24 - EL DOLOR QUE NOS ENVUELVE

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Notas:

Perdón por la demora de este capítulo. Pasado mañana subiré otro 🌻





-¿Gavin? –pregunta el androide de ojos azules entrando al departamento.

Nines da un paso hacia delante quedándose inmóvil. Gavin no exageraba cuando decía que RK era detallista y anticipador. Ya tarde por la noche, de madrugada, presentía que algo andaba mal, muy mal. Nines no sabe qué pero lo sospecha, lo intuye. El ambiente ha cambiado, la energía y hasta el aroma del sitio es distinto.

Su mano sostenía fuertemente el pomo de la puerta aun. Miraba estático un punto fijo en la sala, determinante a descubrir qué es lo que le esta inquietando. Su mente se hallaba concentrada hasta que un sonido proveniente del dormitorio lo despista.

-¿Nines? –llama Gavin desde la habitación.

900 no responde, escucha pacientemente. El llamado del hombre retumbó haciendo eco por toda la casa. El silencio era total, solo se podía oír los automóviles de la calle cercana. Nada fuera de lo común sino el monótono sonido ambiente.

Nines se adentra a la sala con un paso más y allí, pasando el recto pasillo, visualiza el dormitorio. La puerta se hallaba abierta dando un vistazo directo a la cama. Ve descansar al detective hecho un bulto entre mantas y cobijas. RK lo observa, atento y expectante. Pareciera que las cosas están igual que siempre pero una tensión reinaba en el entorno. A excepción del cuarto de Gavin, todas las luces, la del comedor y la del baño se hallaban apagadas. Detalle que no se le escaparía al audaz androide.

-Nines... ¿Puedes venir? –insiste nuevamente Gavin que también podía observar la figura del androide parado entre penumbras al final del pasillo.

Unos tortuosos segundos de indecisión pasaron por el sistema de Nines. Dio un paso al frente, luego otro y luego otro. Transitó por el comedor y el baño, también anexados al pasillo. Podía ver más de cerca a Gavin y a medida que se acercaba, su bomba de thirium se aceleraba. Ya había pasado por las habitaciones oscuras, lo esperaba una cálida luz amarilla y unos ojos humanos expectantes al otro lado. Pero cuando Nines al fin se aproximó al acogedor dormitorio, unas manos ajenas lo toman por el cuello atrayéndolo más. Tiran del cabello de Nines hasta que este cae al suelo, luego de eso, el sonoro estallido de la puerta cerrándose.

Connor y otros dos oficiales androides se lanzan sobre Nines. Este no tardó en responder golpeando a uno de los androides y empujando a Connor. Intenta levantarse del suelo pero un segundo agente y Tina Chen se involucran. Sostienen a RK900 de los brazos y piernas. Lo vuelven a tirar al suelo boca abajo mientras Chris y el teniente Anderson le colocan doble esposas. Hicieron falta seis agentes federales para inmovilizarlo.

Gavin respiraba profundo sentado al borde de la cama. El plan había sido que él sirviera como carnada, como presa atrayente logrando que RK avance hacia la habitación y aprisionarlo allí mismo. El detective solo observaba, nervioso y defraudado. Era una mezcla extraña sin duda.

A decir verdad, Gavin no sabía qué pensar, una parte de él dolía. Dolía como el mismísimo infierno. Ver a Nines, el ser que más amaba, envuelto en tal situación. Pero ya no se trataba del mismo Nines, muy poco quedaba de su antigua forma de ser. Gavin era consciente de esto pero el amor es el amor y el corazón es el que manda. Estaba alterado, confundido, aturdido. Toda la estabilidad en su vida se había ido al demonio quedando el averno de la confusión y la melancolía de un pasado mejor.

