Prólogo.

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La gran chimenea del lugar daba calor a las tres pequeñas criaturas que se encontraban en medio de la inmensa sala de estar. Cada uno de ellos estaba prestándole por completo la atención al viejo hombre sentado en la silla de madera.

Felipe veía a sus nietos con todo el amor que podía darle al trio que era la principal razón de los dolores de cabeza a cada uno de los sirvientes.

Quizás a lo largo de su vida no había sido el mejor padre del mundo, sabía muy bien que el peso que descansaba en sus hombros desde el día en el que nació no le permitió poder criar a sus hijos como quería. Pero al menos en lo poco que le quedaba de años podía hacer la diferencia con esos niños.

—Abuelo, ¿Nos podría seguir contando la leyenda del tío Arturo? —El mayor de los tres hablo con ilusión.

Ese pequeño pelinegro quería ser como todos los grandes monarcas que habían pasado por el trono que descansaba en medio del inmenso castillo, Samuel había nacido para ser rey, todos los días de su vida se lo recordaban, así que lo único que podía hacer era llevar ese destino con orgullo.

— ¿Otra vez? Esa la acaba de contar ayer. —David se cruzó de brazos con una expresión de molestia. —Mejor cuéntanos las historias de todas tus grandes batallas, de cómo acabaste con todos los tipos malos.

El segundo hijo de la familia real estaba mucho más interesado en convertirse en un buen soldado, era la tradición que siempre se había implementado para el siguiente en la línea al trono. David no había crecido con la mirada de todos sobre él, nadie armo un alboroto cuando comenzó a caminar, al decir su primera palabra o por la simple razón se existir.

El niño de cabellos más claros sabía muy bien que solo era el sustituto por si algo le pasaba a la joya de la familia.

— ¿Y a ti Raúl? ¿Qué te gustaría escuchar? —El anciano poso su vista en su nieto más joven.

Raúl De Luque miraba a su abuelo como si fuera su mayor héroe, el pequeño de cinco años no estaba enterado de todo lo que pasaba alrededor de su familia. Él nunca fue educado para ser el siguiente rey, pero ser el menor de todos tenía sus ventajas.

Toda la prensa decía que era la copia exacta de su bisabuelo el Rey Lucas IV, por ello siempre tuvo la misma la atención del heredero, pero con menos presión sobre él.

—Tal vez podías contarnos cómo fue que conociste a la abuela. —Las palabras de Raúl provocaron que sus hermanos mayores comenzaran a quejarse. —Esa historia siempre me saca una sonrisa.

Felipe soltó una gran carcajada al ver como el menor se sonrojaba levemente, sin duda su nieto era muy diferente al resto de sus hermanos.

El anciano podía ver que a Raúl no le interesaban todos los protocolos reales, que nunca se sentía cómodo con las docenas de personas que vivían en el castillo, como tampoco con todos los eventos al que era obligado a ir.

Pero no le daba muchas vueltas a ese asunto, era apenas un niño con el tiempo se acostumbraría al tipo de vida que le había tocado vivir.

—Esa historia es aún más aburrida que la patética leyenda del Rey Arturo. —David se levantó de un salto del frio piso de madera. —Me iré a mi habitación, ahí por lo menos puedo leer lo que quiera. Nos vemos, abuelo. —Con una pequeña reverencia se fue del lugar.

Samuel se tuvo que morder la lengua para no tener que regañar a su hermano por la falta de respeto que estaba haciendo enfrente del Rey, los había dejado en ridículo.

—Lo siento mucho, abuelo. Tratare de hacerle entender a David que no puedo salir de ese modo cuando usted está en la habitación. —Con vergüenza, el mayor se levantó de su asiento y con una reverencia siguió los pasos de su hermano.

—Siempre es lo mismo con ellos, ¿Verdad? —Felipe le dijo con tono divertido al único nieto que le quedaba. —Por más que les digo que no me hablen de usted siempre terminan haciéndolo, ¿Su madre de nuevo los regaño por no seguir las reglas?

Eva Garza era alguien a quien el Rey no le confiaría nada, nunca le gusto que su hijo se casara con esa mujer de cabellos negros como la misma noche y ojos oscuros que te perforaban el alma. Pero una de sus principales reglas al subir al trono fue que no casaría a sus hijos como si se trataran de simples marionetas.

Pero al conocer a la prometida de su primogénito tuvo que plantear el volver a la antigua tradición.

—Mamá dice que debemos de comportarnos como los príncipes que somos, pero nunca entendí eso. ¿Por qué ser príncipe me hace diferente al resto? —El pequeño vio con curiosidad al mayor.

—Pensé que ya sabias la historia de nuestra familia. —Con cuidado, el canoso se sentó a la par de Raúl. —Todos nuestros antepasados dieron su vida para poder cuidar del pequeño terreno que ahora conocemos como esta ciudad, gracias a nuestra valentía, el pueblo nos otorgó el placer de poder gobernar para ellos. Y nuestro deber siempre es ver por el bien de ellos, gracias a eso podemos tener pequeñas ventajas, como, por ejemplo: el hecho de que eres un príncipe y el cuarto en la línea de sucesión al trono.

Raúl no entendió nada de lo que su abuelo le dijo, pero para no parecer un tonto solamente asintió a sus palabras tratando de parecer que comprendió sus palabras.

Tampoco le preocupo entenderla, a fin de cuentas, solo tenía cinco años de edad. Y lo único que quería era poder estar junto al mayor, sin importarle el tema de conversación.

Aún era una criatura libre de toda la hipocresía que lo iba a rodear a lo largo de su vida, todos anhelaban poder vivir en el castillo de la familia real, veían la parte bonita que dejaban a relucir en los periódicos y en entrevistas. Pero detrás de todo ello estaba el lado oscuro que solamente era visto por toda la realeza, además de los sirvientes que giraban los ojos cuando veían que comenzaba el caos y los secretos.  

Tic tac, tic tac

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Tic tac, tic tac. El reloj del hospital no dejaba de mover sus manecillas al compás de la poca cordura que le quedaba a Raúl.

Lo único que recordaba de anoche fue la gran desvelada que tuvo junto a su mejor amigo, ambos jugando hasta quedarse dormido con la consola prendida.

Jamás imagino que al día siguiente estaría en una camilla de hospital, con una venda sobre su cabeza, un sinfín de doctores alrededor de él y sin algún rastro de su memoria de sus últimos cinco años de vida.

Había dormido con 17 años, despertó con 22 años.

¿Cómo había perdido la memoria? Quizás para saber la respuesta debería formular bien la pregunta. 

♡Otras ships involucradas

■Contiene escenas subidas de tono

■Ambientada en la época actual


¡Recuerden que esto es una shipp ficticia, cualquier parecido con la realidad (exceptuando las referencias) es pura coincidencia. ¡Hay que tener respeto por los lectores, la historia y la escritora!

Queda prohibido mostrarle esta historia a cualquier youtuber involucrado, de ser así, creo que me tomare la molestia de eliminarla.

Sin nada más que decir, ¡DISFRUTEN LA HISTORIA! 

Memories of wolves |Luzuplay|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora