar todo hasta quedarse sin nada, sin ellos, sin fuerzas, sin motivos, sin aire, sin vida. Parecería que para los demás, el dolor no es dolor hasta que no se admita o se muestren pruebas de ese dolor latente, constante del que pocas veces hablamos y que a veces manifestamos sentir. Es indignante, pero también es real, la estupidez es real... ¡Sorpresa! Esa es la verdad.

Planear algo para Alberto supuso algunas complicaciones, puesto que, las vacaciones siempre las paso con mi familia, y a diez horas de Alberto. Por esta razón, tenía menos de una semana para prepararlo todo. Siempre que recuerdo ese día me arden un poco los dedos, recuerdo habérmelos quemado con silicona al preparar una serie de figuras que decían "Feliz cumpleaños", además tenía las palmas de las manos rojas de tanto perforar, en forma de pequeños corazones, un pliego y medio de color rojo. Tuve que crear plantillas para formar otras palabras, crear las letras... en su momento supongo que significó más un placer que cualquier otra cosa, en este momento significa un error más en mi vida, es un "no debía hacer eso".

El día del cumpleaños de Alberto, por la mañana, fui con su primo a comprar ciertas cosas para seguir armar todo, mientras tanto, la madre de Alberto trataría de sacarlo de casa unos minutos antes de que llegáramos, con la excusa de ir a comprar algo. Mientras caminábamos por la calle, antes de llegar al lugar donde íbamos a adquirir las cosas, platicamos un poco, no sé si esa plática cambió en algo todo lo que pensaba de Alberto, supongo que no, de otro modo, me hubiese dado cuenta de lo que podía pasar y me hubiese puesto alerta antes de quemarme, pero pronto sería parte del infierno, ardería junto a mi "ingenuidad".

— ¿Cuánto tiempo llevas en la ciudad?

— Mmm desde que empezó nivelación.

— ¿Vives sola?

— Con un familiar —mamá siempre dice que es la respuesta que debe darse a alguien que no conozcas mucho, por precaución. 

Hay tantas cosas que me dijo mamá por precaución, ojalá hubiese hecho un poco más de caso, sólo un poco, lo suficiente para no terminar usando el término "basura" para definirme.

— ¿Y ya pensaste en qué regalarle a Alberto?

— Mmm no, ¿qué crees que le gustaría? 

De hecho, había pensado que con lo que estaba armando sería suficiente, aunque obviamente su primo no sabía lo que tenía planeado, sólo me vio con una funda. Es decir, el valor de las cosas está, según yo, en el tiempo que le dediques a alguien, me había malanochado tratando de planear lo de los globos, las letras y unas figuras fosforescentes para que Alberto las pudiera ver brillar en la noche, no para que pensara en mí, sólo para que las viera. Quizá a él todo eso le pareció ridículo, no lo sé, no quiero saberlo.

— Pues depende.

— ¿Depende de qué?

— Ah, pues podrías darle, ya sabes...

— ¿Qué cosa?

— Pues, ya sabes, una noche juntos, sexo... eso es lo que hacen las parejas, regalo suficiente.

¿Espera, qué? Shock total.

— Ah, emmm... es que... soy virgen mmm —esto es algo que probablemente jamás debía decir. ¿Pero qué podía hacer? ¿Decir sencillamente que no haría eso? Tal vez eso hubiese sido más sensato de mi parte.

— Con razón...

¿Con razón? ¿Con razón qué? Jamás supe a qué se refería, quise preguntarle, no lo hice, quizá temía la respuesta. Podrían haber sucedido dos cosas.

Primera opción: su "con razón" quería decir que quizá por eso no entendí lo que él había querido con decir "ya sabes".

Segunda opción: era lo que más miedo me daba, significaba que "con razón" en realidad se completaba de lo siguiente "con razón Alberto ha querido salir contigo".

Me lo pregunté ese momento, me lo pregunté durante ese mismo día no sé cuántas veces, me lo pregunté unos días después, unas semanas después... y me lo sigo preguntando ahora. Lástima que jamás tengo el valor de enfrentar las cosas a tiempo, sólo dejo que pasen, se acumulen, me aplasten...

Quizá mamá tenía razón y no había tanta mentira en aquello que dicen de que los hombres buscan a alguien sin experiencia para aprovecharse, al menos el el 50% de los casos, pero eso no lo descurbiría sino tiempo después.

Lo que había dicho su primero me había hecho pensar en algunas cosas más, quizá y en realidad no había nada bueno en mí,  quizá no tenía nada que pudiese atraerle a Alberto, sólo tenía algo que quizá podría hacer que su ego se alzara, yo qué sé. De todos modos, no me parecía a su amiga y cada vez me iba dando cuenta de ello, tampoco era lo que algunos llaman "su tipo". ¿Cuál era su tipo?

Quizá lo demás en ese día no tiene relevancia. Ese día le regalé a Alberto mi flor favorita, de lo cual también me arrepiento, Soy experta en dar a los demás más de lo que debería de mí, parece que no sé querer de otra forma que no sea entregándolo todo, pero ¿qué queda de mí? ¿qué ha quedado conmigo después de todo?

También conocí a su mamá ese día. Alberto estaba feliz por la sorpresa (creo), aunque se limitó simplemente a abrazarme porque su mamá no sabía nada de nosotros. El primo de Alberto sabía algo más de mí y probablemente sospechaba cosas de Alberto. ¿Y yo qué papel jugaba en todo esto? Era la compañera buena onda, supongo. Era el posible juguete de Alberto, quizá una pieza más, quizá un repuesto...

Y pensar que un tiempo después me enfrentaría con el primer episodio catastrófico de mi vida,  indudablemente, mi experiencia en ese momento podría considerarse bajo cero. Quizá eso es algo que deba escribir después, con un poco más de contexto. Ojalá hubiera considerado lo que dijo su primo ese día, así no me hubiese llevado más sorpresas... ¿con razón? ¿con razón qué? ¡Maldita sea!

Ojalá hubiese estado ebria todos esos días en los que estuve con él, así podría culpar a mi estado de embriaguez, pero no. Fue culpa mía, yo confié demasiado, cerré mi puño con fuerza alrededor de un tallo de espinas esperando que se apiadaran de mí y correspondieran a mi confianza, eso no pasa en la vida real. 

Ahora voy a servirme una copa más, porque mi verdad pocas veces sale estando sobria, me da miedo, tengo miedo de que sepan que soy aquello que ellos no notan, prefiero vivir tras la máscara con la que estas últimas semanas me han visto, quiero seguir viendo sus rostros ridículos mientras me dicen "ahora te ves mejor, estás mejor sin él", '¿y qué hay de lo que no ves? ¿qué hay de este dolor que no notas? ¿qué hay de lo que siento por dentro?...

Cosas que no debería contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora