Only Yours

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-¡Mira Viktor!- El ruso estaba en su despacho bebiendo café y organizando denuncias cuando reconoció la voz de su novio entrando por la puerta. 

Frente a él estaba el inspector Horacio Pérez sonriente, no tardó en comprender el motivo de su ferviente alegría, tenía puesta una falda negra tableada. A los ojos del ruso le quedaba perfecta, el tiro alto le abrazaba la fina cintura y el largo de la falda dejaba al descubierto la infinidad de sus piernas bronceadas. Horacio, sin saberlo, había logrado materializar una de sus más ocultas fantasías. El ruso no pudo evitar atragantarse con el café al verlo, pero lo disimuló lo mejor que pudo aclarándose la garganta.

-Convencí a Conway de que las incluyera en el uniforme oficial- Horacio miraba sus piernas y se acomodaba la falda, sentía que le quedaba pintada. -¿Qué opinas?- El de ojos bicolores lo miró expectante y el ruso volvió a aclararse la garganta.

-Pues- Lo tomó por sorpresa, no sabía qué decirle. -La verdad es que no la veo muy práctica para trabajar, si tiene que perseguir a alguien o si termina en el suelo, bueno, va a quedar bastante expuesto- Horacio lo miró con su mejor cara de póker. Sabía que su novio era un hombre frío, aún más cuando estaban en el trabajo, pero honestamente había esperado otra reacción de su parte. No buscaba su aprobación, porque sabía perfectamente que la falda se le veía preciosa, pero pensó que al ruso también le gustaría.

Horacio no dijo nada más, suspiró y salió del despacho pegando un portazo. No volvieron a hablarse en todo el día. Viktor volvió a cruzarse con él un par de veces más en comisaría, pero solo lo miró desde lejos. Era hipnotizante, el chico se movía con gracia y la falda acompañaba a la perfección su andar seguro y coqueto. Viktor no podía quitarle la mirada de encima y notó que no era el único, contó al menos a tres oficiales más que lo miraban lascivamente y sintió un ardor celoso en el pecho. Pensó que si no estuviera en el trabajo nada lo detendría de explicarles un par de cosas.

El turno de Horacio terminó antes que el de Viktor, así que para cuando el ruso volvió al departamento en el cual convivían lo encontró profundamente dormido.

A la mañana siguiente ambos comenzaban su turno a la misma hora así que desayunaron juntos. Al terminar, recogieron la vajilla que usaron, dejando la mesa libre y Volkov volvió a sentarse mientras esperaba a Horacio, que normalmente tardaba más que él en arreglarse. Cuando Horacio apareció frente a él nuevamente con una falda el ruso no pudo quedarse callado.

-Horacio, ¿Podrías considerar ponerte el uniforme antiguo?

-¿Disculpa?- El menor lo miró incrédulo, había estado conteniendo mucha frustración desde el día anterior y ese comentario lo sobrepasó. -Mira Viktor, yo sé que en Rusia las cosas eran diferentes, pero estamos en el siglo veintiuno- El chico se cruzó de brazos y comenzó a escupir cada palabra con rabia.

-Horacio- Volkov comprendió que no se había expresado correctamente e intentó detener al chico.

-Vivimos en Estados Unidos y sé que tal vez no estás acostumbrado a estas cosas pero-

-Horacio, escúchame- El más joven estaba demasiado ensimismado en su discurso como para oír los intentos de Volkov por detenerlo.

-Esto es lo que soy, creí que a estas alturas ya lo sabrías, si te avergüenzas de mi o te dan asco mis gustos creo que lo mejor sería dejarlo ahora, es que así no vamos a poder tener un futu- Volkov se paró en seco y acorraló a Horacio contra la mesa de caoba, sorprendiéndolo y consiguiendo que finalmente se callara.

-Horacio, yo nunca dije que me avergonzara de ti o que sintiera asco al verte con una falda, nada más alejado de la realidad que eso, se te ve preciosa, pero me distraigo, no puedo sacarte la mirada de encima en la comisaría y me da rabia porque sé que no soy el único, vi a más oficiales babeando por ti- El ruso confesó avergonzado y el rostro de Horacio se suavizó ante sus palabras.

-¿Era por eso? Eres un idiota- El chico sonrió y empujó al más alto volviendo a sentarlo en la silla. El de cresta no tardó en sentársele encima con las piernas abiertas. -Viktor Volkov, yo soy tú novio- Dijo enfatizando el "tú" viéndolo directamente a los ojos. Lo tomó del rostro y dejó un besó superficial en sus labios. -Solo tuyo, no tienes por qué sentir celos- Volkov se ruborizó, llevó sus manos a la cintura del más joven y lo acarició sobre la tela.

One shots - Volkacio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora