"Roulette decisions" | • Yoonmin.

✨ Un chico tímido, otro dominante y mafia.

- ¿Cuáles son las novedades de hoy, Wang?

- Bueno... - carraspeó, sentándose en el suave sofá que se encontraba en la "oficina" de su jefe para luego proseguir. - La mercancía que fue enviada anteayer a Japón, fue confiscada por las autoridades de ese país, y parece que fue culpa de Lee JungSuk, no supo esconderlas bien y lo descubrieron.

- Ese tonto... yo sabía que él no estaba preparado para hacer ese trabajo... Pero bueno, parece que terminará en la cárcel, no ayudaré a un chico que no me sirve. ¿Alguna otra novedad?

- Sí, parece Agust D el día de ayer intentó entrar de nuevo a nuestro territorio. - respondió, observando su libreta de notas con detenimiento.

- ¿Parece o fue así? - le preguntó, inclinando su cuerpo hacía adelante sentado en su suave silla, reposando sus codos en la amplia mesa, poniendo su barbilla en la palma de su mano- Si no estás seguro de la información, mejor no me digas nada...

- N-no, lo siento. Así fue, Agust D si intentó entrar a nuestro territorio...

- Ese idiota... - susurró entre dientes y luego tomó la caja de cigarrillos que reposaba en la mesa junto al encendedor, prendiendo al instante uno de los cigarros, ubicándolo entre sus pomposos labios y dando la primera calada. Jimin sabía el porqué Yoongi había intentado entrar a su territorio - ¡teniamos un acuerdo con ese imbécil y lo ignoró por completo! hoy mismo me reuniré con él.

- ¿Con quién irá? ¿llamo a Jungkook para que lo acompañe?

Jimin negó, se levantó de su asiento y rodeó la mesa, tomando su arma en el proceso, acomodando éste en la sobaquera* que llevaba puesta y que se acoplaba perfectamente a su torso, poniendose luego su chaqueta de cuero negro encima para que tapara el arma.

- No soy un bebé, iré sólo, hablaré con Agust D y si él no quiere colaborar, tendré que matarlo, así de fácil. Solo comunícate con él y dile que lo esperaré en su casa.

- ¿En su casa? Jimin, sabes que es muy arriesgado, ¿por lo menos sabes dónde queda la casa? por-

- Solo haz lo que te digo, Jackson. - le contestó, dejando salir el humo del cigarro por sus fosas nasales, completamente irritado - nos vemos mañana.

- ¿Vendrá hasta mañana? - le gritó cuestionandolo, muy sorprendido ante la valentía (o estupidez) de su jefe - pero...

Jimin solo pudo rodar sus ojos con total fastidio, e ignorando al chico, salió de la oficina, caminando con un deje de superioridad por el amplio pasillo, observando como cada miembro que se cruzaba en su camino, detenían su andar y se inclinaban ante él.

(...)

El rostro de Yoongi se deformó en una mueca al tomar de un solo sorbo su vaso con whisky, movió su cabeza de un lado al otro, logrando tronar los huesos de su cuello, jadeando satisfecho. Desde ya hace unos quince minutos esperaba a Jimin en su casa, y estaba odiando hacerlo, él aborrecia esperar a alguien y que Jimin ya estuviera quince minutos retrasado, le enojaba mucho.

Sus pensamientos se esfumaron cuando escuchó el ruido de la puerta ser abierta, y rapidamente se escondió detrás de una de las paredes de su mansión, solo dejando a la vista la mitad de su cara.

- ¿Agust D? - preguntó con temor el menor, mirando para todos lados, esperando ver alguna señal de vida - soy Jimin...

Con un vistazo rápido por todo el cuerpo de Jimin, se fijó en cada pequeño detalle del vestuario del pelirrosa ese día. Fijándose primero en aquella chaqueta negra que llevaba, mirando con detenimiento los detalles de colores que éste tenía en la parte de los hombros, con pequeños diamantes incrustados, sus ojos viajaron luego hacía la camiseta blanca que llevaba, sonriendo de lado al ver las letras que ésta poseía, mostrándose en grande la palabra "Gucci", deduciendo de inmediato que aquella camisa debía costar más de lo que debería y viendo que el collar que adornaba su cuello también era de la misma marca. Y ni hablar de aquél pantalón de cuero, que se amoldaba a la perfeccion a sus formidas piernas y trasero, sus botines no podían faltar y la cereza del pastel era ese nuevo tono rosa chicle en sus cabellos, que hasta ese momento se había convertido en su color favorito, viéndose malditamente sexy, contrastando divinamente con la expresión de confusión que tenía en ese instante.