¿Qué pasaría con Nines? ¿A dónde iría? ¿Lo desactivarían? Gavin conocía el basurero de androides ubicado a las afueras de la ciudad. No deseaba que se lo llevaran allí. Después de todo lo que hizo, después de los asesinatos, de todas las desagradables situaciones en las que Gavin se había envuelto, una diminuta parte, pequeña como grano de arena... lo perdonaba. Así es, lo perdonaba. Pero de nada sirve que el humano pensase aquellas cosas, ya nada sería como antes. 900 estaba enfermo y no era seguro para nadie tenerlo cerca, se había comprobado de sobre manera.

Ese fastidioso virus se lo había llevado con él. Un malware desconocido hasta el momento, imperceptible para el sistema de defensa de los androides. Había desgarrado el núcleo del desafortunado Nines devorando todo lo que el detective conocía de él: su personalidad, su armonía y cualquier molécula cibernética de amor.

Estando ya amarrado, Nines deja de moverse y acepta su castigo sin rechistar. No emite palabra alguna, solo levanta la mirada para chocarla con la de Gavin. Máquina y humano vuelven a encontrarse nuevamente. Una fusión que pocos podrían llegar a entender. Un idioma hablado únicamente por dos seres: Nines y Gavin. Se contemplan por unos segundos, cortos en relación al periodo de tiempo, inmensurable para sus almas. Una comunicación, la comunicación del afecto, casi telepática. Una que decía a gritos que todo estará bien, que las cosas volverán a lo que eran, que volverás a quien eras.

Nines lloraba y lloraba. Lágrimas entre traslúcidas y celestes adornaban su rostro. Estático, frío, artificial. El propio RK trataba de guardar silencio y compostura ante su fracaso. Sus propios pensamientos lo estrangulaban, aunque se podría decir que no era el único en aquellas condiciones.

El detective también guarda silencio, su corazón bombeaba sangre muy rápidamente. La cabeza le dolía y sus tímpanos retumbaban. Deseaba salir huyendo, correr como nunca había corrido en su vida. Salir de allí con Nines en sus brazos, curarlo y arreglar todo el mal albergado en su software. Deshacerse, sea de la forma que sea, de la barrera de hielo entre ambos. Escarcha endurecida de cristal y compuesta por filamentos filosos y puntiagudos.

Pronto la sensación de mareos y náuseas lo aprisionan. Se había desmayado hace apenas un par de horas e iba por el próximo. Las manos le temblaban y su mirada se volvió nebulosa. Gavin no sabe cuando fue la última vez que comió algo, que durmió o que se sintió feliz de estar vivo. Si el corazón no le latiera con tanta fuerza, sospecharía su inminente muerte.

-Gavin... debes descansar –expresa Tina tomándolo del hombro. Su mirada denotaba una genuina preocupación.

El hombre parpadea un par de veces acomodando su visión. Todos se habían ido junto a Nines. A quién sabe dónde y por quién sabe cuanto. Ahora estaba más solo que nunca, como cuando se mudó a ese viejo departamento por primera vez años atrás.

Dirige su atención a su amiga sin saber que decirle o responderle.

-No te has movido desde que se fueron.

-¿A dónde se lo llevarán?

-No lo sé, quizás a la comisaría o a CyberLife.

-Lo destruirán –susurra el detective.

-No, no lo harán. No sin antes hablar contigo Gavin –Tina capta la poca respuesta del hombre y lo toma del rostro obligándolo a verla –Gavin... escucha, Nines estará bien ¿Si? Tienes que ser el hombre gruñón y fuerte de siempre, todo va a estar bien.

Gavin continúa sin responder. Llevaba mucho tiempo aguantando la rigidez en su pecho. Estalló en llanto y abrazó la chaqueta de la mujer como mejor pudo. Demostrar debilidad era su peor miedo pero se hallaba demasiado roto por dentro para mantenerla más tiempo oculta.

El hombre desagotó toda la frustración que le fue humanamente posible. Esa noche durmió llorando, abrigado por múltiples mantas que Tina le había llevado pero con el corazón más helado que nunca. La mujer lo observaba desde la sala, velando por su recuperación. Mañana sería otro día, otro tormento al que afrontar.




EN MIS ENTRAÑAS | REED900Where stories live. Discover now